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21.09.19

Noviciado Eliata, Noviciado de Frontera

“Fiado en mi Dios, asalto la muralla” (Sal XVII, 30)

 Hace tres años y medio que misiono en soledad. La Providencia de Dios me mandó algunos voluntarios para ayudarme en la misión, lo cual fue muy fecundo en frutos de vida eterna, tanto para ellos como para los paganos. Pero, un voluntario (por más que lo sea toda la vida) no es lo mismo que un consagrado, ya que este último deja el mundo, y deja todo (y aún se deja a sí mismo) para dedicarse de lleno a Dios, a su santificación y a la salvación de las almas (cf. Mc X, 21).

Mas ahora, luego de este trienio misional en soledad, Dios se digna enviar un joven a misionar conmigo. Podemos llamarlo, “el primer novicio”. Sí, el primer novicio. Y hay otros dos candidatos que están queriendo en venir.

Será un Noviciado muy especial…

Un Noviciado que no será para todas las vocaciones eliatas, sino para aquellos que les sea conveniente, según lo vean los superiores. El Noviciado estará en Indochina, aunque de tiempo en tiempo vendremos a la Meseta Tibetana.

Formaliter, serán voluntarios. Materialiter, serán novicios. Legalmente, seremos turistas. Pero, ante todo, aspiraremos a ser ascetas misioneros o, mejor, monjes misioneros, esto es, almas que pongan en primer lugar la contemplación, es decir, la oración y el estudio, pero que no se queden engolfados en las delicias de la contemplación -como querían los Doce al ver la Ascensión (cf. Hch I, 11)-, sino que salgan a compartir alegre y generosamente la abundancia de lo contemplado, mas no a los apóstatas urbanos (que también requieren que alguien les predique), sino a aquellas tribus remotas que jamás oyeron la Buena Nueva (cf. Mt XXIV, 14), predicando, bautizando y enseñando todo lo que Él Señor nos transmitió, viviendo literalmente el divino mandato misionero, que leemos en Mt XXVIII, 19-20 y Mc XVI, 15, sabiendo que “el que crea y se bautice se salvará” (Mc XVI, 16), mas “el que no crea, se condenará” (Mc XVI, 16).

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