InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Mayo 2019

18.05.19

La Palabra del domingo - 19 de mayo de 2019

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Jn 13, 31-33a. 34-35

 

 

“31 Cuando salió, dice Jesús: ‘Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre  y Dios ha sido glorificado en él. 32      Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto.’ 33 ‘Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. 34 Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros.        35 En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.’”

        

 

COMENTARIO

 

Un mandamiento muy difícil de cumplir

 

En la Última Cena Jesús dijo muchas cosas de importancia e hizo otras tantas de no poca relevancia. Así, por ejemplo, fue el momento en el que se celebró la primera Eucaristía y, también, cuando estableció el sacerdocio.

El momento que traemos aquí hoy corresponde al momento en el que Judas sale del Cenáculo para cumplir con la traición hacia el Maestro. Y habla, Cristo, de lo que ha de ser su glorificación… en la Cruz.

Todo lo dicho, sin embargo, tiene un punto álgido. Y es cuando el Hijo de Dios establece lo que él mismo llama mandamiento nuevo. Y es que, en verdad, no es sólo nuevo sino que sirve de cauce a muchos de los ya conocidos.

Jesús da un mandamiento nuevo. Si el resto de mandamientos habían sido establecidos por su Padre y entregados a Moisés en su camino por el desierto hacia la tierra prometida, era ahora el Hijo quien establecía un nuevo.

En realidad, lo mismo que el resto de Mandamientos (10) podía ser seguido y cumplido… o no seguido y no cumplido. Esto caía del lado de cada hijo de Dios.

El mandato es: amarse unos a otros. Y esto parece fácil de entender porque cualquiera sabe lo que eso significa.

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16.05.19

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Libros sobre Tolkien y su obra: Biografía breve de J.R.R. Tolkien

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Este libro, dedicado al profesor de Oxford, es más que interesante. Y es que tiene una estructura muy útil a la hora de tener conocimiento cercano de la vida y obra de J.R.R. Tolkien. Y hacerlo, además, en un tiempo más que escaso que, dadas las circunstancias en las que vivimos, no esta nada mal.

J. R. R. Tolkien

Los autores de este libro (publicado por la editorial BLUME) son, como autor propiamente dicho, Gary Raymond, a la sazón editor de Wales Arts Review y profesor de inglés y escritura creativa en la Universidad de Gales, Newport y, como prologuista, John Howe que es un dibujante de prestigio reconocido dentro del género fantástico que ha ilustrado obras y calendarios de Tolkien y ha colaborado “con Alan Lee como artista conceptual en las versiones cinematográficas de El Hobbit y el Señor de los Anillos” del director Peter Jackson, cosa de no poca importancia por muchas críticas –o no- que se le quieran hacer a tales versiones cinematográficas de las obras del profesor de Oxford. 

Ya podemos entender que no se trata de un texto extenso en el que se analice al personaje en cuestión, nuestro profesor, de una forma tan más allá de lo normal que no quepa decir nada más o mejor . Y es que no se trata de eso sino, como bien dice el título del libro, de una “biografía breve”. Y sí, lo es pero también tenemos que decir que es más que útil, como afirmamos arriba. Eso sí, breve será pero se ocupa tanto de su vida, como de sus obras y, también, de la influencia en los más diversos campos que ha tenido y tiene J.R.R. Tolkien. No está mal para no llegar a 160 páginas… 

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15.05.19

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro" – Adán y Eva como paradigma de lo ciego que se puede llegar a estar

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Adán y Eva como paradigma de lo ciego que se puede llegar a estar

 

La pantomima de la manzana planteó a Dios el suceso incuestionable del delito. La cosa quedó así: de un lado, el Autor del mundo en la cumbre de los valores; de otro, el hombre, punto minúsculo, en el fondo de una sima, con su posible acto de reparación desvalorizado por lo incompatible de las dos naturalezas. Junto a la situación formal, la santa ambición de Dios, frustrada y hecha añicos bajo una pareja de pies descalzos.” (El sillón de ruedas, p. 103)

 

Antes de empezar el comentario que solemos hacer de los textos del Beato Manuel Lozano Garrido, no podemos pasar un minuto sin decir que los santos son gentes tan especiales (ellos, claro, en vida, seguro que se sentían pecadores) que son capaces de captar determinada realidad espiritual con una finura de alma que ya quisiéramos los demás tal don de Dios. Pero por eso, y por otras muchas cosas, son, no por casualidad, santos y así son reconocidos.

