InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Octubre 2008

6.10.08

¿Humanismo sin credos?

Un antiguo jurista romano (un tal Labeón) dejó definido el “dolocomo el hecho de aprovecharse de la ignorancia de otro para engañarle o defraudarle. Es, por tanto, una conducta ventajista que se vale de lo que el otro no sabe o ignora.

No está bien, por eso, valerse de lo que las personas no puedan saber para llevar el agua a un molino algo equivocado.

Como era de esperar, Religión Digital se luce. Un grupo de personas, de forma anónima, mantienen un blog de título algo extraño (por lo falso) Se llama, el mismo, Asociación Humanismo sin credos lo cual es un buen síntoma de lo que contiene.

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5.10.08

La Palabra del Domingo - 5 de octubre de 2008

Santa Biblia

Mt 21: 33-43

“33 Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.

34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos.

35 Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon.

36 El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.

37 Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo".

38 Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia".

39 Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.

40 Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?".

41 Le respondieron: “Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo".

42 Jesús agregó: “¿No han leído nunca en las Escrituras:
La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?

43 Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos”
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4.10.08

Juan Pablo II Magno - Caridad

Serie “Juan Pablo II Magno”

Magp

Se ha escrito muchas veces (yo, por lo menos lo hago siempre que puedo) que la caridad, el amor, es la principal ley del Reino de Dios; seguramente, la única pues todas las demás bien pueden derivarse de ella.

Pues bien, Juan Pablo II Magno tiene, sobre esto, una creencia absolutamente fundada en la importancia que tiene el amor, la caridad, para la vida del ser humano y, sobre todo, para la vida del cristiano.

Ya dice, para comenzar a fundamentar lo dicho, en la Exhortación Apostólica Christifideles laici (CL desde ahora) que “Toda la Iglesia como tal está directamente llamada al servicio de la caridad” (CL 41)

Y tal realidad es la que, precisamente, sucede con la Esposa de Cristo aunque, en muchas ocasiones, no se comprenda esto y no se entienda la especial labor que ha de cumplir por mandato directo de Cristo.

Por eso “La Iglesia, dejándose guiar por el ejemplo de Jesús Buen Samaritano (cf. Lc 10:29-37), y sostenida por su fuerza, siempre ha estado en la primera línea de la caridad” (Número 27 de la Encíclica Evangelium vitae, EV, de 1995)

Por si cupiese alguna duda, “La caridad, en su doble faceta de amor a Dios y a los hermanos, es la síntesis de la vida moral del creyente. Ella tiene en Dios su fuente y su meta” (Número 50 de la Carta apostólica Tertio millennio adveniente, de 1994)

Por tanto, no resulta ser importante, sólo, para la Iglesia, como institución fundada por Jesucristo, la caridad, el amor, sino que, para todo creyente en Cristo y fiel a aquella, ha de ser, también, el timbre de comportamiento que determina si, en verdad, hacemos lo que decimos que somos o no lo hacemos.

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Nueva Era: “Revista Fusión”. 3.- “Dios y el hombre”

Serie: Nueva Era

Nueva Era

!AVISO!: lo que van a leer aquí no es producto de una imaginación calenturienta. Es pura, y peligrosa, realidad.

Todo esto se dice para evitar, en lo posible, que personas que desconozcan el fondo de medios de comunicación como, en este caso, la Revista Fusión, puedan caer en la sutil trampa que se tiende para capturar a personas desprevenidas.

Dios y el hombre

Si hay algo que la Nueva Era tiene en cuenta para tergiversar la realidad es establecer, digamos, una relación con Dios algo sui generis; es decir, como les viene bien y les conviene para alcanzar sus torcidos intereses.

Dentro de las propuestas “para un mundo diferente”, que es la forma que tienen en la Revista Fusión de manifestar sus grandes ansias de que todo cambie para mal, la que se refiere a la relación del hombre con Dios es, sin duda, de las más destacadas porque supone, en realidad, el eje a través del cual se ha de conducir todo lo demás.

Como era de esperar, en este concreto apartado el ataque a la religión es claro y evidencia lo que sería un cambio de rumbo de la que denominan Era Cristiana y que vendría a ser sustituida por la Era de Acuario (tantas veces repetido esto)

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3.10.08

Opus Dei: 80 años y un día

S.Josemaría

(Fíjense en la imagen de San Josemaría porque es clave en todo este artículo)

Los movimientos que, en el seno de la Iglesia católica hay y viven tienen, cada cual, una forma de ser y un comportamiento que, a lo largo de su historia, los determina a ser más o menos beneficiosos para la Esposa de Cristo y, así, para la sociedad en la que viven.

Este es el caso particular de la Obra de Dios, conocida como Opus Dei.

Era Josemaría Escrivá un joven sacerdote cuando, estando en Madrid en un retiro espiritual, el Espíritu Santo encendió, en su corazón, una llama del alma que, hasta hoy mismo, quema en todo el mundo y enciende los corazones de millones de personas que reconocen, en el carisma del Opus Dei, una adecuada y católica forma de conducirse.

Aquel día era un 2 de octubre de 1928. Por lo tanto, ayer mismo se cumplieron, exactamente, 80 años desde que Dios encomendó a aquel joven sacerdote que, independientemente de lo que tuviera previsto hacer con su vida de persona entregada a los demás, tenía que construir, por así decirlo, una obra que era, más que suya, de Dios.

Recibí la iluminación sobre toda la Obra, mientras leía aquellos papeles. Conmovido me arrodillé –estaba solo en mi cuarto, entre plática y plática- di gracias al Señor, y recuerdo con emoción el tocar de las campanas de la parroquia de N. Sra. de los Ángeles”, contaría el mismo Josemaría.

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