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22.09.13

La parábola del mayordomo infiel

No es el tema de este blog comentar ni menos interpretar los textos bíblicos, sabe Dios que la Iglesia tiene personas mucho más calificadas para eso. Sin embargo, la lectura de hoy es uno de esas parábolas que llama la atención, por lo oscuro de su mensaje, y las otras lecturas la pusieron para mí en una nueva perspectiva, de modo que aquí les dejo algunas ideas.

Del evangelio de hoy:

Lc 16,1 Decía también a los discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. 2 Lo llamó y le dijo: “¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto".
3 El administrador pensó entonces: “¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. 4 ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!".
5 Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?". 6 “Veinte barriles de aceite", le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez". 7 Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?". “Cuatrocientos quintales de trigo", le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo y anota trescientos".
8 Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en sus trato con lo demás que los hijos de la luz. 9 Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.

Esta es una parábola extraña, porque parece que Dios termina alabando a un servidor que no sólo es infiel, sino que además no tiene ninguna característica que parezca digna de imitarse: administraba mal, era flojo y orgulloso (no quería cavar ni mendigar), y termina agravando su culpa al condonar las acreencias de su señor, a sus espaldas. ¿Qué ocurre aquí?

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19.08.13

¿Por qué crees que la Biblia es la Palabra de Dios?

Pregunta el escéptico: ¿Por qué crees que la Biblia es la Palabra de Dios? Después de todo, otros libros, como el Libro de Mormón o el Corán, también dicen haber sido revelados por Dios.

Responde el católico: Ante esta pregunta, los cristianos de tradición protestante suelen citar la segunda carta de San Pablo a Timoteo, “16 Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien", pero ese argumento es inválido porque es circular.

En cambio, los católicos respondemos, junto con San Agustín “Por mi parte, no creería el evangelio, a menos que me moviera la autoridad de la Iglesia Católica” (Réplica a la carta de Manés, llamada “del Fundamento”, Cap 5). Más aún, no solo el anuncio de la Buena Nueva de NSJC (el evangelio), sino que la autoridad de toda la Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento, surge de la autoridad de la Iglesia.

E: ¿Y por qué le crees a la Iglesia?

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6.06.13

¿En qué no te cuesta creer?

Algún tiempo atrás, compartía con los visitantes de este blog acerca de aquellas doctrinas o dogmas católicos que eran especialmente difíciles de creer, es decir cosas para las cuales –en mi opinión–, realmente se debía “ejercitar” la fe.

Un tema que no apareció en los comentarios, pero que es recibido con escepticismo incluso entre los creyentes, es el que se refiere al infierno. Es famoso un monólogo del humorista ateo George Carlin, donde ridiculiza la idea de que un Dios supuestamente bondadoso y compasivo pudiera al mismo tiempo enviarte a una eternidad de sufrimiento por haber cometido alguna de las conductas prohibidas arbitrariamente por Él.

Personalmente no recuerdo haber tenido problemas para creer en el infierno. Después de todo, está el pequeño asunto de la justicia que debe ser satisfecha; y el de la libertad, que exige que nuestras acciones y opciones fundamentales tengan una respuesta real y significativa.

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24.04.13

Almah, parthenos y virgen (Parte II)

Veíamos ayer que el tema de las profecías no era tan sencillo como ir por la calle con un calendario en la mano, y marcando cada hecho vaticinado por un libro del Antiguo Testamento. Al contrario, cuando nos adentramos en los textos lo más común es encontrarnos con muchas ambigüedades, que dejaba un amplio margen a la interpretación.

Es indudable que en la Palestina del S. I de nuestra era existían una serie de expectativas respecto del Mesías, basadas en las profecías más claras y reiteradas del Antiguo Testamento, como que sería un descendiente de David, que reuniría a las tribus israelitas dispersas entre las naciones paganas, que liberaría a los hebreos de dominaciones extranjeras y que sería el Rey de los Judíos. Todos estos anuncios se cumplieron en NSJC, aunque cada uno con cierto matiz inesperado, según lo que esperaban la mayoría de los judíos.

