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8.12.09

In Memoriam: El P. Pierre Blet S.I., gran historiador de Pío XII

HOMENAJE AL GRAN HISTORIADOR Y DEFENSOR VERAZ DE LA MEMORIA DE PÍO XII

RODOLFO VARGAS RUBIO

A la edad de 91 recién cumplidos falleció en Roma 29 de noviembre pasado, en el Hospital del Espíritu Santo, el R.P. Pierre Blet, S.I., a consecuencia de un fallo cardíaco. Hacía ya algún tiempo que la salud del hoy llorado Padre Blet se hallaba resentida, lo cual había motivado su traslado de la Pontificia Universidad Gregoriana (donde residió durante largos años) a la Curia Generalicia de la Compañía de Jesús. Aquí pasó los últimos meses de su vida bajo atentos cuidados médicos y sanitarios. Tuve el privilegio, en 2008, de servirle la Santa Misa, que celebraba con gran unción en el rito romano clásico, el de su ordenación, al que siempre se mantuvo fiel. Fue amigo del Sodalitium Internationale Pastor Angelicus, al que siempre animó en su empeño por defender la santa memoria de Pío XII, tarea que este gran jesuita hizo suya desde que Pablo VI lo llamó a colaborar en la edición de los documentos vaticanos de la época de la Segunda Guerra Mundial, hace ya cuarenta y cinco años.

Pierre Blet nació en Thaon (Calvados), en la Baja Normandía, el 20 de noviembre de 1918, pocos días después del Armisticio que puso fin a la Gran Guerra. Después de cursar la escuela elemental, realizó sus estudios secundarios en Caen (a cuyo distrito pertenece su pueblo natal) entre 1927 y 1937. El 7 de septiembre de este último año, sintiendo la vocación religiosa, ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en Laval. Desde entonces fue siempre un fiel hijo de San Ignacio de Loyola, llegando a cumplir 72 años como jesuita. Cumplió servicio militar (imperativo por entonces en Francia para los clérigos) desde septiembre de 1939 a diciembre de 1941, en plena época de la Segunda Guerra Mundial y de la ocupación de Francia por los alemanes.

Cursó la licenciatura en Letras (Historia) en Clermont y Lyon (1941-1942), y la licenciatura en Filosofía en el Escolasticado jesuita de Vals-près-le-Puy (Auvernia), entre 1943 y 1946. Simultáneamente, obtuvo en 1946 la diplomatura en Estudios superiores de Filosofía por la Sorbona. En el curso 1946-1947 fue maestrillo (una de las etapas de la formación jesuítica), ejerciendo como profesor de primera enseñanza en el colegio Bon Secours de Brest (Bretaña). De 1947 a 1951 estudió Teología en las facultades de Lyon, Bühren (Westfalia) e Innsbrück, siendo ordenado sacerdote en Lyon el 31 de julio (festividad de San Ignacio) del año santo 1950. El último curso lo hizo en Münster (Westfalia) entre septiembre de 1951 y junio de 1952, obteniendo la licenciatura. Más tarde, el 21 de junio (festividad de San Luis Gonzaga) de 1958, recibió el título de Doctor en Letras por la Sorbona.

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5.12.09

La Reforma litúrgica (VI): Pablo VI y el humo de Satanás

EN LOS ABUSOS LITÚRGICOS VIO PABLO VI EL HUMO DE SATANÁS QUE PENETRABA EN LA IGLESIA

Es difícil olvidar el eco -inmenso, y no sólo irónico, sino a veces hasta rabioso- que suscitó Pablo VI con su alocución durante la audiencia general del 15 de noviembre de 1972. En ella volvía sobre lo que ya había expresado el 29 de junio precedente en la Basílica de San Pedro refiriéndose a la situación de la Iglesia: “¿Cómo se ha podido llegar a esta situación?” Ésta es la pregunta que se hacía el Papa Pablo VI, algunos años después de la clausura del Concilio Vaticano II, a la vista de los acontecimientos que sacudían a la Iglesia. “Se creía que, después del Concilio, el sol habría brillado sobre la historia de la Iglesia. Pero en lugar del sol, han aparecido las nubes, la tempestad, las tinieblas, la incertidumbre.”

Sí, ¿cómo se ha podido llegar a esta situación?
La respuesta de Pablo VI es clara y neta: “Una potencia hostil ha intervenido. Su nombre es el diablo, ese ser misterioso del que San Pedro habla en su primera Carta. ¿Cuántas veces, en el Evangelio, Cristo nos habla de este enemigo de los hombres?”. Y el Papa precisa: “Nosotros creemos que un ser preternatural ha venido al mundo precisamente para turbar la paz, para ahogar los frutos del Concilio ecuménico, y para impedir a la Iglesia cantar su alegría por haber retomado plenamente conciencia de ella misma, sembrando la duda, la incertidumbre, la problemática, la inquietud y la insatisfacción”.