Pues bien, esto lo decimos porque no es poco cierto que Lolo nos presenta a nuestros primeros padres de una manera, digamos, más que real y nos los presenta así para que nos demos cuenta de que las cosas se puede hacer bien o, claro, mal.

El suceso incuestionable del delito”. Tal expresión viene a decirnos que Adán y Eva cometieron un acto tan pecaminoso al comer de donde no debían haber comido que aquello fue el primer delito de la historia de la humanidad. Y con él entró, además, el pecado al mundo. Y eso no podemos decir que sea poca cosa. Y no podemos porque no lo es sino, justamente, al contrario: grave y más que grave.

Cumbre de los valores” y ser “minúsculo”. Así refiere el Beato de Linares (Jaén, España) la situación allí planteada. Y es que Dios, el Creador, su Creador y el nuestro, el Todopoderoso Señor, estaba y está ahora mismo, en la parte más alta del entendimiento de los positivos valores que conforman su corazón. El hombre, al contrario, demostró ser minúsculo (ya lo era pero no lo sabía) al pecar de aquella ridícula y absurda manera. Cada cual, por tanto, queda perfectamente retratado en esta imagen espiritual que hace nuestro hermano en la fe de aquella situación.

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11.05.19

La Palabra del domingo - 12 de mayo de 2019

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Jn 10, 27-30

“27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. 28 Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno’.”

COMENTARIO

Es bien cierto que el ser humano creyente, el que pertenecía al pueblo elegido por Dios (el judío) esperaba que el Mesías fuera enviado al mundo para que el mundo se salvase. También es cierto que yo día, mayo de 2019, aún hay muchos miembros de tal pueblo que no creen que el Mesías haya sido enviado por Dios y, claro está, aún esperan.

Nosotros o, lo que es lo mismo, aquellos que confesamos que Jesucristo es el Mesías, tenemos por gran verdad, por la Verdad, que lo es, que es Quien Dios quiso enviar al mundo para que el mundo se salvase. Y lo creemos porque hay pruebas más que suficientes como para no hablar por hablar o, sencillamente, para no llevar el agua a nuestro molino.

En fin…. Que nosotros estamos seguros de eso y, por tanto, debemos escuchar lo que nos dice porque, al menos que sepamos, en dos ocasiones, Dios dijo que debíamos escuchar a su hijo amado: a saber, cuando salió del Jordán bautizado y cuando se transfiguró ante Pedro, Juan y Santiago.

No podemos decir, por tanto, que ignoremos la verdad.

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9.05.19

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – El Bien y el Mal existen en Tolkien

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Es muy recurrente hablar del Bien y del Mal en J.R.R. Tolkien refiriéndose a sus dos obras, digamos, más conocidas que son, a saber, El Hobbit y El Señor de los Anillos. Y es que, sin duda alguna, en ellas puede apreciarse de forma evidente que hay quien hace mal las cosas y hay quien las hace bien y no, digamos, a nivel espiritual o que pudiera ser teórico, sino en la realidad (literaria) y, en fin, causando daño o lo contrario. 

Y, sobre esto, si hablamos de personajes, de seres subcreados por el profesor de Oxford es, ciertamente, extraordinaria la diferencia que existe entre aquellos que encarnan el Bien y los que hacen lo propio con el Mal. 

