InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2015

10.01.15

La Palabra del Domingo - 11 de enero de 2015

Biblia

Mc 1, 7-11    

“7 Y proclamaba: ‘Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.’ 9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea,  y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. 11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: ‘Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco?

 

 

COMENTARIO

 

El Precursor

 

Había un hombre que predicaba en el desierto. Lo hacía, en efecto, en tal lugar pero también parece que cumplía su misión en aquellos corazones que no querían recibir lo que estaba diciendo. Profeta y enviado por Dios por delante del Mesías, cumple con lo establecido por el Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!) y transmite aquello que se le ha dicho.

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Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Los Mandamientos que más mandan

 Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que diceFrancisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Los mandamientos que más mandan

 

Y Jesús dijo… (Mc 12, 29-31)

Jesús le contestó: «El primero es: = Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, = = y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, = con toda tu mente y = con todas tus fuerzas. = El segundo es: = Amarás a tu prójimo como a ti mismo. = No existe otro mandamiento mayor que éstos.

Como es imposible del todo que ignoraran que por Seguramente para ponerlo a prueba le preguntan a Jesús por los mandamientos más importantes. supuesto lo sabía, bien podemos pensar que, en el fondo, lo que querían era afirmarlos. Si un Maestro como Jesús confirmaba su creencia, no podían andar equivocados en lo que hacían. ¿O sí?

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9.01.15

Las llaves de Pedro – Meditaciones en Santa Marta: Para no dejarse contagiar por la tentación.

 Papa Francisco

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

Vamos a traer a estas “Llaves de Pedro” las meditaciones que el Santo Padre Francisco pronuncia en la Casa de Santa Marta en las homilías diarias que allí celebra, tomadas  las mismas de  L’Osservatore Romano.

 

Para no dejarse contagiar por la tentación (18 de febrero de 2014)

Papa Francisco en Santa Marta

 

“La tentación se nos presenta de modo solapado, contagia todo el ambiente que nos rodea, nos impulsa a buscar siempre una justificación. Y al final nos hace caer en el pecado, cerrándonos en una jaula de la cual es difícil salir. Para resistir a la tentación es necesario escuchar la Palabra del Señor, porque ‘Él nos espera’, nos da siempre confianza y abre ante nosotros un nuevo horizonte. Es éste, en síntesis, el sentido de la reflexión propuesta por el Papa Francisco el martes 18 de febrero.

El Pontífice partió, como es costumbre, de la liturgia del día, en especial de la Carta de Santiago (12-18) en la que el apóstol ‘tras habernos hablado ayer de la paciencia —destacó— nos habla hoy de la resistencia. Resistencia a las tentaciones. Y nos explica que cada uno es tentado por las propias pasiones, que le atraen y le seducen. Luego, las pasiones engendran, generan el pecado. Y el pecado, una vez cometido, genera la muerte’.

¿Pero de dónde viene la tentación? ¿Cómo actúan dentro de nosotros? Para responder a estos interrogantes, el Papa recurrió nuevamente al texto de la Carta de Santiago. ‘El apóstol —indicó— nos dice que no viene de Dios sino de nuestras pasiones, de nuestras debilidades interiores, de las heridas que dejó en nosotros el pecado original. De allí vienen las tentaciones’. Y al respecto se centró en las características de la tentación, que, dijo, ‘crece, contagia y se justifica’.

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8.01.15

Falsedades acerca de la Iglesia católica –Las riquezas de la Iglesia católica podía venderlas para los pobres.

 

-Vamos a ver si encontramos algo de luz.

-Eso, eso, veamos…

 

 Falsedades y mentiras contra la Iglesia católica  

 

Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.

 

Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.

 

Se suele decir que:

 

La fe católica está manipulada por la jerarquía.

 

La fe católica no va con los tiempos.

 

La fe católica ve poco sus propios defectos.

 

La fe católica pretende adoctrinar al mundo.

 

La fe católica está alejada de la realidad.

 

La fe católica defiende siempre a los poderosos.

 

La fe católica quiere imponer sus principios.

 

La fe católica no sabe cómo van los tiempos.

 

La fe católica está anquilosada.

 

La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.

 

La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.

 

La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.

 

La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.

 

La Iglesia católica no comprende la política actual.

 

La Iglesia católica esconde sus propios defectos.

