InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Diciembre 2020

31.12.20

Campanadas de Lolo

Campanadas (1)

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Casi ha terminado un año más de nuestras vidas de hijos de Dios. También nos debe acompañar nuestro Beato Lolo que en su libro “Las golondrinas nunca saben la hora” hace un ejercicio de esperanza en el inmediato futuro. En el momento o, mejor, para el momento, en el que, por tradición y gozo, se celebra la entrada del nuevo año (que va acompañada por el sonar de doce campanadas) escribe, para tal instante (que dura poco en el tiempo pero puede ser muy extenso en la realidad espiritual de lo por venir) un, a modo, de texto esperanzado que muy bien puede ser tomado como una serie de oraciones a razón de una por cada campanada.

“Primera campanada

Antes que nada te pido, Señor, que me ayudes a vivir siempre a mediodía. Si los sucesos se bañan de gris, yo a mediodía; si amanece y en el entrecejo se clava una preocupación, también a mediodía; el sol irradiando desde dentro, Tú hecho horno, purificando todas las dudas, iluminando con la luz de la fe mis pobres tinieblas la hombre.

Segunda campanada

En el preámbulo de 365 días, quiero colocar un ancho sentimiento de aceptación; mi mente y mi corazón como una página en blanco, con la firma muy bien estampada al pie de la cuartilla, para que Tú escribas renglones muy derechos con todos los detalles de tu voluntad. Los labios se morderán para que no entre  una gota de acíbar, pero Tú ya sabes que es que ‘sí’, que lo que quieres es siempre dulce, misericordioso y conveniente.

Tercera campanada

Un préstamo: déjame tu corazón por uno, tres, cinco años que pueda vivir todavía. Tu corazón, no para el egoísmo de realizarlo todo fácil, sin esfuerzo, sino para hacer bueno ese deber que es amarte a tu medida; que me da pena ver lo gigante que eres en eso del amor y el corazón de ratoncito que hemos de tener nosotros a la hora de corresponder.

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29.12.20

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- De la mano de Dios

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

De la mano de Dios

 

“Todo te lo vengo a decir en eso: que nos defiendas y nos cuides como Padre; que nos lleves por el atajo de los sudores y la paciencia allí donde Tú ríes y no hacen falta ‘taleguillas’ ni ‘endobles’” (Mesa redonda con Dios, p. 59)

 

No podemos negar que el Beato Manuel Lozano Garrido confía en Dios y tiene fe perfecta y completa en Aquel que le ha creado y mantiene. Y es de otra forma, es difícil entender que diga lo dice y que se note que se lo cree, que no finge o hace como que sí pero sea no. No. Lolo dice con corazón abierto y, debemos decirlo, a nosotros nos viene la mar de bien que así sea.

Como no puede ser de otra forma, todo aquel que sabe que su padre lo ama, le pide y ansía su atención como hijo que se sabe reforzado y apoyado por él. Y eso es lo que hace el Beato de Linares (Jaén, España) cuando tiene necesidad de dirigirse a Dios como aquí lo hace.

De todas formas, no podemos decir que le esté pidiendo grandes cosas, así, digamos, de orden material. No. A Manuel le interesan otras cosas que tienen más de sobrenatural que de natural o, mejor, que tienen más que ver con las que son del alma porque, al fin y al cabo, del corazón salen las obras y si el mismo está regado con el Amor de Quien lo ha hecho… bueno, que mejor que mejor.

Podemos ver que nuestro hermano en la fe no le pide algo así como un descanso perpetuo o, ni siquiera, temporal. No hace como aquellos a los que San Pablo tuvo que reprender porque, creyendo que Cristo iba a volver pronto, vivían sin dar un palo al agua o, vamos, sin trabajar. Y es que aquellos eran unos verdaderos pillos y, claro, en la viña del Señor tenían poca cabida. No. Lo que hace Lolo, lo que pide, es otra cosa que es, justamente, la contraria.

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28.12.20

Santos e inocentes y bromas menos

Santos Inocentes Martires

Seguramente habrá a quien todo esto parezca un tema menor y a quien echar unas risas, a costa de lo que sea, le vendrá hasta bien en la vida tan achuchada que lleva la humanidad en este año que pronto termina. Sin embargo, al que esto escribe, le repatea y molesta que se hagan gracias a costa de un tema así.

¿Quién no se ha reído cuando le han gastado una broma o ha visto cómo se la han gastado a otro? Es más, incluso hay un programa de televisión que hacen mofa y escarnio de la cosa aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el Manzanares por Madrid, el Sena por París o póngase el río que se quiera poner allí por dónde pase.

Que sí, que sí, que hacer un chascarrillo no siempre es mala cosa. Sin embargo, hay en el año más de trescientos sesenta días para hacer eso y tiene que ser el 28 de diciembre cuando esté establecido que el asesinato sea recordado como cosa graciosa porque, es que, además, no le cambian el nombre al susodicho día y las bromas se gastan a “inocentes”…

El caso es que esto sólo podíamos pensar que se hace por ignorancia (ya saben, tener un desconocimiento total de lo que se recuerda tal día) Pero es que, en verdad, nos resulta muy difícil que a esta altura del siglo en el que estamos (el XXI) haya quien ignore lo que pasó un día como aquel en el que un sátrapa y un malnacido decidió terminar, por su poder, miedo y egoísmo, con la vida de los niños que tuvieran algo así como dos años o menos.

