InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2015

14.10.15

Carta a Willy Toledo

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Muy poco estimado Willy

Tengo que reconocer que cuando, a lo largo del tiempo, he leído o escuchado algunas de las declaraciones que, de vez en cuando, profieres, me ha quedado la sensación de que eres un pobre hombre. Y quiero que entiendas que no me refiero a tu economía. Quiero decir que das la impresión de ser un ser humano ínfimo, alguien que tiene una consideración de sí mismo en exceso soberbia. Y, ciertamente te digo, no pareces tan gran cosa.

 

Está claro que puedes tener las ideas que te dé la gana tener. Las tuyas, según muestras y demuestras, tienen poco que ver con quien es civilizado y tiene del resto de seres humanos una consideración de igualdad. Lo que quiero decirte es que ideológicamente eres una persona evidentemente desnortada. Y lo digo con toda la caridad del mundo y sin escribir lo que me parece de la ideología que sigues.

Digo que puedes creer lo que bien te parezca creer. Sin embargo, cuando uno hace lo que hace y según lo hace debe tener en cuenta que lo que se dice puede ofender.

Seguramente a ti te parezca que decir lo que dices al respecto de lo que dices sólo puede producir ofensa en quien se quiere dejar ofender. Ya sabes eso de “a palabras necias oídos sordos”. Y eso es cierto. Lo que pasa es que cuando se dicen según qué cosas se está rebasando una línea que nunca se debe rebasar si no es que se quiere verse dentro de algún problema más grave.

Todo esto viene al caso por algo que has dicho en las redes sociales. Según parece a ti te gusta defecar sobre muchas cosas. Y eso, para según qué personas, puede venir muy bien pues los efectos del estreñimiento prolongado nunca son buenos ni bien recibidos. En tu caso, sin embargo, eso no causa el efecto esperado. Y lo digo por lo que tu faz muestra y en la que, al parecer, no surte efecto el defecar como haces.

Bueno. Decía que puedes defecar según tengas a bien. Sin embargo, de aquello en lo que dices que defecas hay algo que no puedo consentir dejar sin contestar o contrarrestar.

Dices que te cagas “en la Virgen del Pilar”. Y hasta ahí hemos llegado, bonito.

Si hay algo que los católicos no podemos soportar es que alguien se acuerde de nuestra Madre como tú te has acordado.

Está claro que tú no tienes más fe que la que prediques de ti mismo y que te trae al pairo todo lo que, por tanto, tenga que ver la fe católica. Eso, a mí, me importa un pito pues sólo faltaría que individuos malcarados como tú estuviesen en la misma barca que personas como las que confesamos nuestra fe católica pues ya tenemos suficientes tibios entre los nuestros como para soportar adefesios como tú.

Te digo que eso que has dicho de la Virgen María, en una advocación muy querida por millones de personas (¡Sí, chiquilicuatre!, millones de personas) es más que grave. Seguramente para escribir lo que has escrito habrás tenido que pensar (es un decir esto) en qué ibas a defecar. Y te habrá salido, como suele ser habitual en los rojos, la maldita Iglesia católica. Y, entonces, aprovechando que le día era el que era (12 de octubre) te ha venido bien recordar de esa manera a la Madre de Dios a la que, en Zaragoza, se le tiene tanto cariño y amor.

¿Sabes lo que te pasa a ti?

Es bastante sencillo. Resulta que por ser como eres, no puedes soportar lo que supone una persona que entregó su vida a Dios y trajo al mundo a quien tanto detestas porque ni comprendes ni te importa un bledo comprender. Y como sabes que nada te va a pasar porque aquí no actuamos como lo harían otras religiones (por cierto, la musulmana tiene muy bien considerada a la Virgen María. Yo de ti me tentaría bien la ropa antes de decir según qué cosas) con personas como tú, pues te vales de eso para blasfemar de la Madre de Dios. Y sabes bien que eso va a ser así porque ya ha pasado muchas veces entre nosotros donde, por ejemplo, alguien se cagó en Dios en una obra de teatro sin consecuencia alguna (ni legal ni nada por el estilo) más que una leve respuesta en su contra por algunos (musulmanes y judíos incluidos).

La verdad es que tú das bastante asco. Y no me refiero a tu pinta propia de un desarrapado y de un pobre de salón. Me refiero a que sólo dices aquello que te sale de las tripas sin haber pasado el conveniente lavado de corazón. Bueno, a lo mejor es que lo tienes bastante negro y de eso sólo puede salir brutalidad e ignorancia.

Querido Willy. Francamente te diría muchas cosas que bien mereces que se te digan. Sin embargo, voy a pedir a Dios que te perdone aunque, de verdad, sí sepas lo que haces aunque sin saberlo.

Y eso, francamente te digo, es mucho peor y, sobre todo, peor de lo que tú, siquiera, puedas adivinar.

Un saludo y que Dios te bendiga aunque, entonces, aproveches para defecar en tu Creador. Y es que ya sabemos qué se dice de quien es desagradecido.

Pues eso, tú mismo.

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

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Por la libertad de Asia Bibi. 

