InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Junio 2012

5.06.12

Un amigo de Lolo - Decálogo del periodista - 6

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Por otra parte, el Decálogo del periodista que escribió Lolo nos informa, a todas aquellas personas que, de una u otra forma, nos dirigimos a los lectores, que hay una forma cristiana de comportarse y aunque a veces podamos incurrir en ciertas extralimitaciones, la intención final ha de ser la que refiere el beato Manuel Lozano Garrido.

Decálogo del periodista según Manuel Lozano Garrido, Lolo

6.- Trabaja el pan de la limpia información con la sal del estilo y la levadura de lo eterno y sírvela troceada por el interés, pero no le usurpes al hombre el gozo de saborear, juzgar y asimilar.

Para un católico, escribir (cuando lo hace con destino a ser leído por el prójimo) ha de tener un significado que va más allá de lo puramente personal. Ha de tener, como dice Lolo, “la levadura de lo eterno” y, así, llevar en su seno la semilla del definitivo Reino de Dios.

Informar de lo que pasa en materia, también, religiosa es llevar al mundo lo que el mundo necesita saber. Dios, por mucho que determinados seres humanos pretenda ocultar, está bien visible en el mundo que, precisamente, Él creó. Por eso si aquello que es directamente religioso o que tratando cualquier otro aspecto lleva el sello indeleble de una determinada moral o de un determinado comportamiento que entendemos como bueno y benéfico para nuestra vida es llevado al corazón del prójimo, sólo puede llegarle de forma no tergiversada, torticera o sembradora de cizaña.

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4.06.12

Meditaciones sobre el Credo 6.-Ascendió a los cielos, y se sentó a la diestra de Dios Padre Omnipotente

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Explicación de la serie

El Credo

El Credo representa para un católico algo más que una oración. Con el mismo se expresa el contenido esencial de nuestra fe y con él nos confesamos hijos de Dios y manifestamos nuestra creencia de una forma muy concreta y exacta.

Proclamar el Credo es afirmar lo que somos y que tenemos muy presentes en nuestra vida espiritual y material a las personas que constituyen la Santísima Trinidad y que, en la Iglesia católica esperamos el día en el que Cristo vuelva en su Parusía y resuciten los muertos para ser juzgados, unos lo serán para una vida eterna y otros para una condenación eterna.

El Credo, meditar sobre el mismo, no es algo que no merezca la pena sino que, al contrario, puede servirnos para profundizar en lo que decimos que somos y, sobre todo, en lo que querríamos ser de ser totalmente fieles a nuestra creencia.

La división que hemos seguido para meditar sobre esta crucial y esencial oración católica es la que siguió Santo Tomás de Aquino, en su predicación en Nápoles, en 1273, un año antes de subir a la Casa del Padre. Los dominicos que escuchaban a la vez que el pueblo aquella predicación, lo pusieron en latín para que quedara para siempre fijado en la lengua de la Iglesia católica. Excuso decir que no nos hemos servido de la original sino de una traducción al castellano pero también decimos que las meditaciones no son reproducción de lo dicho entonces por el Aquinate sino que le hemos tomado prestada, tan sólo, la división que, para predicar sobre el Credo, quiso hacer aquel Doctor de la Iglesia.

6.- Ascendió a los cielos, y se sentó a la diestra de Dios Padre Omnipotente .

Está sentado a la derecha del Padre

Cuando Jesús resucitó tenía que cumplir con el camino que había establecido Dios para Su Hijo. Tenía que ascender a los cielos, prepararnos las estancias (cf. Jn 14, 2) que prometió a sus apóstoles y cuando fuera voluntad de Dios, volver en su Parusía.

Recoge los Hechos de los Apóstoles, exactamente al principio de los mismos (1, 1-11), lo que San Lucas escribe a Teófilo. Lo hace en los siguientes términos:

“El primer libro lo escribí, Teófilo, sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde un principio hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue llevado al cielo. A estos mismos, después de su pasión, se les presentó dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios. Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre, ‘que oísteis de mí: Que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días’. Los que estaban reunidos le preguntaron: ‘Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?’ El les contestó: ‘A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.’ Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos.”

Jesús, el Cristo, ascendió a los cielos, a la Casa del Padre y el Hijo de Dios hizo lo que tenía que hacer antes de volver al definitivo Reino de su Padre.

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3.06.12

La Palabra del Domingo .- 3 de junio de 2012

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Mt 28, 16-20

Biblia

16 Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. 17 Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. 18 Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”

COMENTARIO

Seguir caminando con Cristo

El texto del Evangelio de San Mateo, último capítulo del mismo, es de una gravedad inusitada. Entre los apóstoles, aquellos que, tras haber orado largamente, había escogido Jesús, había alguno que dudaba de que hubiera sido Cristo quien se les hubiera aparecido tras la resurrección de la que les habían hablado las mujeres. Su fe era algo limitada y, por eso mismo, aún después de haberle visto tras su resurrección tenían dudas de que fuera, en realidad, quien decían todos que era.

Pero otros muchos estaban en la seguridad de que, en efecto, era Jesús mismo el que estaba ante ellos y que había continuado enseñándoles. Por eso acudieron donde les había dicho que tenían que estar en aquel momento determinado. Y le adoraron en justa correspondencia.