Los santos inocentes | Reliquiosamente

Se suele decir que es el “Día de los inocentes” pero, al parecer, no se quiere comprender que los tales “inocentes” no eran tontos, bobos o personas a las que se podía tomar el pelo sino “inocentes” en el más puro de la expresión: los que no tienen, tenían, culpa de nada y, a pesar de eso, acabaron muriendo a manos de los esbirros del poder establecido en aquella tierra sagrada.

Nosotros preferimos recordar a los niños que murieron por “causa” del Hijo de Dios porque, sólo por eso, ya tenían ganado el Cielo de forma inmediata (y eso que aún no se había abierto para toda alma limpia) pues es lo que diría, algunos años después, cuando proclamó las Bienaventuranzas. ¿Y puede haber alguien que pueda morir más directamente por causa del Mesías cuando se pasa al otro mundo “en lugar” de Quien buscaba Herodes? Y es que creemos que aquellos niños fueron, en sentido estricto, Otros Cristos, el mismo Cristo, como suele decirse de lo que debemos ser cada uno de sus discípulos.

No lo podemos negar. Lo mismo que no nos gusta, para nada, celebraciones paganas como las que celebran el 1 de noviembre (y ya saben ustedes a qué nos referimos que es lo que aquí ni siquiera se va a nombrar) haciendo lo propio con el, digamos, cumpleaños de Satanás, tampoco nos gusta lo más mínimo que haya risas y no oraciones, algarabías y no llantos por aquellos niños, santos, que vieron a Dios antes de tiempo, por así decirlo.

Por tanto, nos gustaría mostrar, y mostramos, nuestro desagrado más absoluto con aquellas bromas, chanzas, risotadas o lo que se le pueda asemejar cuando se hace a costa de aquellos Santos Inocentes que dieron su sangre como verdaderos mártires, pues lo fueron.

Santos Inocentes, rogad por nosotros y perdonad tales afrentas.

Eleuterio Fernández Guzmán 

  

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Debería dar vergüenza hacer según qué cosas.

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

26.12.20

La Palabra para el Domingo - 26 de diciembre de 2020

Resultado de imagen de SAnta Biblia

 

Como es obvio, hoy no es domingo 27 sino sábado, 26 de diciembre de 2020. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

Lc 2, 22-40

 

“22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, 23 como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado al Señor = 24 y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. 26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, 28 le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29 ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; 30 porque han visto mis ojos tu salvación, 31 la que has preparado a la vista de todos los pueblos, 32 luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.’ 33 Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. 34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción - 35 ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.’ 36 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, 37 y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. 38 Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. 39 Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”,

 

 

COMENTARIO

 

Segunda Epifanía de Cristo

 

Ya se había presentado el Hijo de Dios ante el mundo cuando los Magos, venidos de allende de las fronteras de Israel, se postraron ante el Niño que hacía bien poco acababa de nacer. Aquella, claro está, fue la primera manifestación de Cristo al mundo pero, como bien sabemos, hubo otras ocasiones en las que manifestó, bien a través de sí mismo o de otros, que era Quien era. 

En este texto del Evangelio de San Lucas, siempre tan cercano a la Virgen María y, por eso, fuente de información directa, se nos dice que la Sagrada Familia cumplía con la ley y con las normas establecidas para el caso del nacimiento de un ser humano. Por eso acuden al Templo para llevar a cabo la purificación. 

Seguramente, aquellos dos ancianos, Simeón y Ana, habían tenido un soplo del Espíritu Santo: aquel sería un día especial y no debían faltar en el Templo. Y es seguro que no faltaron como, por cierto, hacían a diario. Y son premiados. 

Lo que ellos no esperaban es que aquel día, en aquel preciso momento, Dios cumpliese con su promesa de enviar al Mesías, a su mismo Hijo engendrado y no creado, y fueran ellos dos, ancianos, los que contemplasen la Luz del mundo mientras que, suponemos, otras muchas personas por allí pasaban sin darse cuenta de nada y yendo a lo suyo… 

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24.12.20

Ha nacido, nace y nacerá

Día de Navidad | 25 de diciembre - Calendarr

Ciertamente, a lo largo del año espiritual católico (y nos atrevemos a decir que, así dicho, cristiano, en general) hay días que son especiales y que destacan en nuestro Calendario Litúrgico por encima de otros. Y eso pasa con el de hoy, 24 de diciembre y su continuación, el 25.

Es cierto y verdad que es, hasta posible, que las cosas hayan quedado establecidas de tal forma que coincidan las fechas del 25 de marzo, la Anunciación que es el momento en el que una joven de Nazaret recibe la visita del Ángel Gabriel, el del Señor, y queda, así dicho y para que se entienda, embarazada en aquel momento, y la del 24-25 de diciembre. Y es que pasa el tiempo necesario para que un ser humano se desarrolle en el seno materno y venga al mundo (si le dejan venir, como podemos imaginar…) Es decir, que las cosas son como parece que son porque, en realidad, fueron, son y serán.

