¿Por qué amas a la Iglesia?
Los seres humanos somos una obra maravillosa de Dios. Somos seres racionales, pero no nos quedamos en la mera razón, como si fuésemos un ordenador. Si a uno le preguntasen por qué quiere a su mujer, sin duda recordaría razones y momentos importantes: la entrega mutua, el haber permanecido juntos en momentos difíciles, la generosidad al dar la vida por los hijos… Pero, si uno es sincero, también hablaría de cosas pequeñas o incluso insignificantes que están unidas indisolublemente a ese amor por su mujer: el color de sus mejillas a la luz de la tarde, el vestido que llevaba en aquella ocasión, el placer de que ella tenga razón y uno esté equivocado, las pequeñas bromas compartidas…
Lo mismo sucede, a mi juicio, con la Iglesia. Sus hijos la amamos ante todo porque es la verdadera Iglesia que fundó Jesucristo, pero también por mil detalles que despiertan nuestra admiración, nuestro asombro o nuestra ternura. Creo que de vez en cuando conviene recordar por qué queremos a la Iglesia. Invito a los lectores a que escriban unas cuantas razones por las que aman a la Iglesia y le tienen cariño, sin orden ni concierto y sin preocuparse de si son cosas importantes o detalles insignificantes. No importa repetir ni dejarse muchas cosas en el tintero. Simplemente, cumpliendo las palabras del salmista: “Me brota del corazón un poema bello”. Empezaré yo:
Porque es la Esposa de mi Señor, porque siendo un pecador me ha abierto los brazos, por los mártires, los confesores, los doctores, las vírgenes y los santos, por el cirio pascual, por la confesión, por las imágenes sagradas, por los cartujos, por los ritos orientales, por el incienso, por la señal de la Cruz, porque está hecha de pecadores y de santos, por los Cristos románicos, por las vidrieras góticas, por el matrimonio indisoluble, por la apertura a la vida, por Pentecostés, porque el primer papa fue un simple pescador, por los mendigos a la puerta de las iglesias, por un emperador vestido de saco y cenizas, por los silencios de la Misa, por Jerusalén, por no avergonzarse de la Cruz, por el gregoriano, por la Liturgia de las Horas, por San Simeón el Estilita, por el canto del Aleluya, por las iglesias que miran hacia Oriente, por Santo Tomás de Aquino y Santa Teresa de Lisieux, porque en ella refresca siempre la brisa del Espíritu, por las bienaventuranzas y los mandamientos, por las basílicas romanas, las catedrales góticas y las ermitas de pueblo, porque no se ha escandalizado de mí, por el Gloria al Padre, por la liturgia del Corpus Christi, por la devoción a la Virgen, por un obispo santo, por Concilios tumultuosos, Papas inmorales y una fe cimentada sobre roca, por el Sagrario de la Ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, por la Divina Pastora del Pardo, por el Crucificado de Fra Angelico, porque en ella nací a la Vida eterna, porque el Credo se puede cantar, por los púlpitos, por los conversos llenos de fuego, por las viudas generosas, por la imagen de la Inmaculada de mi familia a la que siempre puse flores de pequeño, por los sacerdotes santos y porque no soy digno de besar los pies del más indigno de sus sacerdotes, por el amor al enemigo, por las lágrimas de Pedro, por la vejez de Juan Pablo II, por el sentido común de Santa Teresa, por los poemas de San Juan de la Cruz, por las vestiduras rojas de los cardenales, por el Santo Crisma perfumado, por haber brotado del costado abierto de Jesús…
50 comentarios
Nota 2: si todo el mundo tuviera un poco de sentido común, no haría falta decir esto, pero como los primeros comentarios han demostrado que no es así, lo explicitaré lo más claramente posible: este artículo es evidentemente para que intervengan los católicos, no para ateos, agnósticos, apóstatas, herejes, cínicos o personas con "creencias creativas". Si la pregunta es "¿por qué amas a la Iglesia?", los que no aman a la Iglesia evidentemente no tienen nada que aportar.
Yo no amo a la Iglesia. Ni un poquito.
La Iglesia representa TODO lo que aborrezco de la religión y de la fe en Cristo y su Padre.
Lo que yo trato de amar con todas mis fuerzas (Aunque a veces me cuesta, en especial cuando leo a Hadock) es a mi prójimo, que significa próximo, aunque la globalización y las comunicaciones modernas han hecho que toda la Humanidad esté mucho más próxima que antes.
Pero como soy un buen tipo, he leído con interés las razones por las que tú amas a ala Iglesia y entiendo que pensemos diferente.
Prácticamente ninguna me llama la atención, y las que podrían hacerlo un poquitillo, lo hacen muy tangencialmente (Por ejemplo el amor al enemigo, pero es que yo no tengo enemigos)
En especial hay una que aborrezco profundamente: "Que haya pobres en las puertas de Iglesias"
No debería haber pobres en ningún sitio.
