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24.02.21

Palabras con el poder de una espada

Soy ordenada por lo que, para adquirir nuevos y buenos hábitos, tal como rezar el Rosario o la Liturgia de las Horas, suelo establecer  horarios y estructura. Una vez adquirido el hábito, el horario y la estructura  me sirven en lugar de, como al principio, estar yo a su servicio.    

Así incorporé al rezo del rosario algunas jaculatorias de mi cuño personal y otras de santos o de la piedad popular. De mi cuño personal tengo la de San José cuando le digo: “Señor San José, esperanza de los redimidos; ruega por los miembros de mi familia y series queridos difuntos”.  

Así como ésta he creado y adoptado otras jaculatorias pero existe una que me hace perder el aliento y es: “Jesús, manso y humilde de corazón; haz mi corazón semejante al vuestro”.

Se preguntarán qué tiene de especial si todos la conocen y la recitan con frecuencia?

Lo que tiene de especial es lo que sucede conmigo fracción de segundo antes: el tiempo se detiene y mi alma se traslada a un lugar diferente, me olvido por completo de mi misma y, para cuando pronuncio “Jesús”  (antes de “manso y humilde”), ya estoy por completo vacía de mí y en ese lugar, tan serena, plena de amor, de sensatez y deseo de Dios que, para cuando estoy diciendo “manso y humilde” es como si se abrieran ante mi dos universos (uno por cada palabra) en los que no soy más que una mota de polvo o menos; por lo que, para cuando estoy diciendo “has mi corazón semejante al vuestro”, me descubro con un deseo de algo tan infinitamente inabarcable pero a la vez tan vívidamente presente, que termino olvidando de respirar.

Poco después respiro hondo y  me quedo unos segundos quieta, sin decir nada más para luego continuar con el tercer misterio ya que esa jaculatoria la digo al finalizar el segundo (como les dije: la estructura).

Muchas palabras solas o reunidas en frases, si bien no son Palabra de Dios, contienen el poder de una espada y pienso que es debido a ser inspiradas en un vivo deseo de santidad, obra del Dios, por supuesto.  

Pedir a Jesús que haga nuestro corazón semejante al suyo en mansedumbre y humildad es pedir algo que el hombre, por sí solo, jamás podría alcanzar si no es con el auxilio de la gracia.  

Desde antiguo, la Escritura hace referencia a los caminos de Dios, a la senda que traza para que andemos por ella; se nos sugiere abandonar nuestros caminos para seguir los pasos y vereda del Señor. De tal manera que, muestra que existen  dos caminos que disponibles: el nuestro y el de Dios.

El nuestro es un camino que planeamos cada día y nunca se cumple debido a que la vida es, simplemente, caótica.  

El camino de Dios, en cambio, es inmutable; por verdadero, es el único camino seguro al único destino verdadero.

Tenemos, pues, dos opciones; seguir nuestro propio camino o trazar voluntariamente la ruta por sobre la senda marcada por el Señor desde principio del tiempo.  

Pero, es posible? Posible es.  

Pudo hacerlo Santa María y San José así  muchos santos que los precedieron desde tiempo de Noé.

Tengo un ejemplo sobre cómo hacerlo, aunque cómico, ya que de una comedia lo estoy tomando, y es el personaje que, en tiempos modernos, hace de Noé en esa película titulada “Regreso del todopoderoso” ("Evan Almight”, en inglés).

El hombre es esposo y padre; además un asesor político de alto nivel que tarda un poco en aceptar la conveniencia de obedecer a Dios, por lo que, para cuando las circunstancias no le dejan más remedio, un buen día se decide a sujetarse, no a su camino, sino al camino trazado por el Señor por lo que termina, no solo siendo considerado un loco sino verdadero instrumento del Todopoderoso.

Esa película nos da la idea de, no solo cómo nos verían por seguir las sendas del Señor sino cuál sería el resultado.

Lo sé, no parece haber punto de comparación ya que es una comedia y la vida nunca es así de fácil y divertida. (No fácil, tal vez, pero siempre es divertida, si me lo permiten). 

Debido a que se trata de una comedia, la parte difícil (en la que se sufre mucho, mucho, tanto como para rezar el Salmo 50 tres veces diarias) es tratada con delicado humor ya que, el camino elegido casi le cuesta al personaje su matrimonio, familia y trabajo; pero, solo temporalmente ya que, el Señor tuvo planeado establecer puestos de primeros auxilios a lo largo de la ruta y hasta llegar a la meta, en su compañía.

Me refiero no solo a la película sino en la vida real; principalmente, en la vida real tenemos muchísimos puestos de primeros auxilios a nuestra disposición.

Bien, todo lo anterior solo para decir que, cuando encuentres un jaculatoria, frase o palabra con el poder de una espada que te parte por el medio como a un melón, quédate con ella, ya que te ofrecerá buen servicio durante el camino.

   
“Es mejor estar solo con Dios. Su amistad no me fallará, ni su consejo, ni su amor. En su fuerza, me atreveré, me atreveré y me atreveré hasta que muera".
De Santa Juana de Arco, quien conoció el poder de la espada.