InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Noviembre 2015

7.11.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Saber tener para que no se nos quite.

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuánto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Saber tener para que no se nos quite  

Y Jesús dijo… (Mc 4, 25)

“Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.”

 

No podemos dejar de reconocer que Jesús, de vez en cuando, hablaba de una forma un tanto enigmática. Es más, es tanto más enigmática cuanto más cerrados estén nuestros corazones.

Este texto del evangelio de san Marcos nos pone el corazón en un puño: ¿qué quería decir Jesús con eso de quitar a quien no tiene y dar a quien tiene? ¿Acaso estaba sembrando semilla de injusticia?

Bueno. Como sabemos el Hijo de Dios gustaba de hacer uso de palabas así. Es más, este caso, el de quitar a quien no tiene y dar a quien tiene no sólo aparece en este evangelio sino, también, en otros:

Mt 13, 12:

“Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará.”

Lc 8, 18:

“Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará.”

Lc 19, 26:

“Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.”

Tal expresión, por tanto, quería decir algo y ese algo es lo que vamos a tratar de desentrañar.

Para empezar podemos decir que, con toda seguridad, Jesús no podía querer decir nada contrario ni a la voluntad de Dios ni a la aplicación de su justicia. Eso estaba muy lejos de su voluntad. Por tanto se debía referir a algo muy relacionado con sus hermanos los hombres.

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6.11.15

Dicen que el PSOE quiere quitar la religión de la enseñanza

Al parecer han vuelto a hacer uso de lo mismo. A falta de mejores temas que proponer por una ideología corrompida desde su base y podrida en sus entrañas, a los chicos del PSOE no se les ocurre otra cosa que volver a dar mandobles a la Iglesia católica. ¡Estos chicos no tienen remedio alguno!

Siempre están a lo mismo. Tienen por bueno hacer eso porque saben más que de sobra que no van a tener malas consecuencias. A lo mejor hasta aumentan el número de votos si tratan de pescar en un sector político muy de izquierdas que odia a la Iglesia católica, a todo lo que es y representa y que estaría la mar de encantado de volver a los años treinta del siglo pasado donde cometieron todos los desmanes que quisieran en contra de la misma y de sus fieles y lo hicieron amparados ¡por las leyes!

Sin embargo, lo único que dan es verdadera pena. Estos ateos malcarados y venidos a menos (¡ya no son lo que eran aunque quisieran serlo!) pretenden, nada más y nada menos, que eliminar la asignatura de Religión Católica de la enseñanza. Es más, al parecer también quieren que todos los crucifijos desaparezcan de las aulas. Sin embargo, no creemos que exista ninguna en ningún centro educativo público. Entonces ¿acaso pretenden que los concertados o privados también los quiten si los tienen allí bien puestos?

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5.11.15

El rincón del hermano Rafael – Saberse amado por Dios

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.   

Nosotros vamos a dedicar nuestra atención a un libro en particular. Recoge los diarios de San Rafael Arnaiz entre el 16 de diciembre de 1937 y el 17 de abril de 1938y está editado por la Asociación Bendita María.

Vayamos, de todas formas, ahora mismo, a escribir sobre el protagonista de esta nueva serie.

Cuando Dios tiene a bien escoger a uno de sus hijos para que siga una vida de fe acentuada hace que se note desde la corta edad. Y eso era que le pasaba a Rafael: daba muestras de que las cosas de Dios le interesaban más que al resto de sus compañeros de la infancia.

Sin embargo, desde temprana edad enfermó y empezó a llevar su particular cruz.

Aunque Rafael, dotado de una precoz inteligencia, parecía tener una vida en el mundo, en el siglo, de especial importancia (se matriculó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid) no podía evitar, ni quería, su voluntad de profundizar en su vida espiritual.

Tal es así que ingresó en el monasterio cisterciense de San Isidro de Dueñas el 15 de enero de 1934.

La enfermedad que arriba hemos citado, la diabetes sacarina, le obligó a abandonar el monasterio en tres ocasiones pero volvió en otras tres ocasiones porque bien sabía que no otro era el camino espiritual que debía seguir.

