InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2014

21.12.14

La Palabra del Domingo - 21 de diciembre de 2014

Biblia

 Lc , 1 26-38

  

“26 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.28 Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.’ 29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.30         El ángel le dijo: ’No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;       31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. 32  El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.’ 34 María respondió al ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?’ 35      El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por  eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. 36   Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, 37  = porque ninguna cosa es imposible para Dios.’ = 38    Dijo María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.’ Y el ángel dejándola se fue.

  

 

COMENTARIO

 

¡Hágase, Padre, Hágase!

 

Lo que escribe aquel médico llamado Lucas en su evangelio nos muestra hasta dónde puede llegar la confianza, la fe, de alguien que cree en Dios Todopoderoso y sabe que, como es bien cierto, es poco frente a Quien todo lo es y todo lo puede.

 

Él Ángel Gabriel tuvo mucho trabajo que llevar a cabo, muchas misiones que cumplir en poco tiempo. Ya se había aparecido a Zacarías, esposo de Isabel y padre de Juan el Bautista, para decirle lo que iba a pasar con aquella que llamaban estéril. Primero, pues, se debía sembrar para que naciera el Precursor y, luego, tendría que acudir a la casa de una joven virgen para anunciarle, entre otras cosas, que era la “llena de gracia”.

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20.12.14

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Ser luz... ¿Queremos ser luz?

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en losversículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que diceFrancisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Ser luz… ¿Queremos ser luz?

Y Jesús dijo… (Mc  4, 21-23)

Les decía también: ‘¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser  descubierto.         Quien tenga oídos para oír, que oiga.’”

 

Jesús habla con una claridad meridiana. Dice que quien tenga oídos, que  oiga…

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19.12.14

Las llaves de Pedro – Meditaciones en Santa Marta: Así lo hacen todos

Francesco

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

Vamos a traer a estas “Llaves de Pedro” las meditaciones que el Santo Padre Francisco pronuncia en la Casa de Santa Marta en las homilías diarias que allí celebra, tomadas  las mismas de  L’Osservatore Romano.

 

 Así lo hacen todos 

Papa Francisco en Santa Marta

La «mundanidad espiritual» es una tentación peligrosa porque «ablanda el corazón» con el egoísmo e insinúa en los cristianos un «complejo de inferioridad» que los lleva a uniformarse con el mundo, a actuar «como hacen todos», siguiendo «la moda más divertida». Es una invitación a vivir la «docilidad espiritual», sin «vender» la propia identidad cristiana, la que hizo el Papa Francisco durante la misa del viernes 17 de enero.

Como en días pasados, el Pontífice basó su reflexión en la lectura tomada del primer libro de Samuel. «Hemos visto –explicó– cómo el pueblo se había alejado de Dios, había perdido el conocimiento de la Palabra de Dios: no la escuchaba, no la meditaba». Y «cuando no está la Palabra de Dios –dijo–, su lugar lo toma otra palabra: la palabra propia, la palabra del propio egoísmo, la palabra de los propios deseos. Y también la palabra del mundo».

Meditando en la narración del libro de Samuel, «hemos visto —prosiguió— cómo el pueblo, alejado de la Palabra de Dios, había sufrido esas derrotas» que habían provocado muchísimos muertos y dejado «viudas y huérfanos». Eran «las derrotas» de un pueblo que «se había alejado» del camino indicado por el Señor.

Por lo tanto, alejarse de Dios, observó el Pontífice, significa adentrarse en un camino que, inevitablemente, «lleva a lo que hemos escuchado hoy (1 Samuel 8, 4-7.10-22 a): el pueblo rechaza a Dios. No sólo no escucha la Palabra de Dios sino que también lo rechaza» y termina diciendo: «podemos gobernarnos a nosotros mismos, somos libres y queremos ir por este camino».

Samuel, prosiguió el Papa, «sufre por ello y se dirige al Señor. Y el Señor, con el buen sentido que tiene», le sugiere a Samuel: «escucha la voz del pueblo, en todo cuanto te digan. No es a ti a quien rechazan, sino a mí, para que ya no reine sobre ellos».

En síntesis, explicó el Papa, «el Señor deja que el pueblo siga alejándose de Él», permitiéndole que «experimente» qué significa este alejamiento. «Y Samuel —comentó el Pontífice— trata de convencerles y les dice todas esas cosas que hemos oído, qué hará el rey con ellos, con sus hijos, con sus hijas». Sin embargo, a pesar de ello, «el pueblo no quiso escuchar la voz de Samuel» y pidió tener «un rey como juez».