Y los cristianos, en vez de adorando y haciendo supersticiosos ritos mágicos en el templo, deberíamos estar acabando con la pobreza. Yo el primero.
Pero ya se que eso a vosotros no os parece interesante, igual que a mi me trae sin cuidado la misa tradicional, los pies de los sacerdotes (Que mal gusto) o la Divina Pastora del Pardo... será que yo no broté del costado traspasado de Cristo sino del útero de mi señora madre.
Amo a la Iglesia y sabe ¿por qué?: Por mi madre, por mi padre y por mi tía monja y por muchas más personas buenas y no cínicas.
Desde muy pequeñito estuve a punto de morir y gracias a Dios y a una transfusión de sangre que sigo vivo. Mi madre me enseñó a rezar las 3 Avermarías cada noche antes de dormir y lo sigo haciendo. Además en el 2020, en Mayo, decidí Consagrarme al Inmaculado Corazón de María. Siguiendo las instrucciones (por wasap) del Sacerdote de mi Parroquia y toda la preparación del mes de Mayo (y parte de Abril), podíamos desde casa en la Vigilia de Pentecostés y en la misa de Consagración hacerlo los días 30 y 31 de Mayo.
[...]
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía.
Paz. Amén. Espíritu Santo.
🙏🙏🙏
La amo sin saber del todo por qué.
La amo porque en ella resuena un Nombre que es mi todo: Jesús.
La amo porque mi corazón no puede hacer otra cosa que quererla.
La amo aunque a veces duela,
porque sólo duele lo que se ama de verdad.
Por qué es la única que desde su fundación ha tenido una continuidad apostólica y papal.
Por eso sobre todo. Porque ella es madre que me alimenta con mismo Cristo, con su Cuerpo, Alma, Sangre y Divinidad.
Y también porque pese a todos los episodios lamentables, grotescos y criminales habidos en 2000 años de andadura, sigo viendo en ella la más alta expresión, como jamás ha habido en la historia, de la Verdad, el Bien y la Belleza.
"La amo aunque a veces duela,
porque sólo duele lo que se ama de verdad"
Muy bueno.
"ha muerto en la cruz en mi lugar por amor a mí"
De ahí, de ahí nació la Iglesia, de su costado traspasado.
La amo porque yo también soy Iglesia.
La amo porque Él me ama por medio de ella.
La amo porque me enseña a AMAR, así, con mayúsculas.
La amo porque me acoge, me cuida y me guía a Él 🙌❤️
Gracias Bruno, me encanta! 😍
- Porque gracias a Ella podemos tener a Jesús en nuestras almas.
- Porque, a través de Ella, Cristo perpetúa su Presencia y su obra de santificación en la Tierra.
- Porque me permite vivir mi fe de forma comunitaria y no solo individual.
- Por la belleza de su liturgia y por los Sacramentos.
- Porque nos enseña cómo cumplir la Voluntad de Dios y, así, agradar al Señor, darle gloria y salvarnos.
- Por la devoción a la Santísima Virgen y a los Santos.
- Por el testimonio heroico de los Mártires.
- Por la oración de las almas consagradas y las almas sencillas.
- Por su extraordinaria labor misionera, asistencial y de ayuda a los más necesitados.
- Por la bondad de su influencia en las naciones y las familias.
- Y un largo, gozoso y glorioso etc.
Amén de -como dice Bruno- toda la Belleza de la Santa Misa, de los vitreaux, de las Catedrales, de un niñito besando una imagen, de comprobar una conversión, de los escritos de santos como Santa Teresa, San Juan de la Cruz y tantas y tantas otras maravillas...
Totalmente en desacuerdo.
Los pobres nos necesitan a nosotros y nosotros necesitamos a los pobres.
Dios y la Iglesia es lo mismo, no hay ningún bisturí que pueda separar a Dios de su Iglesia, porque la Iglesia y Dios es lo mismo, no es uno y lo otro, no es Jesús y ahora le sumamos la Iglesia.
¿Qué dijo Saulo a Jesús cuando iba camino de Damasco y se cayó el caballo?
Señor ¿Quién eres?
Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
¿Pero Saulo perseguía a Jesús o perseguía a los cristianos?
¿Señor
Por la Virgen María
Tampoco de por qué amé a mi madre.
Lo que si puedo es dar ubérrimas razones de por qué Hugo Chumbo está completamente zumbado.
No dijo donde ni cuanto, dijo siempre.
Y lo que dijo el Señor, se cumple.
¡Dichosos los ojos! Cuánto me alegro de verte por aquí. Muchas gracias por compartir tu amor a la Esposa de Jesucristo.
