InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2015

17.01.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Lo que supone ser discípulo de Cristo.

 Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Lo que supone ser discípulo de Cristo

 

Y Jesús dijo… (Lc 9, 62)

“Y Jesús le dijo:

‘El que pone la mano en el arado y sigue mirando hacia atrás no es apto para el Reino de Dios’”.

Podemos imaginar a los que, en tiempos de Jesús, creían que era un gran Maestro y, es más, estaban convencidos (hechos y palabras lo demostraban) de que era el Enviado de Dios, el Mesías. Y podemos imaginar cómo se sentían al ir en pos de Él.

Para los que habían visto que llevaba a cabo actos extraordinarios e imposibles para el ser humano ordinario si no estaba investido de una autoridad tan superior como la de Dios, no era extraño que ansiaran seguirlo.

Es más, aquellos que lo habían escuchado y habían concluido que las palabras que pronunciaba no eran ocurrencias de quien quiere convencer pero no está convencido de lo que dice ni tampoco eran falsedades, no dudaban lo más mínimo en seguir sus pasos porque era más que posible aprender la doctrina de quien enseña con autoridad divina.

Tenemos, por tanto, a los que por obras y palabras del Maestro querían ser verdaderos discípulos de Cristo.

Es cierto que no siempre había que seguir físicamente al Hijo de Dios porque hubiera sido imposible que miles y miles de personas estuvieran a su lado de forma permanente. Sin embargo, sí era posible ser su discípulo allí donde cada cual se encontrase, viviese, siguiese adelante con su vida.

Dos formas, pues, de seguir a Jesús bien determinadas que, incluso, hoy día pueden entenderse que serían, por ejemplo, seguir al Maestro diciendo sí a la llamada de Dios a la vida religiosa o sacerdotal o hacer lo propio, siendo discípulo suyo, en la vida del siglo, en forma laica.

Pues bien, tanto para una como para otra Jesús pone una condición que muestra más que bien qué supone seguir a Quien vino al mundo para que nos salváramos.

Aquel hombre y aquel Dios hecho hombre, no dudada nada de nada en decir las cosas como tenían que ser dichas. No era, por tanto, políticamente correcto ni le importaba las opiniones de nadie (como en otra ocasión le dicen unos que le preguntan acerca de determinada materia religiosa) Su misión debía ser cumplida pesase a quien pesase y fuesen cuales fuesen las consecuencias (y fueron las que fueron…)

Para seguir a Cristo hay que… seguir a Cristo.

Este seguir a Cristo supone mucho. No es fácil ni sencillo y, a la vez, es lo más fácil y lo más sencillo que podamos entender. Y es fácil porque basta con admitir que se le sigue y sencillo porque no supone hacer un esfuerzo que esté más allá de la capacidad humana ordinaria.

Lo dice con toda rotundidad: quien, queriéndolo seguir (pone la mano en el arado para trabajar) pero mira hacia atrás, en verdad, no es fácil que pueda ser discípulo suyo.

Es más, lo lleva más allá: no es que no pueda ser discípulo suyo sino que no es apto para el Reino de Dios: el de entonces, que trajo Cristo y, luego, el definitivo llamado, también, vida eterna.

Lo que pretende hacernos entender Jesús es que se debe cambiar el corazón para poder ser discípulo suyo: de un corazón de piedra pasar a tener un corazón de carne que se misericordioso y ayudador del prójimo. Por tanto, no se puede servir, como también dijo en una ocasión, a dos señores. Y, en esto, nos conviene muy y mucho sabe a qué Señor debemos servir. No valen equivocaciones en tal sentido porque hacer esto equivale a perder la vida eterna. Ni más ni menos que esta es la verdad.

Todo esto se resume en algo que es, como hemos dicho arriba, fácil y sencillo: seguir a Cristo supone dejar todo lo que es pasado, todo pecado, todo comportamiento ajeno a la voluntad de Dios, todo alejamiento de la escasa misericordia con el prójimo y, en fin, todo aquello que no suponga ser verdadero discípulo de un verdadero Señor.

