InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Diciembre 2017

21.12.17

Meditaciones de Adviento – Jueves III de Adviento. Triduo de Adviento. Primer día.

 Resultado de imagen de Habrá señales en el sol

(Señal de la cruz)

 

-Dios mío, ven en mi auxilio.

-Señor, date prisa en socorrerme.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

  

Texto Bíblico

Lc 21, 25-28. 34-36. Se acerca vuestra liberación

 

25 ‘Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, 26 muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. 27 Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. 28 Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.’

 

34 ‘Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, 35 como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. 36 Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.”

                                

Meditación para el primer día

Velando siempre: terror y esperanza

 

En esta primera meditación del Triduo de Adviento esperamos a quien nos da la vida. Por eso, el texto de la liturgia de hoy nos trae cierto recuerdo escatológico o, más bien, previo a la escatología o al resultado de ésta. Este es un canto de alegría, sin embargo; en la tribulación, también aquí, el mensaje es de optimismo, de un claro optimismo cristiano. 

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20.12.17

Meditaciones de Adviento – Miércoles III de Adviento. Decálogo de Adviento

 

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No podemos dejar de reconocer que el tiempo de Adviento es muy dado, se presta a, ser modelo. Es decir, que cuando estamos esperando la llegada del Hijo de Dios es más que bueno y mejor tener en cuenta una serie de realidades espirituales que nos pueden venir muy bien y nos pueden recordar lo que, a veces, olvidamos. 

El decálogo es una cantidad de algo muy socorrida. Desde que Dios entregó los Diez Mandamientos a Moisés, tal número (que podría haber sido otro, seguramente, pero fue el que fue) ha servido para que se hagan “decálogos” de muchas cosas. Y por eso nosotros vamos a hacer lo propio con algo tan importante para los hijos de Dios como es el Adviento. Y lo hacemos, claro está, empezando por el número uno y acabando por el diez, como Dios manda.

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19.12.17

Meditaciones de Adviento – Martes III de Adviento. Valores de Adviento: confianza

 

Hoy es el aniversario del
primer milagro aprobado a Lolo
19.12.2009
¡Lolo, gracias por tu vida de Santidad!

 

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Los hijos de Dios conscientes de serlo, sabemos que debemos confiar. Es más, que la confianza es el sustrato sobre el que crece nuestra fe. Confiar, pues, es tener fe. 

En el tiempo de Adviento la confianza cobra una importancia, aún, mayor que la que, de ordinario, tiene. Y tal es así porque Quien viene nos la inspira. Sabemos, por eso mismo, que no debemos desesperar. 

Sobre la confianza se dice en el Salmo 71 (5) lo siguiente:

 

“Pues tú eres mi esperanza, Señor, Yahveh, mi confianza desde mi juventud”.

 

Confía, pues, quien sabe que su Dios, que Dios, nunca lo va a abandonar y que, en los peores momentos por los que pueda, siempre ha de contar con la mano tendida y el corazón abierto de Quien lo ha creado. 

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18.12.17

17.12.17

La Palabra del Domingo - 17 de diciembre de 2017

Jn 1, 6-8. 19-28

 

“6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 19 Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’ 20 El confesó, y no negó; confesó: ‘Yo no soy el Cristo.’ 21 Y le preguntaron: ‘¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?’ El dijo: ‘No lo soy.’ – ‘¿Eres tú el profeta?’ Respondió: ‘No.’ 22      Entonces le dijeron: ‘¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?’ 23 Dijo él: ‘Yo soy = voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, =  como dijo el profeta Isaías.’ 24 Los enviados eran fariseos.25 Y le preguntaron: ‘¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?’ 26 Juan les respondió: ‘Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, 27        que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.’ 28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

         

COMENTARIO

 

El que ha de venir y ya viene

 

No hay nada mejor que servirse de aquellos hermanos nuestros que han visto y gozado ciertas cosas de nuestra fe. 

Seguramente Juan, quien escribe este evangelio, era discípulo el Bautista. Habría sido bautizado por el primo de Jesús en las aguas del Jordán y sabía, perfectamente, de qué estaba escribiendo cuando hace lo propio para empezar su texto sagrado. Es decir, no hablaba de oídas sino que era testigo directo de lo que entonces aconteció y, luego, de lo que acabaría pasando.  

Lo que aquí pasa, lo que escribe Juan que fue testigo de todo aquello, es muy importante porque nos pone sobre la pista de la voluntad de Dios, sobre lo que quiere para el hombre y, sobre todo, lo que está pensado para cada uno de nosotros.

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