Reconfortándome, casi de inmediato, con el aire de la paz y el amor infinito de Dios, que se puede respirar en ella. 🔥💖
Amo a la Iglesia porque yo también quiero amar a Dios y darle gracias por poder tener un pasado, un presente y la esperanza de una eternidad a su lado aunque sea en el último lugar.
Amo a la Iglesia porque Ella me lleva a Dios.
una vida perfecta, la Vida, que es Cristo.
Las abuelas generan hogar!
Han vivido una vida muy larga, llena de experiencias, de situaciones de todos los colores, que les dan una sabiduría capaz de discernir i llenar de paz a todos los q le rodean!
Ellas quieren a todos y todos las quieren
Lo ven todo y hablan cuando la injusticia ya es injustificable y callan cuando saben que un silencio puede reconducir de nuevo hacia el amor verdadero
Ellas siempre rezan por todos y saben que su fin está cerca lo que les sitúa en un plano de la realidad insospechado
En la mesa se sientan en un extremo, como cabeza de la familia. Son cabeza porque están en comunión con Cristo cabeza de la iglesia
Desde ese extremo divisan todo! Hijos, nietos, biznietos…. Ven mas q hablan!
Saben quien se ofrece a los demás, quien se deja servir, quien pasa de todo, quien tiene algo importante que contar para hacer felices a los demás, quien solo piensa en repetir plato….y así sin mediar palabra van conociendo y sabiendo como hablar a cada uno, siempre desde ese amor cabeza de familia
Y me imagino sus sufrimientos, sus dolores físicos, sus tristezas, soledades, incomprensiones, sea deformaciones físicas, su pelo blanco y frágil, su voz cansada, su débil vista, pero con una visión más clara de la vida de lo que jamas se hubiera imaginado
Y me imagino amando a la Iglesia como yo amaba a mi abuela…
Pero ya que lo pides...
Llevo una temporada "runruneando" el décimo quinto Centenario de un momento de la Iglesia.
El Concilio de Nicea, comenzó en mayo del año 325, y se cumplirá su clausura, nada más y nada menos que el próximo día 25, Solemnidad de nuestro Patrón, Santiago Boanerges.
Prescindiendo de detalles que me agradan y halagan como el hecho de que lo presidiera un "pedazo de Obispo" como el cordobés Osio, portento intelectual que dominaba el griego, y portento episcopal que como «confesor de la Fe», padeció y siguió padeciendo como sobreviviente las secuelas de las heridas y lesiones con que fue martirizado y perseguido por Decio, y la persecución «legal» bajo Diocleciano; y que asumió la responsabilidad de autorizar nada más y nada menos que el Credo Niceno, que validarían los Papas coetáneos y posteriores.
Pero esos dos meses en que unos 300 obispos disputaban sobre cómo entender con palabras de tejas abajo a la Santísima Trinidad, frente a otros como Arrio, que hallaban más sencillo y asequible a la mente humana, concebir a un diosecillo eternamente estéril, de esencia esencialmente infecunda, cuya Omnipotencia aparecía solamente «ad extra» como Creador, pero «ad intro» impotente eterno, incapaz de darse en un Hijo Eterno, y por tanto con unas posibilidades de amor castradas al mero amor solipsista de un supuesto dios solitario eterno, que todas ( y algunas más) eran consecuencia de la idea de dios que movía al "intelectual" Arrio. ¿O no?.
Pues bien, el «homousios» que estableció el Concilio de Nicea, señalaba hacia un camino para la Fe:
- en Un Único Dios que comienza a ser Omnipotente "en Sí" y "sobre sí mismo".
- en una Eternal Paterno-filiación por donación de la propia esencia del Padre al Hijo eterno y perfecto que concibe y engendra.
- en una Eterna y tan perfecta Vida Divina de Amor Omnipotente y Fecundo, que personaliza en Espíritu Santo el Eterno Vínculo de Amor Oblativo.
Es un momento grande de la Iglesia, que recoge la Tradición de los casi 300 años que lleva existiendo, y le da una forma, o fórmula que perdura y perdurará hasta el "in æternum".
Y todo eso lograron los pobres humanos obispos, sin duda porque ese Señor Espíritu Santo, (que por cierto, es el primer personaje que aparece en el Génesis "aleteando sobre las aguas del abismo") debió presidir ese precioso Concilio de Nicea.
No es el décimo quinto aniversario, sino el décimo séptimo del Concilio de Nicea.
En el fondo, se ama a la Iglesia porque en ella hay pecadores. No es un club ni una sociedad filantrópica, sino el Hospital de Dios.
Lo que se ama en la Iglesia es lo sacramental, el maravilloso materialismo cristiano. Es el testimonio viviente de que en realidad, contra toda suposición y probabilidad previa, Dios ha entrado en nuestra historia y ha querido hacerse cargo de esta pequeña barca que parece siempre a punto de hundirse.