 

La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.

 

La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)

 

Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.

 

¿Qué les parece a ustedes?

 

La fe católica defiende acumula riquezas inmensas… podía venderlas y favorecer a los pobres.

 

 

 

 

Entre las materias que más destaca y es preferida por todos aquellos que, siguiendo las instrucciones tácitas o no tácitas del Maligno, atacan a la Iglesia católica y, por tanto, entre las falsedades más falsas de las que existen, digamos que la más socorrida es ésta.

 

La Iglesia católica es rica. Vamos, que tiene el dinero que sale por las orejas. Tiene, además, muchas riquezas en oro, plata y los más diversos metales que engordan las arcas de esta avariciosa institución religiosa…

 

En fin…

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7.01.15

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- ¿De verdad queremos la vida eterna?

Proceloso viaje de la Esposa de Cristo

La expresión “Estos son otros tiempos” se utiliza mucho referida a la Iglesia católica. No sin error por parte de quien así lo hace. Sin embargo se argumenta, a partir de ella, acerca de la poca adaptación de la Esposa de Cristo a eso, a los tiempos que corren o, como dirían antiguamente, al “siglo”.

 

En realidad siempre son otros tiempos porque el hombre, creación de Dios, no se quedó parado ni siquiera cuando fue expulsado del Paraíso. Es más, entonces empezó a caminar, como desterrado, y aun no lo ha dejado de hacer ni lo dejará hasta que descanse en Dios y habite las praderas de su definitivo Reino.

 

Sin embargo, nos referimos a tal expresión en materia de nuestra fe católica.

 

¿Son, pues, otros tiempos?

 

Antes de seguir decimos que Jesús, ante la dificultad que presentaba la pesca para sus más allegados discípulos, les mostró su confianza en una labor gratificada diciéndoles (Lc 5,4)

 

 ‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’

 

Quería decirles Jesús que, a pesar de la situación por la que estaban pasando siempre había posibilidad de mejorar y que confiar en Dios era un remedio ciertamente bueno ante la misma.

 

El caso es que, como es lógico, las cosas han cambiado mucho, para el ser humano, desde que Jesús dijera aquellas palabras u otras de las que pronunció y quedaron para la historia del creyente católico como Palabra de Dios.  Por eso no es del todo extraño que se pueda lanzar la pregunta acerca de si estos son otros tiempos pero, sobre todo, que qué suponen los mismo para el sentido primordial de nuestra fe católica.

 

Por ejemplo, si de la jerarquía eclesiástica católica se dice esto:

 

Por ejemplo, de la jerarquía eclesiástica se dice:

Que le asusta la teología feminista.

Que es involucionista.

Que apoya a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Que participa en manifestaciones de derechas.

Que siempre ataca a los teólogos llamados progres.

Que deslegitima el régimen democrático español.

Que no se “abre” al pueblo cristiano.

Que se encierra en su torre de oro.

Que no se moderniza.

Que no “dialoga” con los sectores progresistas de la sociedad.

Que juega a hacer política.

Que no sabe estar callada.

Que no ve con los ojos del siglo XXI.

Que constituye un partido fundamentalista.

Que está politizada.

Que ha iniciado una nueva cruzada.

Que cada vez está más radicalizada.

Que es reaccionaria.

Y, en general, que es de lo peor que existe.

 

Lo mismo, exactamente lo mismo, puede decirse que se sostiene sobre la fe católica y sobre el sentido que tiene la misma pues, como los tiempos han cambiado mucho desde que Jesús entregó las llaves de la Iglesia que fundó a Pedro no es menos cierto, eso se sostiene, que también debería cambiar la Esposa de Cristo.

 

Además, no podemos olvidar el daño terrible que ha hecho el modernismo en el corazón de muchos creyentes católicos.

 

Por tanto, volvemos a hacer la pregunta: ¿son, éstos, otros tiempos para la Iglesia católica?

 

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- ¿De verdad queremos la vida eterna?

 

El ser humano creyente sabe que hay algo después de la muerte. Es decir, está más que seguro que con el morir no se termina todo sino que hay mucho más.

 

Ahora bien, el creyente católico está seguro, además, de algo más: aquello que hay tras la muerte, después de morir, tiene un nombre y es “vida eterna”.

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