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27.10.22

Carta a Su Eminencia Reverendísima

Eminentísimo y Reverendísimo Cardenal Hollerich:

Estoy terriblemente preocupado por la salvación de su alma. Pero mientras sigamos caminando, Su Eminencia, por este valle de lágrimas, estamos a tiempo. El día y la hora en que Dios nos llame a su presencia y nos juzgue por nuestros pecados nadie lo sabe. Por eso es importantísimo estar preparado y en gracia de Dios, no vaya a ser que fallezca Su Eminencia en pecado mortal y vaya de cabeza al infierno. Y leyendo sus afirmaciones en el L’Osservatore Romano, está usted en serio peligro de condenación eterna.

Ya, ya sé que usted se cree que todo el mundo va al cielo y que el infierno está vacío o, simplemente, no existe. Lo dice usted mismo:

«En el Reino de Dios ninguno está excluido: ni siquiera los divorciados vueltos a casar, ni siquiera los homosexuales, todos. El Reino de Dios no es un club exclusivo. Abre sus puertas a todos, sin discriminaciones».

Perdóneme usted, pero yo no soy cura ni teólogo. Pero mi abuela me enseñó el Catecismo del P. Astete, que era jesuita como usted. Y desde finales del siglo XVI, ese cuadernito del P. Astete sirvió para enseñar la doctrina cristiana a millones de hispanohablantes.

¿Qué dice el Astete sobre el infierno, Eminencia?

P.: ¿Pues hay más de un Infierno?

R: Hay cuatro y se llaman: Infierno de los condenados, Purgatorio, limbo de los niños y limbo de los Justos o Seno de Abraham.

P.: ¿Y qué cosas son?

R: El Infierno de los condenados es el lugar a donde van los que mueren en pecado mortal, para ser en él eternamente atormentados; el Purgatorio es el lugar a donde van las Almas de los que mueren en gracia, sin haber enteramente satisfecho por sus pecados para ser allí purificadas con terribles tormentos; el limbo de los niños es el lugar a donde van las Almas de los que antes del uso de la razón mueren sin el Bautismo; y el de los Justos o seno de Abraham, el lugar adonde, hasta que se efectuó nuestra Redención, iban las Almas de los que morían en gracia de Dios, después de estar enteramente purgadas, y el mismo a que bajó Jesucristo real y verdaderamente.

P.: Y antes del fin del mundo, ¿serán los hombres juzgados?

R: Si, Padre, a todos al fin de su vida juzgará y sentenciará el Señor: a los buenos a gozar eternamente de Dios en la gloria; y a los malos a padecer eternos tormentos en el Infierno.

P.: ¿Cuántos son los Novísimos?

R: Cuatro, es a saber: Muerte, Juicio, Infierno y Gloria.

P.:¿Qué es la Gloria?

R.: Un estado perfectísimo, en el cual se hallan todos los bienes sin experimentarse mal alguno; como en el Infierno se hallan todos los males sin experimentarse bien alguno.

P.: Y para libertarnos de éste y conseguir aquélla, ¿qué hemos de ejecutar?

R: Guardar los Mandamientos.

P.: ¿Y hay algunos medios conducentes para que con mayor facilidad podamos guardar éstos y preservarnos de faltar a ellos?

R: Sí, Padre.

P.: ¿Cuáles son?

R: La frecuencia de los Santos Sacramentos, el ofrecer a Dios las obras por la mañana, el oír Misa todos los días y rezar el Rosario a la Santísima Virgen, la lección espiritual, la meditación, el examen de la conciencia por las noches y, por decir uno que abraza muchos, elegir un Confesor sabio, virtuoso y prudente y sujetarse a él en todo.

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