En definitiva, la Iglesia es como su Señor y Fundador, absolutamente incomparable, fuera de toda liga.
Saludos cordiales.
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis;
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
mamaréis a sus pechos
y os saciaréis de sus consuelos,
y apuraréis las delicias
de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella,
como un río, la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo,
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo, se alegrará vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado,
se manifestará a sus siervos la mano del Señor».
Amo a la Iglesia por todo lo que dice Bruno, y más todavía. Porque me ofrece el perdón de Dios cada vez que caigo.
Porque gran parte de la belleza y santidad que hay en este mundo se lo debemos a ella.
Amo a la Iglesia, mi Santa Madre.
Si tuviera que resumirlas diría que amamos a la Iglesia porque no la merecemos, porque su nombre es GRACIA.
Porque la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Amar a la Iglesia es amar a Cristo Nuestro Señor, y viceversa.
Eso muestra que lo de la indignidad es constitutivo esencial de nuestra pertenencia a la Iglesia, es decir, el continuo asombro de que elementos como uno puedan estar diciendo estas cosas.
Por eso, quien dice Eucaristía dice Sacramento de la Reconciliación o Penitencia.
Y ahí las palabras, que ya han perdido todo su valor al hablar de la Eucaristía, quedan definitivamente invalidadas.
Saludos cordiales.
Amo a la Iglesia por amor Cristo que está presente en la misma especialmente en los Sacramentos que, impriman carácter o no, lo hacen visible y accesible.
El sentido de la pertenencia al Señor se presenta en la Iglesia y en todas aquellas pequeñas cosas y detalles que indican y demuestran su "providencialidad" impactante.
Porque en ella aprendo a amar, también a los pecadores. Por mí vocación de ser Imagen de la Iglesia Esposa, en el Ordo Virginum.
Por las familias abiertas a la vida, por los sacerdotes entregados hasta la extenuación. Por los mártires. Porque en ella recibo buenas noticias.
Por todo esto y mucho más, amo a la Iglesia.
"Amo a la Iglesia porque en ella encontré a Jesucristo (me lo anunció el autor de este blog hace casi 30 años)"
¡Bendito sea Dios que nos da tantas gracias e incluso se vale para ello de la torpeza y debilidad de los hombres!
Me alegro mucho de saludarte y de que pases de vez en cuanto por aquí. Las cosas de la fe unen más que ninguna otra. Recemos los unos por los otros.
- Su vocación universal que hace que, leyéndolos, me sienta hermano de gente tan dispar como San Agustín, Chesterton, Hugo Wast o Fernán Caballero;
- las vidas de santos como San José de Cupertino, San Benito José Labré o San Jorge;
- los Padres del Desierto;
- los escritos de San Luis María Grignon de Monfort y San Alfonso María de Ligorio;
- los santos incorruptos;
- las Cruzadas;
- los japoneses que mantuvieron su fé por 200 años sin sacerdotes;
- Santa Teresa de Jesús;
- la música coral y la música polifónica;
- la devoción del Sagrado Corazón de Jesús;
- los crucifijos y las medallitas-
- los autos sacramentales;
- la filiación a María Santísima y a San José;
- nuestros santos patronos sea por nombre o por fecha de nacimiento;
- las almas víctimas;
- la devoción a las Santas Llagas de Jesucristo de Santa Brígida.
"Las cosas de la fe unen más que ninguna otra. Recemos los unos por los otros."
Sin lugar a dudas.
Amo a la Iglesia por la comunión de los Santos, por la oración de intercesión, por la oración alabanza.
Amo a la Iglesia por las monjas de Iesu Communio (y sus pastelitos) que me impactaron tanto y me hicieron preguntarme por Dios, por las Clarisas de Soria, las Carmelitas de la Aldehuela y del Cerro de los Ángeles y mi prima Carmelita en Segovia, por mis amigas que son monjas de Clausura en distintos conventos, por las Huelgas de Burgos, por las Oblatas de Cristo Sacerdote, por las Misioneras de la Caridad, por el Don de María, por los miembros del Verbum Dei y los Identes.
Amo a la Iglesia por los que, con paciencia, me explicaban los porqués de la moral católica. Por los libros infantiles con los que empecé a rezar... a los 18 años...
Por el padrenuestro que me enseñó mi abuela cuando tenía 3 años.
Amo a la Iglesia por los sacerdotes grandes predicadores que me he encontrado... y por Don Jesús, el sacerdote del pueblo que celebraba la Misa tan deprisa que nada se entendía...pero permaneció fiel al ministerio...
Por darme la oportunidad de evangelizar también a mí con la catequesis de niños, en experiencias Misioneras...
Bueno, no puedo dejar de dar gracias. También por este blog ; ).
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