Como estos artículos van dirigidos tanto a quien esté avisado de qué se habla en ellos como a quien desconozca el mundo de Tolkien, no está mal decir que el caso mismo del Bien y del Mal está planteado por el autor de estos libros porque, como católico que era, tenía muy claro que existen uno y otro y que no puede ser lo mismo que venza el primero o que se haga con el poder el segundo. Es más, los daños causados cuando impera el Mal (Melkor-Morgoth y sus secuaces) son evidentes. De todas formas, hay que reconocer que cualquiera, sea católico o no lo sea, sabe que el Mal y el Bien existen a no ser que vive, de verdad, en otro mundo… 

Después de dejar claro esto que es, digamos, una general de la Ley de Tolkien, vayamos al meollo de la cosa. 

¿Es Eru -Dios- quien crea el Mal? 

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Esta pregunta tiene su intríngulis porque contestarla de forma positiva, que sí que lo crea, es bien cierto que pudiera parecer que goza con el mismo con el daño que causa. Sin embargo, como Tolkien tenía fe, nada de eso puede ser posible. Por tanto, respondemos que no, que Eru/Ilúvatar, no crea el Mal porque sólo quiere, al crear la Tierra Media y a los que la habitan, que algo bueno tenga vida. Y lo crea todo para goce, digamos, de sí mismo. 

Pero, entonces, ¿Cómo surge el Enemigo? 

Digamos que el Mal, en sí mismo considerado, habita en el corazón de Melkor, uno de los Valar (Ángeles según diría el mismo J.R.R. Tolkien, si nos atenemos a una creación, a la Creación de Dios Todopoderoso) que luego sería llamado, por primera vez, Morgoth (Enemigo Oscuro del Mundo) por Fëanor cuando arrebató los Silmarils en un momento histórico más que notable del relato de El Silmarillion. 

Sabemos que Melkor fue creado por Eru igual que fueron creado los demás Valar (Que eran considerados dioses para los habitantes de la Tierra Media; Ángeles, según decimos arriba) Pero, por unas cosas y por otras, su corazón se ennegreció. Y quizá lo hizo por esto que sigue, a lo que bien podemos llamar “Causas del odio de Melkor”: 

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 1. Manwë y Melkor  (Valars, espíritus o dioses) son hermanos, pero Eru prefiere al primero. 

2. Varda (Valie, Varda en femenino, diosa o espíritu) rechaza (antes de la ejecución de la música) a Melkor y éste la odia. 

3. Melkor estaba celoso de Aulë  (Valar, dios) porque se le parecía mucho en pensamientos y poderes. Melkor estropea todo lo que hace Aulë. 

Ambos quieren hacer cosas nuevas: 

             -Aulë crea a los enanos (que permanecerán sin existir hasta que aparezcan los Primeros Nacidos de Ilúvatar, los Elfos) 

             -Melkor corrompe a Elfos capturados para que aparezcan los Orcos. Es, seguramente, lo que más molesta a Ilúvatar: que destruya a su primera creación de seres vivientes.

 

Esto y, quizá, otras causas que se sumarían a las aquí apenas expuestas, fue la causa principal de aquel Valar que podía haber sido bueno deviniera en malo y causara tanto daño como pudo. 

Sobre lo del odio, que referimos arriba, es muy cierto que el que sería considerado “Enemigo” de todo lo bueno, el creador de sombras en el corazón de los Primeros nacidos, de los hombres o de todo ser que pudo corromper, acumuló tanto en su corazón que, en realidad, otra cosa no podía hacer. Es decir, podría haber hecho otra cosa si desde el principio no hubiera desafinado en la interpretación de la música que Eru creyó oportuno que interpretaran los Valar. Pero desafinó de tal forma que, desde aquel momento, Ilúvatar supo que aquel Ainu al que había creado poniendo todas sus posibilidades en él y al que había hecho poderoso, muy poderoso, iba, en efecto, a mostrar su poder pero no de la forma como debía mostrar sino, justamente, al contrario. 