Y el caso es que esto no es poco. Es más, es lo único que vale la pena tener en cuenta. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Nazareno

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Por la libertad de Asia Bibi. 
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios, la Palabra.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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16.01.15

El aberrante oportunismo de más de uno sobra más que sobra (sobre lo sucedido en Paris)

 

Ya sabemos lo que ha pasado hace unos días en Paris e inmediaciones de la capital francesa. Las muertes terribles de unos seres humanos han recorrido todas las pantallas del mundo y han hecho correr ríos de tinta física e internáutica.

 

Nadie puede permitir que eso pase. Es más, nadie puede estar a favor de que haya personas que, en nombre de Dios, puedan ir por el mundo matando al prójimo haga lo que haga el prójimo.

 

“Haga lo que haga” es, no podemos negarlo, una realidad muy difícil de soportar porque en muchas ocasiones quien hace lo que quiere puede molestar mucho a otro ser humano.

 

El caso de la revista satírica francesa (de cuyo nombre no quiero acordarme porque, como tal, no lo merece) es síntoma de hasta dónde pueden llegar las cosas si las cosas se hacen mal del todo. Es más, cuando el origen de las cosas es el hacer daño por hacer daño acaba pasando lo que ahora ha pasado.

 

Pero a raíz de los asesinatos perpetrados por dos creyentes musulmanes convencidos de que hacían lo correcto según su errado sentido de la fe que decían tener, ha tenido otras consecuencias no menos terribles que las propias muertes. Y decimos más terribles porque de entender lo que muchos han dicho acabarán derivándose males mayores.

 

Algunos han querido ser buenistas; otros han querido hablar cuando debían callar; y otros, por fin, han preferido decir algo y, con eso, se han retratado a la perfección.

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15.01.15

Falsedades acerca de la Iglesia católica – La Iglesia católica no admite cambiar sus doctrinas.

-Vamos a ver si encontramos algo de luz.

-Eso, eso, veamos…

 Falsedades y mentiras contra la Iglesia católica

 

 Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.

 

Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.

 

Se suele decir que:

 

La fe católica está manipulada por la jerarquía.

 

La fe católica no va con los tiempos.

 

La fe católica ve poco sus propios defectos.

 

La fe católica pretende adoctrinar al mundo.

 

La fe católica está alejada de la realidad.

 

La fe católica defiende siempre a los poderosos.

 

La fe católica quiere imponer sus principios.

 

La fe católica no sabe cómo van los tiempos.

 

La fe católica está anquilosada.

 

La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.

 

La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.

 

La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.

 

La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.

 

La Iglesia católica no comprende la política actual.

 

La Iglesia católica esconde sus propios defectos.

 

La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.

 

La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)

 

Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.

 

¿Qué les parece a ustedes?

 

La Iglesia católica no admite cambiar sus doctrinas

 

 

Si a un católico se le dice que tiene que cumplir tal o cual precepto seguramente te dirá que no está obligado porque la Ley de Dios no se impone su cumplimiento. Y esto, con ser cierto, no está totalmente de acuerdo con la naturaleza de la fe que tiene y de la que tenía que tener formación adecuada.

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14.01.15

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- ¿Hablar de Dios?

Proceloso viaje de la Esposa de Cristo

La expresión “Estos son otros tiempos” se utiliza mucho referida a la Iglesia católica. No sin error por parte de quien así lo hace. Sin embargo se argumenta, a partir de ella, acerca de la poca adaptación de la Esposa de Cristo a eso, a los tiempos que corren o, como dirían antiguamente, al “siglo”.

 

En realidad siempre son otros tiempos porque el hombre, creación de Dios, no se quedó parado ni siquiera cuando fue expulsado del Paraíso. Es más, entonces empezó a caminar, como desterrado, y aun no lo ha dejado de hacer ni lo dejará hasta que descanse en Dios y habite las praderas de su definitivo Reino.

 

Sin embargo, nos referimos a tal expresión en materia de nuestra fe católica.

