InfoCatólica / Mater et Magistra / Categoría: Teología moral

5.11.20

El acto moral

En el artículo anterior, tratamos los impedimentos remotos al acto humano, que se dividen en naturales (el temperamento, el carácter, la edad y el sexo), psicológicos (diversos grados de afecciones mentales) y sociológicos (educación, moral social, ideologías o filosofías imperantes, así como los ejemplos cercanos al sujeto agente). Salvo algunos trastornos mentales graves, que nublan completamente el juicio, los impedimentos remotos jamás anulan totalmente la libertad del sujeto, ni por tanto su responsabilidad.

 

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29.04.20

Impedimentos remotos del acto

En el artículo anterior hablábamos de los impedimentos a la ejecución del acto humano, que se resumían en la coacción, fuerza ejercida sobre un sujeto libre que intenta forzarle a actuar contra su voluntad. Se divide en física o material, y moral o psicológica. Dado que el acto interno de la voluntad es libre, la coacción únicamente puede producir actos involuntarios, aunque con diverso grado de responsabilidad según quede mermada la libertad de la persona. El alcance de la coacción requiere un juicio prudencial caso por caso, pero el acto interno es siempre libre, y la resistencia a la violencia sobre el acto libre es legítima (aunque abstenerse de resistencia externa es más virtuoso).

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Definición y clasificación de los impedimentos remotos

Los artículos precedentes trataban sobre los impedimentos al conocimiento, a la voluntad o a la ejecución del acto humano, todos ellos inmediatos. En este artículo hablaremos de los impedimentos denominados remotos, que actúan sobre el sujeto agente de modo indirecto. Se dividen en tres tipos_

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8.05.19

Impedimentos del acto humano. Impedimentos a la ejecución.

En el artículo anterior se habló de la concupiscencia o inclinación del apetito sensible hacia un bien material, y sus efectos, que afectan al elemento voluntario del acto libre. La concupiscencia puede aparecer previamente (antecedente) a la voluntariedad del acto, y disminuir su libertad (y responsabilidad), o posteriormente (consecuente), y no disminuirla. Las pasiones son efecto de la concupiscencia, y merecen la misma catalogación moral. La pasión que más afecta a la libertad del acto es el miedo, aunque nunca la suprime completamente ni justifica la realización de un acto intrínsecamente malo. La costumbre es la repetición de un acto en el tiempo, y el hábito la inclinación en un sujeto a realizar ese acto por costumbre. Puede ser voluntario (y disminuir la libertad del acto) o involuntario.

 

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Impedimentos del acto libre que afectan el elemento ejecutivo

 

El acto libre se puede ver todavía entorpecido por un último elemento extrínseco, más allá del conocimiento y la voluntad: los obstáculos a la ejecución. Se resumen en uno, la violencia.

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24.08.18

Impedimentos del acto humano. Impedimentos de la voluntad

En el artículo anterior se describieron los impedimentos del conocimiento que entorpecen el acto libre, que son la ignorancia (de un conocimiento debido), la inadvertencia (desconocimiento puntual), el olvido, y el error o juicio equivocado. El sujeto puede ser ignorante, bien de forma invencible (no advierte el impedimento o lo ha intentado evitar en vano), que se realiza con tranquilidad de conciencia, o de forma vencible (se puede evitar, en diversos grados). Asimismo, según la voluntad frente a esa ignorancia puede ser antecedente (de haberse disipado hubiese modificado el acto, siempre excusa), concomitante (ingenua, pero no hubiese modificado el acto) o consiguiente (voluntaria, que no excusa nunca).

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24.11.17

Impedimentos del acto humano. Impedimentos del conocimiento

En el artículo precedente se trataba de la definición y condiciones del acto libre, aquel que ejerce la facultad de obrar o no, y de hacerlo en un sentido u otro. Se distinguía la libertad física o capacidad, de la libertad moral (es decir, no limitada). El libre albedrío es potencia de la voluntad, pero basada en el entendimiento, que es quien le proporciona los elementos de juicio. Su esencia radica en la capacidad de elección, para lo cual debe indispensablemente ser libre de coacción extrínseca y poseer libertad de ejercicio (obrar o no). La libertad de especificación (posibilidad de escoger el mejor entre dos bienes) le lleva a su plenitud natural. Por el contrario, la última cualidad, la libertad de contrariedad (escoger entre el bien y el mal) no perfecciona la libertad, sino que supone la posibilidad de contrariar la propia naturaleza humana que le llama a su plena unión con Dios (el Bien absoluto) y hacerse esclavo de bienes perecederos, por lo que escoger el mal supone una disminución de libertad, en lugar de aumentarla.

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