Es posible que alguien pueda deducir de esto que la Iglesia ha manipulado, digamos así, las fechas para que todo salga bien. Y miren ustedes, eso carece de importancia y nada tiene que ver con el meollo de la cosa, por decirlo así. Es decir, que lo que pasó es que… pasó y tenía que pasar. Y ya.

Este artículo lo hemos titulado, por eso mismo, “Ha nacido, nace y nacerá” porque, en realidad, aquí no se trata de que todo lo digamos para que la cosa vaya bien a nuestros intereses, siquiera espirituales. No. De lo que se trata es de algo mucho más importante y (nunca mejor dicho) crucial: es Voluntad de Dios.

Es evidente que el nacimiento del Hijo de Dios (¡recalquemos lo de “Hijo de Dios”) se verificó hace muchos años, siglos ya, hasta dos miles de años que, en la historia de la humanidad quizá sea poco tiempo pero que para el devenir de generaciones y generaciones de personas es algo más que un soplo porque lo es todo al haber dado comienzo, entonces, un nuevo Pacto de Dios con el hombre, criatura que es imagen y semejanza suya.

Nació un niño, indefenso, como todos y necesitado de todo, como todos. Es decir, no nació como podría haber nacido alguien que tiene tanto poder que lo manifiesta en el mismo momento de su venir al mundo algo así como se dice en algunas hagiografías de santos que, por virtud, no mamaban de pequeños… No. Aquel niño, al que llamarían Jesús porque era como debía llamarse según dijo Gabriel a María, nació siendo poca cosa, físicamente hablando y, por eso Herodes quería matarlo… porque hubiera podido, como hizo con otros inocentes. Y bien que lo intentó pero, como se dice en algunos pasajes del Nuevo Testamento refiriéndose a la anticipada muerte de Jesucristo, “aún no era su hora” porque, en efecto, Dios quería que aún no fuera su hora.

El caso es que este Niño tiene algo de especial porque consiguió, con dejarse prender, injuriar, escupir, maltratar y matar y, luego, resucitar, que cada año recordemos un momento como el que hoy empezamos a celebrar. Por eso decimos que esta noche es Nochebuena, así, calificando un espacio de tiempo como es el anochecer como un momento “Bueno” pues no es poca cosa traer al hoy mismo (como ha sido a lo largo de los siglos) el instante en el que Dios dijo “sea” y fue.

Digamos, a este respecto, que por mucho que se pretenda hacer ver que lo que importa, en este año 2020 en el que nos encontramos, de la celebración de la Navidad es que nos podamos reunir más o menos personas entorno a una mesa o que las tiendas estén más o menos abiertas y a qué horas se puede ir a comprar por esto del virus que nos invade, lo bien cierto es que eso es lo que menos importa de este tiempo tan especial. Y es que los creyentes (que creemos, quiere decir eso, en el fondo) tenemos muy a bien recordar y celebrar que nace el Hijo de Dios y que esta Noche es Nochebuena y, como dice el villancico, mañana es Navidad que es algo así como decir que quiso Dios venir al mundo, que pudo hacerlo y que vino y por eso lo del Emmanuel que un tal Isaías, de profesión Profeta, ya dejó dicho hace muchos siglos porque el Espíritu Santo le sopló, con algún gemido inefable, a su corazón y quiso escucharlo el buen hombre, no dejó escondida aquella Luz debajo de ningún celemín y fue y lo puso por escrito, para que a nadie se le olvidara.

Y, por último, decimos que nacerá porque, en efecto, por mucho que se intente (desde los poderes del mundo y, a veces, desde los que no son del mismo) esconder esto bajo el manto de la mercancía y la mercadería, tiene prometido Jesucristo que ha de volver (en lo que llamamos Parusía) para juzgar a vivos y a muertos y, mientras llega tal momento (que llegará, sin duda llegará) tiene a bien, tendrá, venir al mundo cada Nochebuena con su Navidad incluida (que es cuando nace, en verdad, cuando nació y cuando nacerá) porque, ¡vean ustedes qué cosa!, es tan especial este Niño que es capaz de llevar viniendo al mundo algunos años más de unos miles de años y quiere hacer eso cada uno de los que a este 2020 sigan por mucho que haya agoreros que promulguen su muerte civil y espiritual. Y es que, ¡qué le vamos a hacer!, es que Dios es como es…

¿Lo ven, ustedes? Cristo nació cuando Dios quiso que naciera, nace cada año cuando llega el momento de que nazca y volverá a nacer cada año hasta que, en toda su Gloria, tenga a bien volver a venir al mundo a terminar de salvarlo, por si entonces hay alguien con fe o por si quiere ser, si no lo hay, tan misericordioso como es su corazón.

Y como diría Cervantes para acabar El Quijote: Vale.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dos días para cambiar el rumbo de la humanidad perdida.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.