 

¿Son, pues, otros tiempos?

 

Antes de seguir decimos que Jesús, ante la dificultad que presentaba la pesca para sus más allegados discípulos, les mostró su confianza en una labor gratificada diciéndoles (Lc 5,4)

 

 ‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’

 

Quería decirles Jesús que, a pesar de la situación por la que estaban pasando siempre había posibilidad de mejorar y que confiar en Dios era un remedio ciertamente bueno ante la misma.

 

El caso es que, como es lógico, las cosas han cambiado mucho, para el ser humano, desde que Jesús dijera aquellas palabras u otras de las que pronunció y quedaron para la historia del creyente católico como Palabra de Dios.  Por eso no es del todo extraño que se pueda lanzar la pregunta acerca de si estos son otros tiempos pero, sobre todo, que qué suponen los mismo para el sentido primordial de nuestra fe católica.

 

Por ejemplo, si de la jerarquía eclesiástica católica se dice esto:

 

Por ejemplo, de la jerarquía eclesiástica se dice:

Que le asusta la teología feminista.

Que es involucionista.

Que apoya a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Que participa en manifestaciones de derechas.

Que siempre ataca a los teólogos llamados progres.

Que deslegitima el régimen democrático español.

Que no se “abre” al pueblo cristiano.

Que se encierra en su torre de oro.

Que no se moderniza.

Que no “dialoga” con los sectores progresistas de la sociedad.

Que juega a hacer política.

Que no sabe estar callada.

Que no ve con los ojos del siglo XXI.

Que constituye un partido fundamentalista.

Que está politizada.

Que ha iniciado una nueva cruzada.

Que cada vez está más radicalizada.

Que es reaccionaria.

Y, en general, que es de lo peor que existe.

 

Lo mismo, exactamente lo mismo, puede decirse que se sostiene sobre la fe católica y sobre el sentido que tiene la misma pues, como los tiempos han cambiado mucho desde que Jesús entregó las llaves de la Iglesia que fundó a Pedro no es menos cierto, eso se sostiene, que también debería cambiar la Esposa de Cristo.

 

Además, no podemos olvidar el daño terrible que ha hecho el modernismo en el corazón de muchos creyentes católicos.

 

Por tanto, volvemos a hacer la pregunta: ¿son, éstos, otros tiempos para la Iglesia católica?

 

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"-  ¿Hablar de Dios?

Seguramente las anti-virtudes están dominadas por un demonio. Así, por ejemplo, ha de estar el demonio de la falta de esperanza, el de la falta de laboriosidad, el de la falta de amor, el de la escasez de paciencia. También, por ejemplo, el demonio de la poca bondad, el de la nula misericordia o, en fin, aquel que no nos permite socorrer a quien lo necesita aumentándonos el egoísmo.

Todo lo dicho, como podemos apreciar, tiene relación directa con la bondad sobre toda bondad o el amor sobre todo amor. Así, Dios mismo, que es todo eso y mucho más, es el punto álgido de nuestra fe, la raíz sobre la que crece el árbol de una existencia de la que se pueda predicar que es la propia de un hijo del Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!)

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13.01.15

Un amigo de Lolo – Toda la bondad de Dios para con nosotros

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

 Libro de oración

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

Toda la bondad de Dios para con nosotros

 

“No hay ni una sola persona que pudiera decir que ha pasado por la vida sin haber experimentado la bondad de Dios. Por el contrario, Él sí que podría afirmar lo opuesto de la nuestra”.

(Bien venido, amor57)

 

¿Habrá algo más terrible que un padre constate que algún hijo suyo no lo quiere? Es más, ¿es posible soportar que un hijo odie a un padre hasta querer renunciar a haberlo tenido?

Tales preguntas, ambas terribles, nos ponen en la situación de darnos cuenta de una realidad espiritual que nos toca a cada uno de nosotros pues, como hijos de Dios que somos nada hay más alejado de la Verdad que sentirla fuera de nuestra existencia.

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