Cuando recién había estrenado los 27 años Dios lo llamó cabe sí un 26 de abril de 1938 siendo sepultado en el monasterio donde había ingresado para seguir una vida espiritual acorde con su voluntad de hijo del Creador.

El caso es que la fama de santidad de un católico tan joven y tan entregado a su fe no tardó en salir de los muros del monasterio. Y es que aquello que había escrito estaba dotado de una especial atracción. Tal es así que el 20 de agosto de 1989, san Juan Pablo II lo propuso como modelo para los jóvenes que iban a acudir a la Jornada Mundial de la Juventud a celebrar en Santiago de Compostela. Y unos pocos años después, en 1992 fue beatificado (el 27 de septiembre).

Pero, seguramente, no bastaba con el reconocimiento que se hacía entonces. El Beato Rafael iba a subir un escalón más en el Cielo y el 11 de octubre de 2009 el ahora emérito Benedicto XVI canonizaba a quien había sabido comunicar al mundo que sólo Dios era suficiente para llevar una existencia propia de un buen y fiel hijo.

Que Dios nos ayude a acercarnos lo mejor posible al pensamiento espiritual de San Rafael Arnáiz, el hermano Rafael. Y, de paso, le pedimos que  interceda por nosotros. 

VIII-Dios-y-mi-alma 

Saberse amado por Dios

6 de enero de 1938 – jueves

“Por la mañana de este día tuve gran consuelo y mucha paz en la santa comunión. Estuve un gran rato muy recogido; vi con claridad que sólo Jesús puede llenar mi alma y mi vida.

Hubiera querido ofrecer a Jesús Niño algo…, algo que no tengo. Hubiera querido morir en su presencia olvidándome de todo, y solamente amándole… ¡Qué bueno es Dios!

No habían pasado tres cuartos de hora, cuando no lo sé, ni me lo explico, una angustia muy grande llenó mi espíritu. Mi alma se derramó en lágrimas en la capilla del noviciado. ¡Señor, soy un pobre hombre!

¡Me vi tan solo!… ¿Y mi fervor?… ¿Y mis ansias de Dios y desprecio del mundo, dónde se fueron?… ¿Por qué me dejas, Señor?… ¿Qué haré yo sin Ti? Me da pena de mi mismo al verme tan débil.

Al hacer el examen por la noche, comprendí muchas cosas, que no acierto a escribir.

Dios es muy bueno conmigo.”

A pesar de las circunstancias por las que pasa el hermano Rafael todo apunta hacia Dios. Sólo a fe sostiene a quien se sabe poco ante su Creador. Y así lo refleja en este su diario.

Para Rafael, saberse amado por Dios es la clave de una vida en la que trata de agradar al Padre con su comportamiento, con su pensamiento.

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4.11.15

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- Sembrar nuestra fe católica.

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- Sembrar nuestra fe católica.

Proceloso viaje de la Esposa de Cristo

La expresión “Estos son otros tiempos” se utiliza mucho referida a la Iglesia católica. No sin error por parte de quien así lo hace. Sin embargo se argumenta, a partir de ella, acerca de la poca adaptación de la Esposa de Cristo a eso, a los tiempos que corren o, como dirían antiguamente, al “siglo”.

En realidad siempre son otros tiempos porque el hombre, creación de Dios, no se quedó parado ni siquiera cuando fue expulsado del Paraíso. Es más, entonces empezó a caminar, como desterrado, y aun no lo ha dejado de hacer ni lo dejará hasta que descanse en Dios y habite las praderas de su definitivo Reino.

 Sin embargo, nos referimos a tal expresión en materia de nuestra fe católica.

 ¿Son, pues, otros tiempos?

 Antes de seguir decimos que Jesús, ante la dificultad que presentaba la pesca para sus más allegados discípulos, les mostró su confianza en una labor gratificada diciéndoles (Lc 5,4)

 ‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’

Quería decirles Jesús que, a pesar de la situación por la que estaban pasando siempre había posibilidad de mejorar y que confiar en Dios era un remedio ciertamente bueno ante la misma.

