InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Noviembre 2012

10.11.12

Serie Pensamientos de vida sobrenatural - 26.- Gloria de/a Dios

Por la libertad de Asia Bibi.

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Presentación de la serie

Pensamientos de vida sobrenatural

Tomás de Kempis, dice refiriéndose a Jesús que “’El que me sigue no va a oscuras’, dice el Señor. Estas palabras son de Cristo y con ellas nos enseña a imitar su vida y sus virtudes si queremos gozar de la luz verdadera, y librarnos de la ceguera del alma”.

No puede ser mejor explicado, en esencia, el comportamiento que debe expresar, con su vida, un discípulo del Hijo de Dios y resulta difícil, por eso mismo, decir más cosas con menos palabras.

Tal forma de demostrar que la Fe puede ser difundida, evangelizando con ella, es la que también siguió S. Josemaría en libros suyos como Camino, Forja o Surco que representan, para un creyente en el Dios Único y Omnipotente, una forma de demostrar que se cree porque se sabe lo que se cree.

El aforismo, por eso, es una fórmula comprimida de definir pensamientos, en este caso religiosos, que cada cual llevamos dentro y que, saliendo al exterior desde el corazón, puede servir para encauzar más de una situación que damos por perdida por las asechanzas del mundo o, simplemente, por nuestra mala cabeza mundana.

Por eso mismo, cuando manifestamos por escrito lo que tenemos como cierto para nuestro interior y, así, para nuestro corazón, no hacemos más que tratar de hacer ver que si del mismo habla la boca es de desear que hable bien del lugar donde, por tradición, se ha considerado que actúa el Espíritu de Dios y donde está su Templo.

Lo que podemos decir en pocas palabras a lo mejor es preferible que no se diga de forma extensa. Se entiende mejor lo que se pretende transmitir si no hay exceso de sílabas que, en muchas ocasiones, deforman una verdad espiritual y, en cierta manera, pervierten en esencial sentido que le queríamos dar.

Es, por otra parte, lo que de nuestra vida sobrenatural, llevaba y traída por el deambular de la existencia y conciencia que nos conducen hacia el definitivo reino de Dios, extraemos lo que nos ofrece unas frases que pretenden hacer real la voluntad de quien siente que su fidelidad a Dios puede ser imitada, puesta en práctica particular, como máxima expresión de una comunión vital y de fe.

Así, los “Pensamientos de vida sobrenatural” son una aproximación a la vivencia de la fe y un intento de plasmar, por la vía del mensaje escueto, lo que un alma puede sentir y expresar para obviar la tribulación por la que esté pasando o, a lo mejor, creyendo que pasa.

Cada cual, por supuesto, puede hacer con ellos lo que tenga por conveniente y, si eso surge, añadir los que crea oportunos porque, es bien cierto, que si Dios lo es personal para cada uno de nosotros, no está mal, de vez en cuando, compartir lo que su Espíritu nos ha sugerido. De todas formas, bien sabemos que no podemos ocultar la luz, aunque sea escasa, bajo el celemín.

26.- Gloria de/a Dios

Los creyentes tenemos a Dios como muy importante en nuestras existencias. Por eso sabemos que es vital glorificar a Dios y tener en cuenta, además, la Gloria de Dios en nuestro diario vivir.

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9.11.12

Romero a Roma (Bruno Moreno Ramos)

Romero a Roma

Título: Romero a Roma
Autor: Bruno Moreno Ramos
Editorial: Vita Brevis
Páginas: 122
ISBN: 978-1-2910-8700-0
Precio aprox.: En papel: 12,50€; edición electrónica: 4€
Año edición: 2012
Lo puedes adquirir en Vita Brevis.

“Romero a Roma” (Bruno Moreno Ramos)

Todos los caminos llevan a Roma”.

Esta frase, más que conocida por todos me llevó, de forma inmediata, en cuanto conocí de la publicación de “Romero a Roma” a otro libro, también de viajes y también con el mismo destino. No es otro que el “El camino de Roma” de Hilaire Belloc.

Es bien cierto que las dos peregrinaciones ocuparon un tiempo muy distinto y que la de Belloc consistía en caminar desde Lorena hasta Roma y la del autor de “Romero a Roma” sólo (por decirlo así) desde Nápoles a la ciudad eterna. Sin embargo, no es menos cierto que ambos casos pueden ser tenidos en cuenta para quien quiera conocer qué le puede pasar a uno cuando decide tomar el camino hacia la sede de san Pedro.