Ya ante aquellas primeras alusiones se levantaron en el mundo murmullos de protesta. Pero ésta explotó de lleno —durante meses y en los medios de comunicación del mundo entero— en aquel 15 de noviembre de 1972 que se ha hecho famoso: “El mal que existe en el mundo es el resultado de la intervención en nosotros y en nuestra sociedad de un agente oscuro y enemigo, el Demonio. El mal no es ya sólo una deficiencia, sino un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica todo aquel que rehúsa reconocerla como existente; e igualmente se aparta quien la considera como un principio autónomo, algo que no tiene su origen en Dios como toda creatura; o bien quien la explica como una pseudorrealidad, como una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias”.
Tras añadir algunas citas bíblicas en apoyo de sus palabras, Pablo VI continuaba: “El Demonio es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos que este ser oscuro y perturbador existe realmente y sigue actuando; es el que insidia sofísticamente el equilibrio moral del hombre, el pérfido encantador que sabe insinuarse en nosotros por medio de los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de las confusas acciones sociales, para introducir en nosotros la desviación… “

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1.12.09

¿Qué queda claro sobre Galileo?

Después de congresos y aniversarios, ¿qué queda claro sobre Galileo?

Cuando al principio de este año año comenzaba la celebración del cuarto centenario de la construcción del telescopio por parte de Galileo (1609), la Iglesia manifestaba su gran interés en que este año sirviera para aclarar los datos históricos acerca del gran científico, limpiando de paso la leyenda negra que rodea todo lo que a su relación con la jerarquía se refiere, y así relanzar el diálgo ciencia-fe. Yo, en este artículo, no me atrevo a pontificar sobre cómo debería ser el diálogo ciencia-fe, que doctores tiene la Iglesia, pero sí quiero abordar el tema histórico de Galileo y la jerarquía de la Iglesia.

Que la cosa no está clara ni siquiera entre los eclesiásticos lo prueba la anécdota que cuenta Mons. Melchor Sánchez, del Pontificio Consejo paraa la Cultura, el cual explica que en mayo de este mismo año “estaba dando una conferencia sobre Galileo en Toledo, España, a un auditorio formado principalmente por seminaristas e investigadores católicos y comenzaba diciéndoles que muchos se sorprenden al descubrir que Galileo no fue quemado en la hoguera ni fue torturado, ni estuvo en prisión. Al terminar la conferencia uno de los asistentes me dijo: ´yo soy uno de esos, yo siempre pensé que Galileo había muerto en la hoguera´.”

Lo curioso del caso -sigue explicando el Monseñor del Vaticano- es que en realidad nadie se lo había dicho a aquel participante ni probablemente lo había leído. Simplemente es lo que él se imaginaba. Eso demuestra la fuerza tan grande que tiene el mito que se ha construido en torno a Galileo. Como decía Juan Pablo II, la verdad histórica de los hechos está muy lejos de la imagen que se ha creado posteriormente en torno a Galileo. Todo el mundo está convencido de que Galileo fue maltratado, condenado, torturado, declarado hereje, pero no es así.

Por poner un ejemplo muy reciente de ignorancia “galileana", el libro del ínclito Dan Brown “Angeles y Demonios” tiene un pequeño diálogo a propósito de Galileo al que presenta como un miembro de la secta de los Illuminati y contiene una sarta de errores históricos de bulto junto a otras cosas que son correctas. En realidad el libro se refiere a estereotipos que están muy difundidos: Concretamente, respecto Galileo, en concreto, presenta el estereotipo habitual, según el cual, fue condenado por haber demostrado el movimiento de la tierra. No, Galileo no demostró nada. Es la pieza que faltaba en su argumentación.

Galileo decía, y en esto estaban de acuerdo sus jueces, que no puede haber contradicción entre el libro de la Biblia y el libro de la naturaleza, porque uno y otro proceden del mismo autor. El libro de la Biblia, inspirado por Dios y la naturaleza observantísima ejecutora de sus órdenes. Si tienen el mismo autor no puede haber contradicción. Cuando surge una aparente contradicción significa que estamos leyendo mal uno de los dos libros y él dice: es más fácil que seamos nosotros los que nos equivocamos al leer el libro de la Biblia, porque el sentido de las palabras de la Biblia a veces es recóndito y hay que trabajar para sacarlo, que equivocarse al leer el libro de la naturaleza, porque la naturaleza no se equivoca.Un criterio clarísimo compartido por sus jueces y por todo el mundo.

