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13.01.17

¿Por qué soy todavía católica?

Papa emérito Benedicto XVI tiene un libro titulado “¿Por que´soy todavía cristiano?”. Un libro excelente, dicho sea de paso.

El caso es que lo escribió pensando en todas aquellas personas sin fe o alejadas de ella que podrían estar en búsqueda de respuestas.

No cabe duda de que en nuestros días a muchos la pregunta nos ronda en la cabeza al punto de que, por ejemplo, alguien dijo el otro día que encontraba que vivía una farsa, creo que refiriéndose a la Iglesia.

El caso es que, me pregunto, es la Iglesia una farsa? ¿Cómo comprobarlo de manera simple?

A mí no me parece una farsa, aunque en muchos sentidos, me lo parezcan las personas.

Por qué? Por algo muy simple que es que, no encuentro que exista algo más real que mi relación con la persona del Padre, del Hijo y el Espíritu Santo.

Alguno de ustedes se figura cómo sería su vida sin dicha relación? Yo no.

Partiendo de esta certeza, todo lo que somos y en su mayoría hacemos, podría calificarse de farsa, pero no la relación que, inmerecidamente, nos ha transformado en hijos de Dios.  

El cambio profundo que realiza el Bautismo empieza a ser real a partir del hecho de que nos vincula como hermanos.

Si, de la relación con las Tres Divinas Personas deriva un vínculo real del cual obtenemos certeza por los efectos que produce; de tal forma que, como miembro del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, cada uno aporta en mayor o menor medida lo que de Suyo el Hijo nos concede, para edificación mutua.

Pues bien, la pregunta sigue sin responder: ¿por qué soy todavía católica?

Sigo siéndolo porque es real mi relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La hace real el que dicha relación constituye vínculo de unión con Dios que arroja como resultado un vínculo fraternal tan verdadero como excepcional.

Tan real es dicha relación con sus resultados que, de no ser por ella, la Iglesia de Cristo no existiría; por lo que tampoco habría hermanos y hermanas que, a pesar de sus diferencias, poseen una historia en común.

Una relación que ha construido una historia en común es lo que hace que todavía sea católica.

Simple y llana sobrevivencia de una especie, la que -a partir de Cristo-, tiene como particularidad el haber sido matizada por el aspecto sobrenatural de la Gracia.

Al final, los católicos somos una especie de seres humanos que desea sobrevivir. Tan primitivos como siempre los humanos lo hemos sido. Tan católicos como siempre y todo debido a una simple relación que podría haberse quedado en lo meramente humano sino fuera porque la iniciativa divina la ha establecido.

Siempre echemos mano de estas certezas básicas que para algo el Señor las ha puesto ahí.