InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2019

6.02.19

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro" – Dios es bondadoso pero nosotros somos así

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Dios es bondadoso pero nosotros somos así

 

“Todo fue trazado a las mil maravillas, como hecho por Alguien a quien se le plantaban las cosas ante la cara y de golpe le veía ya todos los planos y aún la interioridad más reservada. “Dios todo lo hizo bien.” Y, no obstante, a la sombra ubérrima de un árbol se tramaba sutilmente una tragedia.”

 

Nosotros, los que sabemos que, en el seno de la Iglesia católica, somos hijos de Dios porque hemos recibido el Bautismo, estamos más que seguros de muchas cosas relacionadas con nuestra vida y realidad espiritual. Y que sí, que también sabemos que muchos de ellas tienen un contenido tan, digamos, misterioso (porque son un verdadero misterio para nosotros) que sólo la fe salva la distancia que hay entre las mismas y lo que somos, pensamos y hacemos.

Con esto queremos decir que la fe nos salva muchas veces del abismo de la duda. Y, sin embargo, hay algo que bien sabemos, por lo que podemos ver y por lo que nos rodea y somos, que es, que debe ser, tan cierto como que al día sigue la noche.

Queremos decir que lo que Dios hizo cuando creó (a todo lo creado y, con ello, a nosotros mismos) sólo pudo hacerlo bien y, claro, así lo hizo.

No se trata ahora de hablar de la Creación y, en realidad, de lo que podemos comprobar con nuestros propios ojos, con nuestros oídos y con el resto de sentidos que tenemos. No. Se trata, tan sólo, de constatar que las cosas son como son (de misteriosas y de maravillosas) porque el Todopoderoso, de la nada, hizo todo.

Pues bien. Tal teoría, que la conocemos bien y la compartimos, por fe y porque sólo puede ser así, no está siempre, al parecer, al alcance de lo que hacemos.

El Beato Manuel Lozano Garrido, muy conocedor de la forma de ser de sus hermanos en la fe (y, seguramente, del resto también) nos dice algo que, de entenderlo, nos puede sacar de muchos abismos.

Cuando decimos que “Dios todo lo hizo bien” no estamos presumiendo nada o, por decirlo de otra forma, no hablamos como si no supiéramos lo que queremos decir. Al contrario es la verdad: el Creador, que podía hacer, lo decimos rápidamente, lo que le diera su santa gana, creó porque quería crear y, en efecto, todo lo hizo bien: nada hay malo en lo creado que fuera creado malo sino que todo es bueno y es mejor. Lo que es malo es porque se ha vuelto malo, casi siempre, por la acción de la criatura a la que Dios más quiso hacer a su imagen y semejanza.

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3.02.19

La Palabra del domingo - 3 de febrero de 2019

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Lc 4, 21-30

 

“21Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.’ 22 Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: ‘¿No es éste el hijo de José?’ 23 El les dijo: ‘Seguramente me vais a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria.’24 Y añadió: ‘En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.’ 25 ‘Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a = una mujer viuda de Sarepta de Sidón. = 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.’ 28            Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; 29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. 30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.”

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2.02.19

Ventana a la Tierra Media - Entrevista a la Presidenta de la Sociedad Tolkien Española

 

 

 

 

Como muchos de ustedes saben, es bastante común que aquellas personas relacionadas con J.R.R. Tolkien adopten, para sí mismas, un nombre particular. Y eso es lo que hace la Presidenta de la Sociedad Tolkien Española, para el mundo común Rebeca Pérez Calderín y para los habitadores de la Tierra Media, Nai.

Pues bien. En interés común de aquellos que quieran conocer mejor, o por primera vez, la Sociedad Tolkien Española, le hemos planteado una serie de preguntas que, muy amablemente, nos ha contestado. Vamos con ellas.

 

InfoCatólica: ¿Que es la Sociedad Tolkien Española?

Rebeca Pérez Calderín-Nai: La Sociedad Tolkien Española es una asociación cultural fundada en 1991 cuyo objetivo es la promoción, difusión y estudio de la obra de J.R.R. Tolkien.