Y aquí, explicó el Papa, está «la frase» decisiva, «la clave de interpretación» para comprender la cuestión. En efecto, el pueblo responde a Samuel: «así seremos con todos los otros pueblos». Este es su primer pensamiento, «la primera propuesta: un rey que sea “nuestro juez”, como tienen todas las naciones».

Una petición —afirmó el Papa— motivada por un hecho: se habían «olvidado de que eran un pueblo elegido, pueblo del Señor, pueblo elegido con amor y llevado adelante por la mano de Dios».

Ese deseo —prosiguió el Papa— «volverá como tentación en la historia del pueblo elegido». Y ésta, puntualizó, «es la puerta que se abre a la mundanidad: como hacen todos». La consecuencia práctica es que «rechazaron al Señor del amor, rechazaron la elección». Y buscaron el camino de la mundanidad». Hay valores —advirtió— que el cristiano no puede asumir». En efecto, «debe guardar la Palabra de Dios que le dice: tú eres mi hijo, eres un elegido; yo estoy contigo, camino contigo». Y «la normalidad de la vida exige del cristiano fidelidad a su elección».

El Papa Francisco puso en guardia contra la tentación de olvidar «la Palabra de Dios, lo que nos dice el Señor», para seguir en cambio «la palabra de moda». Esta actitud de «mundanidad», precisó, «es más peligrosa porque es más sutil»; mientras que «la apostasía», es decir, el pecado de ruptura con el Señor», se ve y se reconoce claramente.

Más aún, decir que «también nosotros seremos como todas las naciones» muestra que ellos «tenían un cierto complejo de inferioridad por no ser un pueblo normal. Y la tentación está ahí, es decir, sabemos qué debemos hacer, que el Señor esté tranquilo en su casa». En el fondo, ese era su pensamiento, que no se separa «del relato del primer pecado», o sea, de la tentación de seguir el propio camino y saber por sí solos cómo «conocer el bien y el mal».

«La tentación —afirmó el Pontífice— endurece el corazón. Y cuando el corazón es duro, cuando el corazón no está abierto, la Palabra de Dios no puede entrar». No es una casualidad que Jesús haya dicho «a los de Emaús: ¡insensatos y tardos de corazón!», porque «siendo duros de corazón, no podían comprender la Palabra de Dios».

Precisamente «la mundanidad ablanda el corazón». Pero le hace «mal». Porque «jamás es algo bueno —destacó el Papa— un corazón blando. Bueno es el corazón abierto a la Palabra de Dios, que la recibe. Como la Virgen, que meditaba todas esas cosas en su corazón, dice el Evangelio». Por lo tanto, he aquí la prioridad: «recibir la Palabra de Dios para no alejarse de la elección».

«En la oración al comienzo de la misa —recordó el Pontífice— hemos pedido la gracia de superar nuestros egoísmos», en particular el de querer hacer la propia voluntad. En conclusión, el Papa Francisco sugirió renovar al Señor la petición de esta gracia. E invocar también «la gracia de la docilidad espiritual, es decir, abrir el corazón a la Palabra de Dios», para «no hacer como nuestros hermanos, que cerraron el corazón porque se habían alejado de Dios y desde hacía tiempo no escuchaban y no comprendían la palabra de Dios». Que «el Señor nos conceda la gracia —hizo votos— de un corazón abierto para recibir la Palabra de Dios», para «meditarla siempre» y para «seguir el verdadero camino».

En la meditación del 17 de enero de 2014 el Santo Padre Francisco hace hincapié en un tema muy importante y en el que podemos caer los católicos: actuar como los demás sin tener en cuenta, precisamente, nuestra fe pues tal forma de actuar nos puede alejar mucho de Dios y de su santa Ley.

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18.12.14

Falsedades acerca de la Iglesia católica – La Iglesia católica pretende adoctrinar al mundo.

 

-Vamos a ver si encontramos algo de luz.

-Eso, eso, veamos…

 

 Falsedades y mentiras contra la Iglesia católica

 

Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.

 

Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.

 

Se suele decir que:

 

La fe católica está manipulada por la jerarquía.

 

La fe católica no va con los tiempos.

 

La fe católica ve poco sus propios defectos.

 

La fe católica pretende adoctrinar al mundo.

 

La fe católica está alejada de la realidad.

 

La fe católica defiende siempre a los poderosos.

 

La fe católica quiere imponer sus principios.

 

La fe católica no sabe cómo van los tiempos.

 

La fe católica está anquilosada.

 

La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.

 

La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.

 

La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.

 

La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.

 

La Iglesia católica no comprende la política actual.

 

La Iglesia católica esconde sus propios defectos.

 

La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.

