InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Enero 2009

5.01.09

Alberto Moncada abjura de la familia y alguien pretende tomarnos el pelo

El último día del año pasado, publicaba Religión Digital un artículo de Alberto Moncada, famoso zascandil, en el que, simplemente, deja a la Familia por debajo de cero.

Está muy bien manifestar el acuerdo con determinadas realidades sociales. Sin embargo, cuando alguien entiende que es elemento de la modernidad que la familia dejede ser la primera unidad social” para que pase a “serlo el individuo” es que, en realidad, o bien la modernidad según lo dicho por tal persona no es demasiado positiva o bien tal persona ni cree en la importancia de la familia ni le importa un bledo.

Y eso es lo que hace Alberto Moncada: abjura de la familia.

Es muy posible que se trate de una reacción a la Eucaristía que se celebró el 28 de diciembre en la Plaza de Colón de Madrid y que, por eso, no deberíamos tener en cuenta una rabieta.

Sin embargo, la cosa va más allá.

Por ejemplo, al “matrimonio canónico” lo llama “invento eclesiástico”. Tal denominación es muy propia de alguien muy alejado de la realidad o que no quiere reconocer la verdad de las cosas.

Invento eclesiástico”… Es decir, que la Iglesia católica creó algo nuevo (tal es un invento) y que, por lo tanto, no existía. ¿No es eso una majadería? Efectivamente, lo es. Y majadero quien lo dice.

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4.01.09

La Palabra del Domingo - 4 de enero de 2009 - "En el principio existía la Palabra"

Santa Biblia

NOTA PREVIA: por error he publicado el comentario del Evangelio del próximo martes, 6 de enero, correspondiente a Mt 2:1-12. Por eso pido disculpas a las personas que se hayan podido sentir engañadas y, sobre todo, doy a las gracias a Jaume Canals que me ha puesto, en un comentario, sobre la pista del error cometido.

Dice la expresión que errar es humano. La prueba de esto está aquí mismo.

Por tanto, el texto que, efectivamente, es el de hoy domingo, 4 de enero, es el del evangelio de Juan que no es, precisamente, poco importante.

Jn 1:1-18

1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2 Ella estaba en el principio con Dios.
3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
15 Juan da testimonio de él y clama: “Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.”
16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.
17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

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3.01.09

Juan Pablo II Magno - Vida

JPIIM

Serie “Juan Pablo II Magno”

Sin duda alguna, la vida es algo muy importante para un cristiano porque consideramos, en general, que su protección resulta esencial para la pervivencia del ser humano, semejanza de Dios y, sobre todo, por tener carácter sagrado.

Por eso, era de esperar que Juan Pablo II Magno dijera que “La vida humana es sagrada e inviolable en cada momento de su existencia, también en el inicial que precede al nacimiento. El hombre, desde el seno materno, pertenece a Dios que lo escruta y conoce todo, que lo forma y lo plasma con sus manos, que lo ve mientras es todavía un pequeño embrión informe y que en él entrevé el adulto de mañana, cuyos días están contados y cuya vocación está ya escrita en el libro de la vida” (Encíclica Evangelium vitae, de 1995) (61)

Por tanto:

-El ser humano es pertenencia de Dios.
-Los días del ser humano están contados en el libro de la vida.

Por eso no podemos hacer, digamos, con nuestra vida, lo que más nos convenga porque, en realidad, no nos pertenece a nosotros sino a Quien nos creó.

Por eso, resulta lógico que, en la misma Encíclica citada arriba, hiciera una llamada clara en defensa de la vida: “!Respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana¡!Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad” (EV 5)

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2.01.09

Schönborn pone las cosas en su sitio

Sabemos que el cardenal que, además, es arzobispo de Viena, y de apellido tan impronunciable que da título a este artículo, ha participado en alguna que otra Eucaristía que algunos llamaron blasfema pero que, en realidad, no era más que la plasmación de ciertas formas de celebrar en las que, por cierto, lo esencial y básico de una celebración de tal jaez se cumplía a la perfección.

Esto, quizá, pueda ser censurado por aquellas personas que entienden que el sacrificio de Cristo sólo puede celebrarse de determinada forma canónica cuando, en realidad, las tales formas se adaptan, por mor de la inculturación, a las características de muchos lugares del mundo. Prueba de esto será cuando Benedicto XVI visite Africa (Camerún y Angola) el próximo mes de marzo porque, con toda seguridad, diferirá mucho la forma de celebrar allí de la de aquí.

Decir, sólo, que Juan Pablo II Magno, en su encíclica “Slavorum apostoli” (1985) nº 21 dejó dicho, sobre la inculturación (y que debería ser aprendido por muchos para evitar equívocos) que aquella viene a ser la “encarnación del Evangelio en las culturas autóctonas– y, a la vez, la introducción de éstas en la vida de la Iglesia”.

Por tanto, hacer como hacen algunos criticando las críticas, en su día, a lo hecho por Schönborn en aquella Eucaristía (porque pueden ser criticables las formas aunque no el fondo) y no admitir que se pueda hacer algo bueno y benéfico por parte del citado cardenal, es manifestarse de una forma poco comprensiva con la naturaleza humana.

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