Como las sociedades Tolkien de otros países, nuestra agrupación está compuesta por multitud de entusiastas de la obra del escritor John Ronald Reuel Tolkien. Entusiastas que conocimos alguna obra del autor y nos sentimos con deseos de saber más sobre ella y el autor, interesándonos por aspectos muy diversos: desde lo puramente literario a lo específicamente filológico, de la poesía a la pintura, de las canciones a los juegos, de la música a los cuentos…

Actualmente la asociación cuenta con casi 400 socios repartidos por toda la geografía nacional que se distribuyen en delegaciones locales (denominados smiales) que realizan actividades dentro de sus ámbitos geográficos.

La asociación está abierta a cualquiera que disfrute y aprecie la obra del Profesor.

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1.02.19

Serie "De Resurrección a Pentecostés"- III. Aparición de Jesucristo. 4 - Lo que no está escrito

De Resurrección a Pentecostés Antes de dar comienzo a la reproducción del libro de título “De Resurrección a Pentecostés”, expliquemos esto.

Como es más que conocido por cualquiera que tenga alguna noción de fe católica, cuando Cristo resucitó no se dedicó a no hacer nada sino, justamente, a todo lo contrario. Estuvo unas cuantas semanas acabando de instruir a sus Apóstoles para, en Pentecostés, enviarlos a que su Iglesia se hiciera realidad. Y eso, el tiempo que va desde que resucitó el Hijo de Dios hasta aquel de Pentecostés, es lo que recoge este libro del que ahora ponemos, aquí mismo, la Introducción del mismo que es, digamos, la continuación de “De Ramos a Resurrección” y que, al contrario de lo que suele decirse, aquí segundas partes sí fueron buenas. Y no por lo escrito, claro está, sino por lo que pasó y supusieron para la historia de la humanidad aquellos cincuenta días. 

 

Cuando Jesucristo murió, a sus discípulos más allegados se les cayó el mundo encima. Todo lo que se habían propuesto llevar a cabo se les vino abajo en el mismo momento en el que Judas besó al Maestro.

Nadie podía negar que pudieran tener miedo. Y es que conocían las costumbres de aquellos sus mayores espirituales y a la situación a la que habían llevado al pueblo. Por eso son consecuentes con sus creencias y, por decirlo así, dar la cara en ese momento era la forma más directa para que se la rompieran. Y Jesús les había dicho en alguna ocasión que había que ser astutos como serpientes. Es más, había tratado de librarlos de ser apresados cuando, en Getsemaní, se identificó como Jesús y dijo a sus perseguidores que dejaran al resto marcharse.

Por eso, en tal sentido, lo que hicieron entonces sus apóstoles era lo mejor.

Aquella Pascua había sido muy especial para todos. Jesús se había entregado para hacerse cordero, el Cordero Pascual que iba a ser sacrificado para la salvación del mundo. Pero aquel sacrificio les iba a servir para mucho porque el mismo había sido precedido por la instauración de la Santa Misa (“haced esto en memoria mía”, les dijo el Maestro) y, también, la del sacerdocio a través del Sacramento del Orden. Jesús, pues, el Maestro y el Señor, les había hecho mucho bien tan sólo con arremangarse y lavarles los pies antes de empezar a celebrar la Pascua judía. Luego, todo cambió y cuando salieron Pedro, Santiago y Juan de aquella sala, en la que se había preparado la cena, acompañando a Jesús hacia el Huerto de los Olivos algo así como un gran cambio se había producido en sus corazones.

Pero ahora tenían miedo. Y estaban escondidos porque apenas unas horas después del entierro de Jesús los discípulos a los que había confiado lo más íntimo de su doctrina no podían hacer otra cosa que lo que hacían.

De todas formas, muchas sorpresas les tenía preparadas el Maestro. Si ellos creían que todo había terminado, muy pronto se iban a dar cuenta de que lo que pasaba era que todo comenzaba.

En realidad, aquel comienzo se estaba cimentando en el Amor de Dios y en la voluntad del Todopoderoso de querer que su nuevo pueblo, el ahora elegido, construyera su vida espiritual sobre el sacrificio de su Hijo y limpiara sus pecados en la sangre de aquel santo Cordero.

