InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Mayo 2015

27.05.15

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- La tolerancia

Proceloso viaje de la Esposa de CristoLa expresión “Estos son otros tiempos” se utiliza mucho referida a la Iglesia católica. No sin error por parte de quien así lo hace. Sin embargo se argumenta, a partir de ella, acerca de la poca adaptación de la Esposa de Cristo a eso, a los tiempos que corren o, como dirían antiguamente, al “siglo”.

 

En realidad siempre son otros tiempos porque el hombre, creación de Dios, no se quedó parado ni siquiera cuando fue expulsado del Paraíso. Es más, entonces empezó a caminar, como desterrado, y aun no lo ha dejado de hacer ni lo dejará hasta que descanse en Dios y habite las praderas de su definitivo Reino.  Sin embargo, nos referimos a tal expresión en materia de nuestra fe católica.

 ¿Son, pues, otros tiempos?

Antes de seguir decimos que Jesús, ante la dificultad que presentaba la pesca para sus más allegados discípulos, les mostró su confianza en una labor gratificada diciéndoles (Lc 5,4)

 ‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’

Quería decirles Jesús que, a pesar de la situación por la que estaban pasando siempre había posibilidad de mejorar y que confiar en Dios era un remedio ciertamente bueno ante la misma.

El caso es que, como es lógico, las cosas han cambiado mucho, para el ser humano, desde que Jesús dijera aquellas palabras u otras de las que pronunció y quedaron para la historia del creyente católico como Palabra de Dios.  Por eso no es del todo extraño que se pueda lanzar la pregunta acerca de si estos son otros tiempos pero, sobre todo, que qué suponen los mismo para el sentido primordial de nuestra fe católica.

Por ejemplo, si de la jerarquía eclesiástica católica se dice esto:

Por ejemplo, de la jerarquía eclesiástica se dice:

Que le asusta la teología feminista.

Que es involucionista.

Que apoya a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Que participa en manifestaciones de derechas.

Que siempre ataca a los teólogos llamados progres.

Que deslegitima el régimen democrático español.

Que no se “abre” al pueblo cristiano.

Que se encierra en su torre de oro.

Que no se moderniza.

Que no “dialoga” con los sectores progresistas de la sociedad.

Que juega a hacer política.

Que no sabe estar callada.

Que no ve con los ojos del siglo XXI.

Que constituye un partido fundamentalista.

Que está politizada.

Que ha iniciado una nueva cruzada.

Que cada vez está más radicalizada.

Que es reaccionaria.

Y, en general, que es de lo peor que existe.

Lo mismo, exactamente lo mismo, puede decirse que se sostiene sobre la fe católica y sobre el sentido que tiene la misma pues, como los tiempos han cambiado mucho desde que Jesús entregó las llaves de la Iglesia que fundó a Pedro no es menos cierto, eso se sostiene, que también debería cambiar la Esposa de Cristo.

Además, no podemos olvidar el daño terrible que ha hecho el modernismo en el corazón de muchos creyentes católicos.

Por tanto, volvemos a hacer la pregunta: ¿son, éstos, otros tiempos para la Iglesia católica?

 “Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"-  La tolerancia

Generalmente, se entiende por tolerancia una actitud que consiste en no poner impedimentos a lo que se considera ilícito pero sin aprobarlo. Sería algo así como un “dejar hacer” a sabiendas de que tal hacer no está bien ni puede estarlo.

Tal forma de pensamiento ha concluido o, mejor, ha llegado a establecer la especie según la cual una persona es tolerante cuanto entiende que cualquier opinión es igual de válida que otra.

¿Qué significa esto?

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26.05.15

Un amigo de Lolo – Oración para saber sufrir solo

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le inflijían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 Libro de oración

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

Oración para saber sufrir solo

Señor: Me pregunto si es posible un dolor con escafandra, que abarquille sus tentáculos sobre un corazón mientras los mismos labios dan a partir, sencillamente, el precio  de una corbata o el calor que se nos echa de pronto. Si sufro, me gustaría oír mi grito caracoleando dentro de una coraza de carne petrificada, revestida de amianto, mientras al otro lado se ríe, se canta y se paladea pura y gozosamente el regalo frondoso de la vida.  (Extraída de “El sillón de ruedas”)

Querer que los demás no sufran con los padecimientos de uno no deja de ser manifestación de amor. El dolor para sí y, en todo caso, compartido con el Amor misericordioso del Padre Dios que consuela a sus hijos y, con más naturalidad, a los que necesitan su auxilio.

