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2.10.18

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro"- Ahí está Dios

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Resultado de imagen de El sillón de ruedas

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Durante unas semanas, si Dios quiere, vamos a dedicar el comentario de los textos de Lolo a un apartado particular del libro citado arriba de título “Recuento de beneficios” donde hace indicación de los beneficios de la relación del Beato con el Todopoderoso.

Ahí está Dios

 

Y Dios, claro, se descuelga por entre los nubarrones y hace rodar su marcha de bravo lebrel.

 

Muchas veces decimos que la esperanza es lo último que se pierde cuando, en realidad, el discípulo de Cristo e hijo de Dios consciente de que lo es sabe muy bien que no puede caer, nunca, en desesperación porque, en tal caso, estaríamos dudando mucho del Creador.

El beato Manuel Lozano Garrido que, para muchos, podría haber perdido la esperanza a lo largo de su vida, por las muchas malas situaciones por las que pasó, nos muestra que no, que ni siquiera él se desesperó y que nunca perdió la confianza en Dios.

Lo que nos dice, a muchos podría parecerles un exceso de confianza. Para Lolo, sin embargo, es lo básico, lo elemental, lo que arraiga en el corazón y sale por la boca.

Nosotros, a tal respecto, y ante una situación, digamos, mala o peor, podemos hacer varias cosas: una de ellas es perder la esperanza; otra, más recomendable, refugiarnos en Quien nos ha dado la vida y nos mantiene en ella.

Dios no quiere, como bien sabemos, nada malo para su semejanza. Por eso no deja de asistirnos cuando lo necesitamos y, claro, cuando lo pedimos. Y es que, una cosa es que nos ame con Amor grande y otra, muy distinta, que no quiera nuestra atención como si fuéramos hijos descarriados que esperan el auxilio de su Padre sin, siquiera, pedirlo.

Pues bien. Sí, pasamos por malos momentos. A eso, el Beato de Linares (Jaén, España) los llama “nubarrones”.

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