El caso es que, como es lógico, las cosas han cambiado mucho, para el ser humano, desde que Jesús dijera aquellas palabras u otras de las que pronunció y quedaron para la historia del creyente católico como Palabra de Dios.  Por eso no es del todo extraño que se pueda lanzar la pregunta acerca de si estos son otros tiempos pero, sobre todo, que qué suponen los mismo para el sentido primordial de nuestra fe católica.

Por ejemplo, si de la jerarquía eclesiástica católica se dice esto:

Que le asusta la teología feminista.

Que es involucionista.

Que apoya a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Que participa en manifestaciones de derechas.

Que siempre ataca a los teólogos llamados progres.

Que deslegitima el régimen democrático español.

Que no se “abre” al pueblo cristiano.

Que se encierra en su torre de oro.

Que no se moderniza.

Que no “dialoga” con los sectores progresistas de la sociedad.

Que juega a hacer política.

Que no sabe estar callada.

Que no ve con los ojos del siglo XXI.

Que constituye un partido fundamentalista.

Que está politizada.

Que ha iniciado una nueva cruzada.

Que cada vez está más radicalizada.

Que es reaccionaria.

Y, en general, que es de lo peor que existe.

Lo mismo, exactamente lo mismo, puede decirse que se sostiene sobre la fe católica y sobre el sentido que tiene la misma pues, como los tiempos han cambiado mucho desde que Jesús entregó las llaves de la Iglesia que fundó a Pedro no es menos cierto, eso se sostiene, que también debería cambiar la Esposa de Cristo.

Además, no podemos olvidar el daño terrible que ha hecho el modernismo en el corazón de muchos creyentes católicos.

Por tanto, volvemos a hacer la pregunta: ¿son, éstos, otros tiempos para la Iglesia católica?

 

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe – Sembrar nuestra fe católica

 

Desde el exacto principio de la Iglesia católica había algo que se debía entender: Cristo envía a sus discípulos al mundo no a vivir en él sin hacer nada sino, al contrario, a transmitir la Buena Noticia que se centraba en el hecho de que el Reino de Dios había llegado al mundo.

Sabemos, por tanto, que la principal misión (todo se deriva de la misma o todo nace a partir de ella) es evangelizar o, lo que es lo mismo, trasladar al mundo que Cristo vino al mundo a salvar a la misma humanidad.

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3.11.15

Y Lolo subió al Cielo

Dies Natalis del beato Lolo

 Es común escuchar en muchos funerales como el sacerdote oficiante cae en  un error que no es poco corriente: dice que el fallecido ya está en el Cielo con Dios.

Decimos que es un error porque, primero, no se sabe en su totalidad la realidad espiritual de quien ha muerto pero, en segundo lugar, no sabemos qué consideración tendrá Dios con su alma. Por tanto, y en resumidas cuentas, es difícil determinar si una persona, así de repente, ha subido al Cielo cuando ha muerto.

Es bien cierto que esto se puede decir para tratar de consolar a la familia de la persona fallecida. Sin embargo, mejor sería que se advirtiera (para los vivos) que hay que tener en cuenta la totalidad del comportamiento de una persona para determinar, en su Juicio particular, cuál es su destino eterno. Pero así, de repente, decir que un alma ha subido al Cielo sólo puede hacerse de aquella de la que pueda decir que sobre ella recaía la llamada “fama de santidad”. Es decir, que sólo (y aun así no lo sabemos) en tales casos el sacerdote se podría aventurar a decir que, en efecto, el hermano fallecido, está en el Cielo.

Pero, como decimos, está la fama de santidad.

Es fácil entender qué se quiere decir con esto. Y es que sobre una persona creyente católica es posible que concurran tales dones y gracias espirituales que le hayan hecho llevar una vida santa. Eso, como podemos comprobar, no es fácil. Sin embargo, Dios Padre Todopoderoso hace que sí lo sea en determinados casos.

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