InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2014

7.02.14

Eppur si muove - Sobre infieles e infidelidades

Infidelidades en la Iglesia

Este tema pueda parecer un poco peliagudo porque están implicados muchos creyentes, todos, y, por eso mismo, hay que hilar muy fino al respecto del mismo.

Pues bien. Como bien sabemos, una vez una persona ha sido bautizada (generalmente cuando nada puede decir al respeto de su bautizo pero hecho por conveniencia de su alma y en beneficio de la tal persona) entra en la Iglesia católica. Hasta aquí ningún problema pues se entiende con facilidad.

Luego, es posible que la persona vaya formando su espíritu católico con catequesis, cursos de formación o cualquier otro medio al alcance, hoy día, de cualquiera.

Es, también, posible que muchos católicos no tengan acceso a ningún tipo de formación y tengan una fe, digamos, sencilla pero, tantas y tantas veces, más profunda que los mejor formados pues, como sabemos porque lo dijo Cristo, Dios reserva lo más importante, muchas veces, para los sencillos en la fe.

Pues bien. Llegado un momento determinado de nuestra vida espiritual, es más que probable que nos enfrentemos con determinas doctrinas, sean o no sean dogmas, que nos produzcan desapego a las mismas.

El tal desapego puede conducir a manifestar cierta infidelidad que puede ser causada, a saber:

1. Por ignorancia acerca de la doctrina católica.

2. Por voluntad propia, con conocimiento de la doctrina católica.

3. Por afán manifiestamente contrario a la doctrina católica.

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6.02.14

Sobre la tibieza; sobre cierta tibieza frente al aborto

No tibieza

Piedra de molino.
Apocalipsis.

Estas pocas palabras dicen más de lo que parecen. Y, con toda seguridad, a los creyentes católicos bien formados les dirán mucho.

No podemos desconocer que a los menos formados también les han de traer a su presente una realidad triste pero que, por ser triste, no deja de ser real.

Esto es lo que queremos decir:

Mateo 18, 6-7

“Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Es forzoso, ciertamente, que vengan escándalos, pero ¡ay de aquel hombre por quien el escándalo viene!”

Apocalipsis 3, 15-16

“Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.”

Vemos, por tanto, que tanto quienes son, somos, considerados pequeños en la fe no merecemos el escándalo que muchas veces produce la falta de acción, el situarse a mitad camino pero no acercarse a la voluntad de Dios; también que el Creador no es del gusto de tener por buena el no decidirse por una cosa o por otra sino que quiere que se sepa qué es sí y qué es no. Es más, que vomita de su boca a quien actúa según tal forma de ser y de hacer.

Quien, por otra parte, se considera creyente, sabe que no debe temer a nadie ni a nada porque Dios es su Padre.

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5.02.14

¿Qué es sagrado?

Aborto No

Está la mar de bien que cada cual diga o haga lo que bien le parezca pues es la mejor forma de conocernos.

En el mundo en el que nos ha tocado vivir la libertad de expresión está garantizada y, salvo estropicio propiciado por quien la ejerza es fácil poder escuchar y ver de todo.

Todo lo que vemos no siempre es agradable porque sobre gustos ya sabemos que no hay nada escrito que puede tenerse como ortodoxo y a cada cual le gusta lo que le gusta y muestra lo que muestra.

En cuanto a lo que se puede mostrar oscila la cosa entre la vergüenza y lo escasa que tal realidad pueda estar en la persona: a más vergüenza, más se muestra lo indecente que uno puede llegar a ser; a menos vergüenza, justo lo contrario.

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4.02.14

Un amigo de Lolo - Escoger lo que nos conviene

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Escoger lo que nos conviene

“¡Qué grandeza la de poder crear personalmente un hermoso destino, pero qué escalofrío labrarse también voluntariamente la propia desgracia! ”

Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (142)

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Muchas veces se dice, porque es verdad, que Dios de entre los dones que entrega al ser humano cuando lo crea hay uno que es muy preciado por el mismo: la libertad.

Sin libertad podemos decir que, en realidad, de seres humanos sólo tenemos la apariencia pues es el libre albedrío (dentro de los límites del respeto a los derechos del prójimo) el que determina que una persona pueda escoger de entre las posibilidades que se le presentan la que crea conveniente para sí mismo.

Por eso, hacer de tal don un uso adecuado nos debe llevar a conocer, en primer lugar, la voluntad de Quien nos creó y, luego, libremente, a hacer compatible nuestra existencia con la misma.

Así, vamos construyendo una vida de acuerdo con aquello que tenemos como importante para nosotros. Entre eso debe estar, sin duda, el amor a Dios y a nuestro prójimo.

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3.02.14

Serie oraciones – invocaciones - Oración a San Blas

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones: Oración a san Blas.

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