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20.06.17

De su Cuerpo Místico, descartar la Gracia

Yo digo que para haber sido yo tan luminosa y que ahora sea tan sombría es porque algo tremendo debe haberme pasado o quizá solo sea lo que, en realidad, nos pasa a todos y que no todos se dan cuenta; razón por la que uno, a veces, se siente muy solo.

Lo que tampoco es cierto ya que, en primer lugar, tenemos la gracia del Espíritu Santo por Quien vivimos inmersos en Dios y unidos a nuestros hermanos.

Lo que significa que, si físicamente, estamos separados, no lo estamos en el Espíritu que es en Quien la verdadera vida se expresa.  

De tal manera que, si no estamos solos, más bien al contrario, queda claro que hemos de colaborar con la gracia para ejercitarnos en el aspecto espiritual; cosa que, entre otros, incluye creer en la Comunión de los Santos pero también en que la Iglesia Triunfante y la Purgante producen mucho mayor bien que toda la Iglesia Peregrina junta.

Esta certeza sola, basta para renovar la Esperanza.

Pues bien, siendo que no estamos solos, les cuento que hace poco vi una película cuyo argumento fue tomado de la vida real en el que la protagonista, una mujer de principios del siglo pasado, se propuso buscar a su marido explorador del Polo Norte  y quien, pese a las múltiples y graves advertencias, tomó la decisión de formar una expedición para alcanzarlo y compartir su gloria.

El resultado de su decisión fue cadáver tras cadáver que, debido al clima y por las circunstancias,  fue dejando tras de sí.

Durante todo el tiempo que dura la película te quedas esperando que la dichosa mujer manifieste sensatez pero, no hay caso, ni siquiera el básico sentido común y solo debido a su infinito egoísmo, a su magna soberbia.

Viene siendo como lo que experimento durante este período de la historia de la Iglesia; la que, tras la Venida del Espíritu Santo, no es otra cosa que la historia del Cuerpo Místico de Cristo.

Porque, si bien es cierto que en aquél tiempo fue su cuerpo, hoy en día es su Cuerpo Místico el que, en la etapa de tortura, vemos atado a la columna tras haber sido acusado de farsante:

Hemos escuchado sus argumentos: - “Dice ser el Hijo de Dios. Dice ser uno con el Padre. Afirma conocer la Misericordia Divina cuando –en realidad- es sabido que somos sus administradores. No le basta con exigirnos entregarlo todo sino que, efectivamente, espera que lo hagamos so pena de condenación eterna. Pretende cargar nuestra conciencia cuando es fácil reconocer que nuestra conciencia limpia es garantía para éste y todos los casos. Poca cosa se pierde si desaparece mientras mantengamos el orden que con tanto esfuerzo hemos establecido. Seguid nuestro ejemplo”.  

Así fue en aquél tiempo y, viene siendo, o no?

Efectivamente, en aquél tiempo el objetivo fue descartar un cuerpo, hoy, de su Cuerpo Místico, descartar la Gracia pero… qué seríamos sin la Gracia? Un cuerpo muerto. 

¡Zas! ¡Lo dicho! ¡Un cadáver!

Sin embargo, sobre el cuerpo de Cristo la muerte no tuvo la última palabra como no la tendrá sobre su Cuerpo Místico al que la Gracia nos une y auxilia para padecer con El, por El y en El. 

Así sea.