Decimos, pues, que todo iba a empezar. Y es que desde el momento en el que María de Magdala acudiera corriendo a decirles que el cuerpo del Maestro no estaba donde lo habían dejado el viernes tras el bajarlo de la cruz, todo lo que hasta entonces habían llevado a sus corazones devino algo distinto.

El caso es que los apóstoles y María, la Madre, habían visto cómo se abría ante sí una puerta grande. Era lo que Jesús les mostró cuando, estando escondidos por miedo a los judíos, se apareció aquel primer domingo de la nueva era, la cristiana. Entonces, los presentes (no estaba con ellos Tomás, llamado el Mellizo) se asustaron. En un primer momento no estaban seguros de lo que veían pudiese ser verdad. Aún no se les habían abierto los ojos y su corazón era reacio en admitir que su Maestro estaba allí, ante ellos y, además, les daba la paz y les hablaba. Todos, en un principio, actuaron como luego haría Tomás.

Todo, pues, empezaba. Y para ellos una gran luz los iluminaba en las tinieblas en las que creían estar. Por eso lo que pasó desde aquel momento hasta que llegó el día de Pentecostés fue como una oportunidad de acabar de comprender (en realidad, empezar a comprender) lo que tantas veces les había dicho Jesús en aquellos momentos en los que se retiraba con ellos para que la multitud no le impidiese enseñar lo que era muy importante que comprendieran. Pues bien, entonces no habían sido capaces de entender mucho porque su corazón no lo tenían preparado. Ahora, sin embargo, las cosas iban a ser muy distintas. Y lo iban a ser porque Jesús había confirmado con hechos   lo que les había anunciado con sus palabras y cuando le dijo a Tomás que metiera su mano en las heridas de su Pasión supieron que no era un fantasma lo que estaban viendo sino  al Maestro… en cuerpo y alma.

Sería mucho, pues, lo que pasaría en un tiempo no demasiado extenso desde que el Hijo de Dios volvió de los infiernos hasta que el Espíritu Santo iluminara los corazones y las almas de los allí reunidos. Era, pues, aquello que sucedió entre Resurrección y Pentecostés.” 

III. Aparición de Jesucristo.  4 - Lo que no está escrito

  

“Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (Jn 20, 30-31).

“Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran” (Jn 21, 25).

En dos ocasiones en pocos capítulos dice San Juan lo mismo acerca de esto. Y es que, sin duda alguna, debía saber mucho más de lo que, por ejemplo, el consignó y certificó por escrito.

El caso es que sobre Jesús se escribiría mucho entonces y en tiempo más bien cercano a la vida del Mesías. Tanto los evangelios llamados sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) como todo lo que sigue tiene que ver, directamente, con el Hijo de Dios: Hechos de los Apóstoles; Epístolas a los Romanos, Corintios (I y I), Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, Tesalonicenses (I y II), a Timoteo (I y II), a Tito, a Filemón, a los Hebreos o de Santiago, Pedro (I y II), Juan (I, II, III), Judas y el mismo Apocalipsis, además de este mismo evangelio, el de San Juan donde se hace constar dos veces, como decimos, que sobre Jesús no todo se escribió.

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31.01.19

El rincón del hermano Rafael - "Saber esperar" - Llorar con razón y motivos

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

  

“Saber Esperar” – Llorar con razón y motivos

 

“Déjame, Señor, llorar, pero llorar de ver lo poco que puedo hacer por Ti, lo mucho que te he ofendido estando lejos de la Cruz.

Déjame llorar el olvido en que te tienen los hombres, aún los buenos.”

 

Llorar, lo que se dice derramar lágrimas, lo hacemos por muchas cosas. A veces es por tribulaciones por las que podemos pasar; otras, es de alegría y gozo al ver, justo, lo contrario. Pero, en fin, que llorar no es una cosa que nos pase poco sino, muchas veces, mucho.

El hermano Rafael también llora, como podemos ver aquí. Pero no lo hace ante las circunstancias de la vida sino porque sabe que por Quien se llora merece mucho la pena.

San Rafael Arnáiz Barón llora, digamos que ante la Cruz de Cristo, por sí mismo. Pero también lo hace por muchos prójimos suyos.

Nuestro hermano en la fe sabe que sí, que ama mucho al Hijo de Dios, a Dios mismo, pero que no siempre puede dar todo lo que querría dar.

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