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Algunas blasfemias merecen caer en el reino del olvido. Otras, sin embargo, merecen ser recordadas… para que se sepa.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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13.10.15

Un amigo de Lolo – Cómo superar el sufrimiento

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le inflijían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

 Libro de oración

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

Cómo superar el sufrimiento

 

“El dolor es como una espuela, que levanta y, aquel que se pone de pie, vuelve a estar nuevamente cerca del Cielo, de cara a la realidad del Padre.” (Reportajes desde la cumbre, p. 119)

 

Si hay una expresión característica de Manuel Lozano Garrido es la utilización del verbo “Sobrenadar”. En realidad, podemos decir que no se trata de un verbo al uso sino de uno que determina una clara voluntad de saber permanecer por encima de aquello que, a lo mejor, puede causar daño. Y este texto lo muestra a la perfección.

Sabemos que al hablar de Lolo el sufrimiento, sufrir o dolor, son expresiones que están al orden del día. Sufrió físicamente y mucho era lo que ofrecía a Dios de tal sufrimiento.

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11.10.15

María, Pilar de la fe

 

“Oh Virgen del Pilar, Reina y Madre. España y todas las naciones hispanas reconocen con gratitud tu protección constante y esperan seguir contando con ella.

Obténnos de tu Hijo fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Queremos que en todos los instantes de nuestra vida sintamos que tu eres nuestra Madre.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

Para los católicos, tenemos en mucho a la Madre de Dios y la amamos de una forma por la que, muchas veces, se nos tilda de exagerados. Sin embargo, bien sabemos que todo el amor que mostremos por María, la Virgen Santísima e Inmaculada, será poco porque los méritos de la Madre de Dios y, también, el auxilio que nos proporciona cuando la requerimos, valen más que todo lo que el mundo pueda ofrecernos.

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La Palabra del Domingo - 11 de octubre de 2015

 Biblia

 Mc 10, 17-30

 

“17 Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: ’Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?’ 18 Jesús le dijo: ‘¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. 19        Ya sabes los mandamientos: = No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, = no seas injusto, = honra a tu padre y a tu madre.’=

20 El, entonces, le dijo: ‘Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.’ 21 Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: ‘Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los  pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.’ 22     Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. 23 Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: ‘¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el  Reino de Dios!’ 24 Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: ‘¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! 25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.’ 26 Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: ‘Y ¿quién se podrá salvar?’ 27 Jesús, mirándolos fijamente, dice: ‘Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para  Dios.’          28 Pedro se puso a decirle: ‘Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.’ 29         Jesús dijo: ‘Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio,      30 quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna.’”

 

MEDITACIÓN

Seguir, de camino, hacia el otro lado del Reino

1.- Como seres humanos, sabedores como somos que hay algo más después de esta vida, anhelamos encontrarnos allí algún día.

Por eso, la pregunta que aquel joven rico hace al Maestro Jesús no deja de tener sentido pues, según él, o eso creía, había cumplido todo lo que la ley decía. Así, cuando Jesús le nombra los mandamientos, tan conocidos, del no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, etc., él es consciente, y así lo dice, que esa parte, la de la relación del hombre con Dios, en aras a ese cumplimiento, ya la lleva a cabo. Está, por eso, orgulloso. Y esto, francamente, es así.

2.- Pero, como tantas veces pasa con Jesús, le tenía preparada una sorpresa que le iba a bajar, en aquel momento, de su pedestal de hombre de bien y de su contentura natural.

Otras veces le preguntaron al Maestro que cuáles eran los mandamientos de la Ley de Dios. Él, resumiendo, los reduce a dos: amarás a Dios sobre todas las cosas, el más importante  y, por otra parte, amarás a tu prójimo como a ti mismo. Y aquí, en este segundo mandato, digamos que, general, radicaba la cuestión a debatir.

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10.10.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Los hombres y los diversos sábados

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en losversículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que diceFrancisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuánto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Los hombres y los diversos sábados

 

Y Jesús dijo… (Mc 2, 27)

“Y les dijo: ‘El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado’”.

 

No es la primera vez que Jesús tiene que rebatir una mala interpretación de la voluntad de Dios a través de su Ley.

El caso es que cuando el Todopoderoso llevó a cabo la creación y creó al ser humano le entregó la primera para que se hiciera cargo de ella. Era, por tanto, la cima de aquella pirámide de Amor que le había hecho hacerlo todo cuando nada existía.

Pues bien, a lo largo de los siglos desde que el ser humano sabe que Dios es Dios, Creador y, por tanto, que ha hecho posible que pueda andar por la Tierra y caminar hacia su definitivo Reino; digamos que desde que Abrahám fue consciente de la existencia del “Que es”, no fueron pocas las ocasiones en las que el ser humano modificó la Ley de Dios en interés propio. Bien fuera por verdadera ignorancia del sentido que tenía la norma divina (lo cual excusaba, en cierta manera, su incumplimiento total o parcial) bien fuera por conocimiento y voluntad expresa de tergiversación (lo cual no excusaba de su culpa) el caso es que algunas cosas no eran como debían ser. Y el tema del sábado, de la consideración del descanso en aquel día, era una de ellas.

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