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30.12.17

Itinerario de una rezadora novata (I)

Fue cosa de un par de días que me vine a enterar de lo siguiente.

Me vine a enterar teniendo el Rosario en la mano y mirando al cielo abierto desde una salita que tengo con vista al valle y a gran parte del jardín. El cielo estaba azul y cruzado solamente por unas blancas y ligeras nubecitas. Era una vista sublime.

Fue cuando supe que el Padrenuestro lo rezaría enfocada en el Padre como quien con El tuviese una conversación; en María con cada Avemaría, en la Santísima Trinidad con cada Gloria así como en Jesús, José, María y San Miguel Arcángel con cada jaculatoria.

Contrario a lo que venía haciendo, prestaría atención a quien tenía delante antes que a mis intenciones, problemas o dificultades.

Claro, ahora que lo hago así es que me vengo a dar cuenta que –entonces- qué sentido podrìa tener haberme entregado totalmente a María para que disponga de mi vida si decido dejarme la partecita con la que me preocupo de todo y de todos? No tiene sentido.

Ese día, enfocada en mis interlocutores resultó fácil mantenerme despierta ya que, muchas veces desde que rezo el rosario a diario, en el segundo misterio empezaba una desesperada batalla contra el sueño que me dejaba, al final de 50 minutos, agotada y estresada.

Por eso, ayer de nuevo, sabiendo que tendría una importante conversación, antes de siquiera persignarme, invoqué al Espíritu Santo diciendo: - “Espíritu Santo, evita que me duerma; por favor, evítalo, para poder entregar a María unas oraciones bien hechas. Te lo pido.”

Ayer, lo de tener claro que aquella conversaciòn serìa una gracia fue aun más intenso sabiendo que, solo el deseo de mantener el foco, constituía ya una gracia. 

El cielo estaba repleto de nubes grises. No había nada sublime en aquellos nubarrones, sin embargo ahí estuve rezando con “modestia, atención y devoción” tal como si de ello dependiera mi vida.  

Es cosa interesante de observar que, aunque el Rosario es oración de repetición, no brota de nosotros mismos sino de Dios, por lo que quedamos no solo con la satisfacción de haber cumplido con nuestro servicio a la Madre sino con la certeza de haber visto, por su intercesiòn, a Dios reforzar en nosotros un vínculo vital para nuestra existencia. 

                                                                        –o–

NOTA: Muchos y cada día somos más los que sufrimos por la situación del mundo y de la Iglesia. Les cuento que de la ferviente Devoción a María recibirán todo y más de lo que necesitan.

Busquen a la Madre. ¡Háganlo! (Por favor).