Ciertamente hay muchas formas de sufrir aquello por lo que, de malo, pasamos a lo largo de nuestra vida: la que manifiesta el mismo con altavoz y la que es callada.

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24.05.15

La Palabra del Domingo - 24 de mayo de 2015

  

Biblia

Jn 15, 26-27; 16, 12-15

“26 Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí. 27 Pero también vosotros daréis testimonio,  porque estáis conmigo desde el principio.

 12  Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. 13  Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. 14El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.      “

 

 

COMENTARIO

Nuestro Defensor de parte de Dios

No podemos negar que una de las cuestiones más difíciles de entender es la del Espíritu Santo, que creemos forma parte, con el Padre y el Hijo,  de la Santísima Trinidad, eje esencial de nuestra fe.

Sin embargo, Jesús no trata, en estos textos del Evangelio de Juan, de que comprendamos la profundidad de esta persona tan singular nacida del amor que Padre y el Hijo y que se representa como fuego (Pentecostés), como paloma (Bautismo de Cristo) o como brisa suave (Profeta Elías). Lo que quiere es que sepamos que pronto, en aquel entonces, vendría, y lo que esto debía de suponer para aquellos que aceptasen esa mediación, la del Defensor, para aquellos que la aceptasen y, ahora, para los que la acepten.

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23.05.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Lo nuevo y lo viejo

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Lo nuevo y lo viejo

Y Jesús dijo… (Mt 9, 16-17)

Vino nuevo, odres nuevos

“Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce  un desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el vino se derrama, y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos, y así ambos se conservan.”

  

Hay que reconocer que Jesús sabe utilizar palabras de la vida común para explicar cosas muy profundas. En realidad era lo único que podía hacer si es que quería que aquellos que le escuchaban, muchos iletrados y personas sencillas, acabasen entendiendo algo. Por eso utilizaba, por ejemplo, las parábolas o, como es este caso, es de útiles muy comunes en su tiempo.

Sin embargo, sabemos que Jesús, que hilaba muy fino cuando hablaba, quería decir mucho más de lo que las palabras que pronunciaba decían. Tenían sentidos que iban más allá de las sílabas que las conformaban.

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22.05.15

El verdadero y único voto útil

 

De vez en cuando se llama a los ciudadanos a expresar sus opiniones en materia política. Los católicos sabemos, debemos saber, que no somos de este mundo pero que estamos en él. Por tanto, no podemos quedarnos al margen del funcionamiento general del mismo. Y acudir a votar es una obligación de las llamadas graves. Y lo es porque del resultado de las elecciones muchos bienes espirituales pueden correr peligro. ¡Si, también bienes espirituales!

El caso es que cuando se nos llama a votar podemos incurrir en un error muy común: olvidamos qué es lo que pensamos en materia religiosa.

Nosotros, los católicos (a quien va dirigido esto) debemos tener presente muchas cosas a la hora de escoger a quien damos nuestra confianza. Y es que pretender hacer como que no tuviera importancia tal gesto de elección es más que grave.

Es posible, en este sentido, caer en una trampa. Tiene nombre pero sentido distinto (y equivocado) al que, de verdad, se da: voto útil.

Lo útil es aquello que sirve, de lo que se puede obtener fruto. Y en materia política también hay realidades de las que se puede sacar fruto. Y no nos referimos a la corrupción y al dinero intrínsecamente unido a ella.

El caso es que corre por el mundo político la idea según la cual el voto útil es aquel que permite que gane las elecciones el partido que nos gustaría que ganara como por apuntarse al bando vencedor. Al parecer, sólo hay que tener en cuenta eso, que gane, sin ver más allá de lo que eso implica.

Esto lo decimos porque no es cierto que el voto útil sea aquel que permita ganar “al mal menor” pues todo mal es, por sí mismo, mayor y grande.

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