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28.11.09

El asesinato de Ignacio Ellacuría y sus compañeros, visto veinte años después

CONDECORADOS SÍ, PERO MÁRTIRES MÁS BIEN NO

Con ocasión de los veinte años del bárbaro asesinato de los seis Jesuítas que se hallaban presentes en la comunidad de la Compañía en la UCA el 16 de noviembre de 1989, junto a una mujer y su hija que tuvieron la mala suerte de ser testigos presenciales, en muchos sectores de la comunidad internacional se ha homenajeado a las víctimas: La última noticia que tenemos de homenajes ha sido proveniente de los Obispos norteamericanos y del gobierno de aquel país, y días antes habían sido condecorados también por el gobierno salvadoreño, en lo que se podría considerar como un acto de reparación por los errores del pasado.

En la noche del miércoles 15 de noviembre al jueves 16 de noviembre de 1989, como a la una de la madrugada, un grupo de unos 30 hombres vestidos con los uniformes del Batallón Atlacatl de la Fuerza Armada del Salvador, entraron en el campus universitario de la Universidad Centroamericana (UCA). Con el toque de queda y la supervigilancia que había en la zona sólo ellos podían haber entrado allí. Fueron varios los testigos de oído y varios los que desde casas vecinas pudieron ver, con la complicidad silenciosa de la luna. Caminaban con total impunidad, seguros de que nadie iba a molestar su “trabajo", la muerte que anunciaron de distintas formas a lo largo de ese día malo.

Al entrar en las instalaciones de la universidad, lo hicieron por el Centro Pastoral Monseñor Romero, contiguo a la casa de los padres Jesuítas. Con un tiro certero atravesaron, por el corazón, una fotografía de Monseñor Romero. Todos los sacerdotes se levantaron con el ruido. El día anterior, uno de los sacerdotes había ido a dormir a otra comunidad. Desde hacía días no estaba allí tampoco Jon Sobrino, que había ido a la lejana Tailandia a dar unas conferencias. De los ocho que componían la comunidad, estaban seis: El conocido teólogo de la liberación Ignacio Ellacuría (del cual tengo que reconocer que nunca he leído nada ni me han entrado ganas de hacerlo) y otros cinco, alguno de avanzada edad (Ignacio Martín Baró, el vicerrector de la UCA, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno, Amando López y Joaquín López López, todos ellos españoles menos éste último, que era salvadoreño).

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25.11.09

Historias del postconcilio (IV): La polémica del Cardenal Daniélou con algunos superiores generales religiosos

UNAS DECLARACIONES DEL PURPURADO FRANCÉS A LA RADIO VATICANA EN 1972 GUSTARON POCO AL P. ARRUPE Y A OTROS GENERALES RELIGIOSOS

Las declaraciones del Cardenal Daniélou que crearon la polémica con los Generales de ciertos institutos religiosos hay que ponerlas en el marco de la celebración del I Congreso de las Conferencias Nacionales de Religiosos, de uno y otro sexo, después del Vaticano II, celebrado en Roma del 17 al 19 de octubre de 1972. Este Congreso, convocado por la Sagrada Congregación de Religiosos, había sido previsto con miras a la reunión plenaria de la misma Congregación de Religiosos, del 23 al 25 de octubre. Se abrió con un discurso del Cardenal Ildebrando Antoniutti, y se concluyó con un discurso del Santo Padre.

En él se pusieron sobre el tapete todos los problemas que agitaban entonces la vida religiosa, con los cambios, las experiencias, los fermentos renovadores, los aciertos y desaciertos en la aplicación de las directrices conciliares para una acomodada renovación de los institutos religiosos. Luego vino la Plenaria de la Congregación de Religiosos. Parece ser que en la orden del día estaba el punto candente a que se refería el Cardenal, o sea, el de la autorización a los religiosos observantes para constituir comunidades aparte. Y antes, justamente, de esa Plenaria surgieron las Declaraciones del Cardenal en Radio Vaticana el 23 de octubre del 1972. Helas aquí traducidas del italiano:

“Cuestión: ¿Se da hoy, realmente, una crisis de la vida religiosa, y cuáles serían las dimensiones y los síntomas?

Card. Daniélou.-Estamos en presencia de una crisis muy grave de la vida religiosa: no se puede hablar de renovación sino de decadencia. Esta crisis afecta, en primer lugar, al mundo atlántico. La Europa del Este y los pueblos de África y Asia gozan de una situación mucho más sana. La crisis se manifiesta en todos los campos. Los Consejos evangélicos han dejado de considerarse como consagración a Dios, para ser vistos en una perspectiva sociológica y psicológica. Existe, sí, la preocupación de no parecer burgueses, pero en el plano individual ya no se practica la pobreza. La obediencia religiosa se sustituye por la dinámica del grupo. Bajo pretexto de ir contra los formalismos, se abandona toda regularidad en la vida de oración. Las consecuencias de este estado de confusión se advierten, sobre todo, en la escasez de las vocaciones. Pues los jóvenes lo que quieren es una formación seria. Par otra parte se dan continuos abandonos de la vida religiosa, lo que produce escándalo, pues se rompe el pacto que unía al pueblo de Dios.

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