De aquel ser creado para el Bien muchos fueron los que nacieron para el Mal. Es decir, Melkor, por sí solo, poco podía hacer pues tenía en contra a casi todos los Valar (había quien estaba de acuerdo con él, como suele pasar siempre con el Mal, entonces y ahora). Y necesitaba, por decirlo así, discípulos que, muchas veces, lo eran por esclavitud y, otras veces, por conveniencia (recordemos, por ejemplo, a los hombres que lucharon a su lado en las muchas guerras que hay en la Tierra Media) Y corrompió seres existentes como si se tratase de la creación de seres nuevos como quería tener poder para eso, digamos, a como lo tenía Eru, seres horrendos (¿Por qué el Mal nada bello puede hacer?) que causaron daños más que cuantiosos desde el mismo momento de su creación o, mejor, cuando estuvo preparado el Enemigo para que lo hicieran. Es decir, crear en cuanto lo podía hacer Eru no podía hacer, ni siquiera, el gran Valar Melkor. De todas formas, no podemos negar que hay debate al respecto de si el Enemigo podía crear o sólo hacer que lo existente se convirtiese en parte de su Mal. 

A este respecto, estamos de acuerdo con que si Aulë pudo crear a los enanos aunque tuviera que esperar el permiso de Eru para darles vida… es posible que también pudiera hacer lo propio Melkor. 

Bueno… de todas formas, el caso es que hay una serie de seres malvados que actúan a favor de este requetemalvado ser llamado Morgoth. Y hacen el mal y son el Mal considerado como tal. 

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Así, por ejemplo, Orcos, Trasgos, Nazgûls (que ponemos aquí porque fueron antiguos reyes o hechiceros a los que Sauron entregó uno de los anillos con los que podían obtener grandes poderes y los que, con el paso del tiempo, acabaron siendo espectros y por ser Sauron, a la sazón, Maiar corrompido por Melkor cuando así se llamaba), Trolls y demás bestias relacionadas con el rebelde Valar al que aquí nos referimos como expresión propia del Mal, actúan al antojo de quien los domina a lo largo de toda el relato de El Hobbit y El Señor de los Anillos. Y es que hay que tener en cuenta que es el Anillo Único el que hace, digamos, de cordón umbilical que une la segunda obra literaria con la primera pues tanto era el interés que había, por parte del editor de El Hobbit en que hubiese una segunda parte de tal obra que tuvo que encontrar, J.R.R. Tolkien, un nexo de unión entre lo que había sido aquella exitosa historia (inesperado éxito, seguramente) y lo que él sabía no podía ser una simple continuación de las aventuras de Bilbo Bolsón. 

Tales seres, y otros más de naturaleza divina (como hemos dicho arriba hubo hombres que lucharon al lado del Enemigo fiados, seguramente, a las promesas hechas por Morgoth – señal de lo que, en verdad, no lo conocían-) forman parte del Mal y en el Mal, según podemos ver con bastante nitidez, se apoyan para llevar una vida que no es, precisamente, recomendable. Y, entre ellos, como no podemos olvidar, se encuentra Saruman, un Maiar (digamos, un dios menor) que trata de imitar a Sauron pero con un éxito bastante menguado y que tiene sus más y sus menos con Gandalf, otro personaje más que conocido que, como Maiar que era (de la raza de los Istari o Magos) no acepta la corrupción del Mal y se alinea con el Bien a al Bien sirve y al que, sin duda alguna, dedicaremos, cuando corresponda, un artículo especial como merece el que tanto hace para que triunfe el bien. 

Es bien cierto, por tanto, que J.R.R. Tolkien tenía más que claro que la existencia del Bien y del Mal en su mundo (y en el nuestro, en el ahora mismo) debía tener reflejo en la obra que lo iba a hacer inmortal (eso no lo sabía, claro está). Y podemos decir, sin temor a equivocarnos, que consiguió más que bien que lo bueno fuera bueno y lo malo, más malo que la quina. Y es que, en realidad, toda la historia de la humanidad (y en su caso, de los seres que subcrea) ha mostrado que, aún no queriendo Dios (Eru en la Tierra Media) que el Mal exista, acaba surgiendo por corrupción de los corazones. Vamos, tal como la vida misma.

 

 

Eleuterio Fernández GuzmánErkenbrand de Edhellond  

Nota: las imágenes han sido tomadas de Tolkienpedia.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy: 

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos. 

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.