Alasdair MacIntyre, descanse en paz
Ayer, día de Santa Rita de Casia, falleció Alasdair MacIntyre (1929 – 2025), uno de los grandes pensadores cristianos del siglo XX y XXI. Si tuviéramos que describir su pensamiento en pocas palabras, podríamos decir que es un tomista sui generis: un pensador influido por Aristóteles y Santo Tomás de Aquino pero alejado del tomismo “duro", por llamarlo de alguna manera, desarrollado por Fabro y Gilson, cuyo tema nuclear es el “actus essendi".
MacIntyre forjó un método histórico y narrativo, centrado en los dilemas políticos y morales de la modernidad, confrontando las distintas tradiciones filosóficas y su desarrollo a través del tiempo, tomando como norma el pensamiento de Aristóteles y Santo Tomás.
Su obra más importante, “Tras la Virtud” (1981), comienza con una poderosa imagen distópica: un mundo, el nuestro, producto de una hecatombe, en el que se ha perdido el fundamento del saber moral pero en el que se han conservado sus conceptos, como si fueran los instrumentos de un laboratorio que ya no se sabe cómo usar. Conceptos como “justicia", “deber” o “bien” siguen vigentes, pero el significado de los mismos ha variado en el transcurso del tiempo.
Virtud, comunidad y narrativa, se entrelazan en esta obra para rehacer la vida moral del hombre moderno, cuyo pensamiento moral se encuentra fragmentado. El gran enemigo a batir es el emotivismo, según el cual los juicios morales ya no remiten a hechos objetivos, sino a las preferencias y emociones del sujeto. Esto conduce a un callejón sin salida donde proliferan posturas irreconciliables.
El colofón del libro tendría una amplia repercusión años más tarde. MacIntyre terminaba el mismo diciendo que nuestra época se asemeja a la caída de Roma provocada por las invasiones bárbaras. En ese período de decadencia fue primordial la aparición de San Benito: cayó Roma, pero surgió Montecassino como nueva Academia donde la sabiduría antigua caduca emergió refulgente con el impulso transformador del cristianismo. Dreher, años después, tomó literalmente el ejemplo y propuso la opción benedictina, que pasaba por la creación de comunidades cristianas, no aisladas, pero sí apartadas del mundo, con el fin de reconstruirlo y volver a fecundarlo espiritualmente. Una propuesta idealista a un mundo cuyo delirio no parece tener fin.
También resulta muy interesante —y anterior a Tras la virtud— su obra Historia de la Ética (1966), donde MacIntyre, fiel a su método narrativo, recorre las ideas de los principales filósofos morales hasta llegar a nuestros días, analizando sus aciertos y limitaciones, sus virtudes y errores, y explicando el contexto en el que hoy nos encontramos.
Marxista en sus inicios, se convirtió al catolicismo a los 50 años, mientras intentaba demostrar ante sus alumnos la inautenticidad del tomismo… y acabó abrazándolo (cfr. “Alasdair MacIntyre", Prospect octubre de 2010). Crítico feroz del liberalismo, en su último libro publicado en español, “Ética en los conflictos de la modernidad” (2017, Rialp), presenta el caso de los jesuitas y del Imperio español en las reducciones del Paraná como ejemplo de una economía guiada por los principios de Santo Tomás de Aquino. ¿Qué hubiera pasado si ese modelo hubiera prosperado? No lo sabemos. En ese momento de crisis, con un capitalismo emergente, la sentencia sobre estas comunidades ya estaba dictada. Los ataques —desde todos los frentes— a la monarquía católica hispánica nos relegaron, como añade el autor de estas líneas, a una irrelevancia absoluta.
Descanse en paz Alasdair MacIntyre.
8 comentarios
Que las Virtudes desaparecieran antes que el pecado era fundamental porque son dos caras de la misma moneda y el Mal es la negación del Bien, así que para que nada se opusiera a la desaparición del pecado las virtudes tenían que ser sustituidas por los indefinibles valores que pueden convivir con el pecado tranquilamente porque no se oponen a él.
Pues yo, al contrario que la primera comentarista, no lo conozco ni sé lo que es estar alejado del tomismo duro. Un pensador interesante para conocer.
Hace mucho tiempo que leí ese libro y no creo haberme equivocado. Es altamente recomendable.
Alasdair McIntyre perteneció a un movimiento teológico llamado "Radical Theology", basado en las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino y San Agustín de Hipona.
Muchas gracias.
También es bueno su "Tres versiones rivales de la Ética".
Si Gilson y Fabro serían representantes del tomismo "duro", me pregunto qué calificativo se le dará a los grandes tomistas tradicionales: por citar tres del siglo XX, del Prado, Garrigou-Lagrange y Ramírez, todos de la Orden de Predicadores.
No hay que olvidar que santo Tomás fue ante todo un teólogo. Y en este sentido, Fabro y Gilson, comparados con los grandes de la escuela, pues parece que se quedan atrás... MacIntyre parece circunscribirse a la temática ética o moral y más bien desde el punto de vista filosófico.
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