Ambos libros son, eso sí, muy distintos, en cuanto al contenido, digamos, espiritual que tienen ambos. Y en esto gana, en mucho, el de Bruno Moreno Ramos. En mucho y en bueno.

Este libro es curioso porque no se limita a narrar lo que ha sucedido a unos intrépidos romeros que, un día, decidieron que irían a Roma a visitar, entre otros lugares, la tumba de nuestros padres en la fe. Va más allá de lo que es un libro de viajes y lo es porque uno que tiene sentido espiritual ha de tener, por fuerza, un contenido también espiritual. Y éste lo tiene muy a diferencia, como hemos dicho arriba, del de Hilaire Belloc.

Así, por ejemplo, está más que bien que haya empezado el diario del viaje de cada día con unGloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo” porque centra, a la perfección, lo que luego vendrá escrito. No es, por eso mismo, una forma baladí de encomendar el día.

Pero, a lo largo de todo el libro, y a razón de lo que iba saliendo por el camino, el autor de “Romero a Roma” nos va mostrando otro camino, el de la fe. Así, por ejemplo, cuando en la página 9 nos dice que “A fin de cuentas, todos venimos a mendigar, ya sea unas monedas o el perdón de nuestros pecados y la vida eterna. El hombre es un mendigo existencial”.

Otro ejemplo, importante por lo que supone para clarificación de despistados, es cuando, en la página 98, trae a colación algo tan crucial como es la actualización de un hecho salvífico. Y es que escribe que “si experimento que hoy Cristo vence al pecado y a la muerte en ocasiones concretas, puedo tener fe en Él” o, lo que es lo mismo, que no se trata de la repetición, tal experimentación, de lo que sucedió entonces sino que tiene consecuencias ahora mismo.

Y esto tan terrible y cierto (p. 100): “¿Por qué los cristianos ya nunca hablan de la gloria de Dios?” . Se consuela, es un decir, acto seguido, cuando escribe que “Menos mal que la liturgia, la Escritura y la vida de los santos se empeñan en recordarnos una y otra vez que debemos dar gloria a Dios. Más aún, que vivimos para la gloria de Dios”.

Y si lo dicho (poco, es cierto) hasta ahora no es suficiente, en la página 15 nos dice que “Si conociéramos la historia de salvación que Dios ha tenido con las personas que tenemos a nuestro alrededor, nos asombraríamos: con cuántos santos y confesores de la fe nos habremos cruzado sin saberlo, cuántos milagros habrá hecho Dios en la vida de vecinos o compañeros de trabajo sin que nosotros nos hayamos dado cuenta y qué inspiraciones profundísimas inaccesibles para los mejores teólogos habrá concedido quizá a esa viejecilla que vemos rezando el rosario en Misa

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Eppur si muove - ¿Cabe el silencio cómplice?

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Hay personas en el seno de la Iglesia católica que ven las cosas desde un punto de vista muy extraño. Vamos, que parecen que no sean católicos ni nada de nada.

Cuando alguien se equivoca, en una familia, es y resulta conveniente que una de las personas que constituyen la misma ponga en aviso a quien haya cometido el desliz, le diga que no está bien lo que ha hecho y que, si es posible (y recomendable) no vuelva a caer en la misma. Eso es lo que podría llamar llevar a cabo un comportamiento mínimamente presentable.

Pues no. En la Iglesia católica hay personas que creen que no debe hacer eso sino, en todo caso, mantener la boca y las normas cerradas.

Esto lo digo porque hay personas que creen que cuando alguien escribe, dice y transmite doctrinas equivocadas al respecto de las que son católicas, no puede haber personas que prohíban lo que se ha escrito, dicho o transmitido si llevan, sobre sí mismas, la espada de Damocles de la ortodoxia. A eso lo llaman hacer de inquisidor.

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8.11.12

Lo que hace la ignorancia

Por la libertad de Asia Bibi.

