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26.05.17

¿Qué tienen en común UBER y la Sagrada Comunión?

«¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?» Mc 4, 40

Me pregunto cómo habría sido en aquél tiempo la comunicación entre las iglesias para que hayan conservado la unidad; es decir, cómo se enteraban de lo que declaraba Pedro de no ser por vía oral y, rara vez, de manera escrita? Cómo le hacían cuando, probablemente, las instrucciones emanadas de la sede les llegaban meses y hasta años después?

Resulta asombroso que, bajo esas condiciones, la Gracia haya conseguido no solo construir sino unificar su Iglesia bajo la autoridad de Pedro y sus sucesores hasta nuestros días.

Sin embargo, hoy día parecen ser insuficientes los medios de comunicación y hasta la autoridad de Pedro como para conservar la unidad.

Algo muy grave sucede en el fuero interno de quienes ostentan autoridad para que, a pesar de declararse en obediencia a Cristo en el ministerio petrino, lo que Pedro diga arroje  un resultado diferente de una diócesis a otra, de una parroquia a otra, de un sacerdote a otro y de un católico a otro aunque hayan recibido la misma formación.  

Algo grave sucede con la autoridad de Pedro para que provoque que unos caminemos en una dirección y, los demás, en la dirección contraria.

Unos, afirman que llegarán por ese camino al cielo y, los demás, insisten que serán ellos.

Quién dice la verdad, es más, qué es la verdad?

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” Jn 14, 6

Tal cosa bastaría para reconocer la ruta correcta, sin embargo, con estupor constatamos que dicha afirmación resulta inútil debido a que tienen nublado el entendimiento por lo que son incapaces de hacer buen uso de su libertad.

Es por lo que millones de católicos se han declarado obedientes a la más antigua forma de esclavitud: la soberbia.

Son orgullosos esclavos a quienes poco les importa si, para cumplir sus deseos o cubrir supuestas necesidades, recurren u ofrecen lo prohibido o ilegal.

Ofrecen la Sagrada Comunión tal como se ofrece UBER, por mera ganancia o, en adulterio, acceden al Cuerpo y Sangre de Cristo ofrecido de esta manera por ser un servicio de fácil acceso, bueno y barato.  

Han conseguido colocar el Cuerpo y Sangre de Cristo al nivel de un mero servicio. 

Es devastador. 

Bien hizo la Virgen de Fátima al advertirnos. 

Dadas las circunstancias, merecemos lo peor.

El Señor hará justicia.

Lo sabemos por quienes dieron testimonio durante un período de la historia en que la Gracia moldeó la Iglesia a pesar de que no existían los actuales medios de comunicación.

Esos testigos todavía existen: son hombres y mujeres de una fe valiente debido a que, por Gracia, son poseedores de la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Son quienes darán testimonio del Señor increpando al viento.