 

La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)

 

Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.

 

¿Qué les parece a ustedes?

La Iglesia católica pretende adoctrinar al mundo

Tiene gracia, pero poca, que los poderes que dirigen el mundo tengan el cuajo de decir, contra la Iglesia católica, algo tan peregrino como que utilizar el “poder” que tiene para adoctrina. Y decimos que tiene poca gracia si tenemos en cuenta quién hace las leyes y quién puede, y hace, lo posible, para difundir ideologías malsanas. Es más, quiénes obligan a nuestros hijos a tragar con ciertas ruedas de molino que, como dirían Jesús, mejor harían más de uno en colgarse en el cuello…

 

Al parecer, la Esposa de Cristo adoctrina. Bueno, en realidad, lo que se quiere decir es que, simplemente, enseña. Y como lo que enseña no es del gusto del Enemigo y de sus secuaces y discípulos… pues pasa lo que pasa.

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17.12.14

Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe- ¿Le planteamos a Dios en la oración lo que nos conviene?

Proceloso viaje de la Esposa de Cristo

La expresión “Estos son otros tiempos” se utiliza mucho referida a la Iglesia católica. No sin error por parte de quien así lo hace. Sin embargo se argumenta, a partir de ella, acerca de la poca adaptación de la Esposa de Cristo a eso, a los tiempos que corren o, como dirían antiguamente, al “siglo”.

 

En realidad siempre son otros tiempos porque el hombre, creación de Dios, no se quedó parado ni siquiera cuando fue expulsado del Paraíso. Es más, entonces empezó a caminar, como desterrado, y aun no lo ha dejado de hacer ni lo dejará hasta que descanse en Dios y habite las praderas de su definitivo Reino.

 

Sin embargo, nos referimos a tal expresión en materia de nuestra fe católica.

 

¿Son, pues, otros tiempos?

 

Antes de seguir decimos que Jesús, ante la dificultad que presentaba la pesca para sus más allegados discípulos, les mostró su confianza en una labor gratificada diciéndoles (Lc 5,4)

 

 ‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’

 

Quería decirles Jesús que, a pesar de la situación por la que estaban pasando siempre había posibilidad de mejorar y que confiar en Dios era un remedio ciertamente bueno ante la misma.

 

El caso es que, como es lógico, las cosas han cambiado mucho, para el ser humano, desde que Jesús dijera aquellas palabras u otras de las que pronunció y quedaron para la historia del creyente católico como Palabra de Dios.  Por eso no es del todo extraño que se pueda lanzar la pregunta acerca de si estos son otros tiempos pero, sobre todo, que qué suponen los mismo para el sentido primordial de nuestra fe católica.

 

Por ejemplo, si de la jerarquía eclesiástica católica se dice esto:

 

Por ejemplo, de la jerarquía eclesiástica se dice:

Que le asusta la teología feminista.

Que es involucionista.

Que apoya a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Que participa en manifestaciones de derechas.

Que siempre ataca a los teólogos llamados progres.

Que deslegitima el régimen democrático español.

Que no se “abre” al pueblo cristiano.

Que se encierra en su torre de oro.

Que no se moderniza.

Que no “dialoga” con los sectores progresistas de la sociedad.

Que juega a hacer política.

Que no sabe estar callada.

Que no ve con los ojos del siglo XXI.

Que constituye un partido fundamentalista.

Que está politizada.

Que ha iniciado una nueva cruzada.

Que cada vez está más radicalizada.

Que es reaccionaria.

Y, en general, que es de lo peor que existe.

 

Lo mismo, exactamente lo mismo, puede decirse que se sostiene sobre la fe católica y sobre el sentido que tiene la misma pues, como los tiempos han cambiado mucho desde que Jesús entregó las llaves de la Iglesia que fundó a Pedro no es menos cierto, eso se sostiene, que también debería cambiar la Esposa de Cristo.

 

Además, no podemos olvidar el daño terrible que ha hecho el modernismo en el corazón de muchos creyentes católicos.

 

Por tanto, volvemos a hacer la pregunta: ¿son, éstos, otros tiempos para la Iglesia católica?

 

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"-

 

¿Le plantemos a Dios, en la oración, lo que nos conviene?

 

Pedir, pedir, pedir… No podemos negar que puestos a que salga de nuestro corazón y de nuestra boca lo que queremos que Dios nos conceda no nos paramos ante nada. Tenemos, por eso mismo, un ansia que nunca se colma de pedir al Creador lo que creemos que nos conviene.

 

Pero ¿en realidad nos conviene?; o, mejor, ¿sabemos qué es lo que debemos pedir?

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