Por otro lado, hay varias características de la misión mesiánica de NSJC, que hoy entendemos como esenciales, pero que en realidad nadie se las esperaba. Por ejemplo, no había ninguna profecía que apuntara claramente a que el Mesías sería Dios mismo (¿poderoso? Seguramente ¿Santo? Sin dudas, pero ¿Dios mismo? De ningún modo), que resucitaría, que aboliera el sábado o las leyes sobre alimentos de Moisés, o que no tuviera por padre a un ser humano.

Ahora bien, el hecho de que nadie lo esperara, no significa que no haya sido profetizado. Como les comentaba, el Antiguo Testamento está plagado de pasajes enigmáticos, cuyo significado sólo se hace evidente a la luz de hechos posteriores. Lo que propongo es que a esta categoría de eventos anunciados pero inesperados, es que pertenece el texto de Isaías:

14 Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel.

En la polémica, en la discusión apologética, ciertamente que existe la posibilidad de plantarse diciendo “almah es mujer joven, no virgen, que se dice betulah, Isaías puso almah y no betulah, y no hay nada más que agregar", y encerrarse ahí podría ser una táctica ganadora. Sin embargo, en un examen sincero, limitarse a este enfoque tiene el grave defecto de que no explicacómo San Mateo pudo haber cometido un error tan básico y fácil de descartar. Después de todo, no olvidamos que él mismo era judío, escribió probablemente en arameo y que sus lectores inmediatos eran muy probablemente una comunidad de judíos recientemente conversos, perfectamente capaces de detectar un abuso de sus Escrituras.

En cambio, podemos intentar profundizar un poco más y examinar si este pasaje del profeta razonablemente podría haberse entendido como una profecía cuyo cumplimiento estuviera pendiente en tiempos de Jesús.

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22.04.13

La profecía de la concepción virginal (Parte I)

Cuando hablamos de los milagros que acompañaron el nacimiento de NSJC, sin dudas que el primero que se nos viene a la mente es el de su concepción virginal. Por eso puede resultar sorpresivo para el “cristiano de a pie” el enterarse que en las disciplinas dedicadas al estudio de las religiones y la Biblia existe la opinión mayoritaria de que San Mateo hizo una lectura errada del texto del Antiguo Testamento, para aplicarlo forzadamente al evento milagroso que estaba relatando.

Examinemos entonces los antecedentes de estos textos, y veamos si existen motivos fundados para acusar al autor inspirado de la Sagrada Escritura de inventarse una profecía.

Nuestro punto de partida es el Evangelio según San Mateo, que en su capítulo 1, señala:

20 Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. 21 Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: 23 “La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel", que traducido significa: «Dios con nosotros».
24 Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, 25 y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.

La referencia “el Profeta” se entiende hecha a Isaías, quien es tenido como el más grande entre los autores de los libros proféticos del Antiguo Testamento. Cuando vamos al libro de Isaías, encontramos en su capítulo 7, con el relato de un ejército que se apresta a invadir Jerusalén, pero Dios dice predice que no la conquistarán, y en prenda de su palabra, ofrece a Ajaz rey de Judá realizar un “signo", con las siguiente palabras:

10 Una vez más, el Señor habló a Ajaz en estos términos: 11 «Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas».
12 Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor».
13 Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? 14 Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel. 15 El se alimentará de leche cuajada y miel, cuando ya sepa desechar lo malo y elegir lo bueno. 16 Porque antes de que el niño sepa desechar lo malo y elegir lo bueno, quedará abandonada la tierra de esos dos reyes, ante los cuales estás aterrorizado. 17 El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días como no lo hubo iguales desde que Efraím se separó de Judá».

Aquí tenemos el anuncio de un niño que nacerá y será llamado “Emmanuel", y si bien esta versión habla de que “la joven está embarazada", ese mismos pasaje suele traducirse como “la virgen está embarazada", apuntando a un milagro que anuncia la llegada del Mesías.

Como les decía, la opinión actualmente mayoritaria es que la palabra del idioma hebreo que se solía traducir como “virgen” es “almah", que no tendría ninguna connotación acerca del estado marital de la persona, sino que sólo haría referencia a una mujer joven, de modo que San Mateo habría “forzado el texto” de Isaías, para ganar un anuncio milagroso para su Maestro.

¿Es esta una conclusión razonable?

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