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Por lo general, se entiende que la ignorancia es un estado de conocimiento de determinada realidad caracterizado porque no se tiene ninguno sobre la misma. Así, el ignorante es la persona que, sobre algo, no tiene ni repajolera idea aunque, lo peor es cuando tal persona hace ver lo contrario por equivocación o por falta de conocimiento de sí misma. En todo caso, me parece que todos somos ignorantes en muchos aspectos de la vida y eso, a lo mejor, aunque sea cierto consuelo de tontos, nos iguala en algo a los seres humanos.

Al parecer (yo no lo vi pero doy por cierto lo que ha pasado) una tal Mariló Montero, que trabaja como periodista en Televisión Española, dijo, a causa de la muerte de un individuo que mató a dos personas y, luego, se suicidó y sobre la posibilidad de que se pudieran utilizar sus órganos para llevar a cabo algún que otro trasplante de los mismos, digo que dijo que “no está demostrado que el alma se transmita con un trasplante de órganos“.

Luego, como la cosa causó revuelo en las redes sociales (verdadero foro actual donde todo se cuece y quema), explicó que no se podían sacar las cosas de contexto y que si esto y que si lo otro y, hala, con eso daba por cerrada aquella manifiesta demostración de ignorancia que, por supuesto, no puede quedar sin contestación porque es deber del cristiano enseñar al ignorante.

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7.11.12

Ad pedem litterae-Hermanos en la red - P. Pablo Cabellos Llorente

Por la libertad de Asia Bibi.

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Presentación del artículo del P. Pablo Cabellos .

Trae el autor del artículo, el P. Pablo Cabellos, a sus letras, una expresión de Benedicto XVI en la que hace ver, seguramente, la situación por la que pasa el ser humano en nuestros días. Dice que hoy hay un “extraño olvido de Dios”. Y eso es más que cierto y es, además, el síntoma de lo que pasa, por ejemplo, con la economía, donde la falta de valores está causando lo que está causando.

En realidad, el Año de la Fe que recientemente ha abierto el Santo Padre lo es para que los católicos hagamos, aunque sea por una vez, de católicos, y con nuestra actitud, nuestra forma de ser y, también, nuestra palabra, llevemos la que es de Dios a quien la necesita. Por desconocimiento de la misma o por olvido de ella, es tarea de cada de nosotros que los montes se trasladen a causa de nuestra fe.

Por eso dice el P. Pablo Cabellos que “La fe ha de manifestarse en la honradez, en la laboriosidad, en la lealtad, en el servicio prestado sin que se note si es posible, en una sonrisa, en la veracidad, en el modo de tratar a los demás, en el espíritu de sacrificio, en la forma de vestir y de divertirse, en el dolor por la miseria y sufrimiento ajenos, en el afán de formarnos mejor en la doctrina católica para hacerla vida”. Ahí está el meollo de lo que es nuestra forma de ser y de vida.

Y, ahora, el artículo del P. Pablo Cabellos Llorente.

La Fe y los días

Pablo Cabellos Llorente

Tengo una historia real para comenzar. Jesús de Nazaret salía de Betania y sintió hambre. Vio de lejos una higuera y se acercó a ella buscando su fruto. No era tiempo de higos, por lo que no halló más que hojas. E hizo que se secara al instante. A la vuelta, viendo sus discípulos la higuera seca de raíz, la señalaron a Jesús. Éste utilizó el suceso para moverles a orar, asegurándoles que, no sólo la higuera, sino que hasta trasladarían montes si tuvieran fe. De ahí procede la conocida frase: la fe mueve montañas.

Posiblemente, un ecologista vería mal este suceso, quizá por no tener en cuenta la mayor valía de la enseñanza que la higuera misma. La doctrina es que los hombres, y los cristianos en particular, no podemos ser árbol estéril ni con la disculpa de no estar en la temporada oportuna. Porque siempre es época de producir frutos si nos guiamos por la fe.

Escribo estas líneas al comienzo del Año de la Fe que Benedicto XVI ha querido proclamar a partir del día once de octubre hasta finalizar noviembre del año próximo. ¿Con qué idea? Se puede sintetizar en unas palabras escritas el pasado año para convocar este evento. Recogía un pasaje del evangelio de san Juan en el que plantean a Jesús un interrogante. El Papa anotaba: “La pregunta planteada por los que le escuchaban es también hoy la misma para nosotros: ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios? Sabemos la respuesta de Jesús: la obra de Dios es ésta: que creáis en el que Él ha enviado. Creer en Jesucristo es, por tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación".

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