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2.06.12

Serie Pensamientos de vida sobrenatural - 7 .- Esfuerzo y entrega

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Presentación de la serie

Pensamientos de vida sobrenatural

Tomás de Kempis, dice refiriéndose a Jesús que “’El que me sigue no va a oscuras’, dice el Señor. Estas palabras son de Cristo y con ellas nos enseña a imitar su vida y sus virtudes si queremos gozar de la luz verdadera, y librarnos de la ceguera del alma”.

No puede ser mejor explicado, en esencia, el comportamiento que debe expresar, con su vida, un discípulo del Hijo de Dios y resulta difícil, por eso mismo, decir más cosas con menos palabras.

Tal forma de demostrar que la Fe puede ser difundida, evangelizando con ella, es la que también siguió S. Josemaría en libros suyos como Camino, Forja o Surco que representan, para un creyente en el Dios Único y Omnipotente, una forma de demostrar que se cree porque se sabe lo que se cree.

El aforismo, por eso, es una fórmula comprimida de definir pensamientos, en este caso religiosos, que cada cual llevamos dentro y que, saliendo al exterior desde el corazón, puede servir para encauzar más de una situación que damos por perdida por las asechanzas del mundo o, simplemente, por nuestra mala cabeza mundana.

Por eso mismo, cuando manifestamos por escrito lo que tenemos como cierto para nuestro interior y, así, para nuestro corazón, no hacemos más que tratar de hacer ver que si del mismo habla la boca es de desear que hable bien del lugar donde, por tradición, se ha considerado que actúa el Espíritu de Dios y donde está su Templo.

Lo que podemos decir en pocas palabras a lo mejor es preferible que no se diga de forma extensa. Se entiende mejor lo que se pretende transmitir si no hay exceso de sílabas que, en muchas ocasiones, deforman una verdad espiritual y, en cierta manera, pervierten en esencial sentido que le queríamos dar.

Es, por otra parte, lo que de nuestra vida sobrenatural, llevaba y traída por el deambular de la existencia y conciencia que nos conducen hacia el definitivo reino de Dios, extraemos lo que nos ofrece unas frases que pretenden hacer real la voluntad de quien siente que su fidelidad a Dios puede ser imitada, puesta en práctica particular, como máxima expresión de una comunión vital y de fe.

Así, los “Pensamientos de vida sobrenatural” son una aproximación a la vivencia de la fe y un intento de plasmar, por la vía del mensaje escueto, lo que un alma puede sentir y expresar para obviar la tribulación por la que esté pasando o, a lo mejor, creyendo que pasa.

Cada cual, por supuesto, puede hacer con ellos lo que tenga por conveniente y, si eso surge, añadir los que crea oportunos porque, es bien cierto, que si Dios lo es personal para cada uno de nosotros, no está mal, de vez en cuando, compartir lo que su Espíritu nos ha sugerido. De todas formas, bien sabemos que no podemos ocultar la luz, aunque sea escasa, bajo el celemín.

7 .- Esfuerzo y entrega

Nadie ha dicho, y si lo ha dicho ha cometido un gran error, que ser cristiano sea nada fácil. A la necesidad de creer en un mundo descreído como el que nos ha tocado vivir hay que añadir que, en realidad, hay que cumplir aquello que se dice que se cree. Por eso Cristo dijo, por ejemplo, que no era fácil seguirlo (cf. Mc 10, 28-31) y que había que dejarlo todo.

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1.06.12

Eppur si muove - ¿Qué ha pasado con la forma de vestir del sacerdote y del religioso?

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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El hábito no hace al monje”.

Este refrán o dicho popular nos viene a decir que, en realidad, no importa que una persona, que tenga que llevar determinada vestimenta por la profesión o el trabajo que desempeña, lleve tal vestimenta. Puede querer decir también que lo que importa es que trabaje bien y punto.

Sin embargo, no podemos negar que, en determinadas funciones sociales importa mucho que se haga como se tiene que hacer porque es conveniente y, en muchos casos, imprescindible, identificar a determinada persona según lo que es y hace en la vida.

Por ejemplo, si voy por la calle y, de repente, creo que estoy en peligro de muerte y veo a un sacerdote que lleva el hábito que le corresponde llevar, a lo mejor muero en gracia de Dios y no me veo abocado, podría ser, al mismo infierno. Y esto será así si haciéndole ver que lo necesito, el hombre con toda seguridad se ofrece a hacer lo que, en estos casos, corresponda hacer.

Y esto, que podría parecer un ejemplo algo traído por los pelos no viene nada mal para introducir lo que, por desgracia, para hoy día porque, al menos en España (no sé yo si en América o en otras partes del mundo) el traje eclesiástico o el hábito religioso brilla… pero por su ausencia.

Puede dar la impresión, seguramente comprobada, que sólo los sacerdotes especialmente concienciados de lo que son para la sociedad en la que viven y, en especial, para los creyentes de su fe y aquellos que pertenecen a determinados movimientos eclesiales llevan hábito sacerdotal (digamos la sotana o el clerman) porque, al parecer, al resto le parece de poca importancia.

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