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10.11.08

Abórtame, pero no me discrimines, que me matas

Aborto

No salgo de mi asombro. Hoy comienzan los trabajos de la Subcomisión Parlamentaria para la «reforma de la Ley del Aborto». A puerta cerrada. Comparecerán Justa Montero —abortista acérrima de la Asamblea Feminista de Madrid—, María Luisa Soleto Ávila —abortista directora de la Fundación Mujeres y Benigno Blanco —provida, presidente del Foro Español de la Familia—. El resto de los días será igual de ecuánime.

El viernes, y no conozco el motivo de por qué no antes, el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), plataforma que reúne a las asociaciones de discapacitados de distinto tipo, ha emitido una nota en la que solicita su comparecencia el la Subcomisión de la Muerte.

No me extraña que les entre el miedo, el siguiente paso son ellos. El criterio progresista de dignidad humana es la autonomía.

Pero la argumentación, es pobre, kafkiana e incoherente; únicamente buscan que si se les asesina, sea igual que a todos.

El inicio de la nota es esperanzador:

A la luz de la Convención, no sería admisible una legislación en materia de interrupción del embarazo, como la actualmente vigente en España, que despenaliza el aborto en el supuesto de discapacidad del feto («graves taras físicas o psíquicas»), por constituir un trato desigual por motivos de discapacidad.

Los principios de la Convención de la ONU son contrarios a la aceptación del llamado aborto eugenésico, practicado para evitar el nacimiento de una persona con discapacidad, por considerarlo un supuesto discriminatorio que parte de la presunción de que la vida de una persona con discapacidad es inferior en valor al de una persona sin discapacidad, y por tanto se consiente un trato menos favorable.

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14.04.08

Ave, Bibi, morituri te salutamus

El gran hermano de Orwell

Se dice que el Ministerio de la Verdad tenía tres mil habitaciones sobre el nivel del suelo y las correspondientes ramificaciones en el subsuelo. En Londres sólo había otros tres edificios del mismo aspecto y tamaño. Éstos aplastaban de tal manera la arquitectura de los alrededores que desde el techo de las Casas de la Victoria se podían distinguir, a la vez, los cuatro edificios. En ellos estaban instalados los cuatro Ministerios entre los cuales se dividía todo el sistema gubernamental. El Ministerio de la Verdad, que se dedicaba a las noticias, a los espectáculos, la educación y las bellas artes. El Ministerio de la Paz, para los asuntos de guerra. El Ministerio del Amor, encargado de mantener la ley y el orden. Y el Ministerio de la Abundancia, al que correspondían los asuntos económicos. Sus nombres, en neolengua: Miniser, Minipax, Minimor y Minindancia.

14 de abril de 2008, los ministros y ministras del gobierno de España juran prometen sus cargos. ¿A que es fácil cerrar los ojos e imaginarse esta terrorífica escena inicial de 1984 de Orwell con rostros bien definidos? Y sin embargo ni el profeta inglés pudo imaginar la existencia de un Minigual, en veterolengua Ministerio de la Igualdad. Ayer cuando supe de la noticia sentí pánico, un cierto terror por el futuro de mis hijos.

El espanto no se disparó por el aspecto folclórico —que hayan nombrado como perpetradora a la directora de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, Bibiana Aido, creo que es lo suyo, el perfil más adecuado—, lo disparó más bien la justificación de su existencia: hacer «pedagogía social» (tiene gracia, lo mismo que arrejuntar los Ministerios de Educación con Asuntos Sociales).

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11.04.08

Médicos pro-vida, ¿un oxímoron?

La mano de la esperanza

El diario El País está en racha. El viernes pasado la moral laica; el lunes el pope de EpC, Goyo para sus amigos, acusaba de prevaricadoras a las comunidades autónomas que protegen el derecho de objeción de conciencia. Dicen las buenas lenguas que los espumarajos que vierte por la boca no se parecen a los de la niña del exorcista, que son más bien una sobredosis de Almax, no se esperaba que dos días después el cardenal Rouco animara a la padres a objetar la asignatura de Educación para la Ciudadanía, ya que «cuanto mayor sea el número de padres que lo hagan, más fácil resulta resolver el problema», y hoy mismo el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía falla de nuevo a favor del derecho de objeción de otra familia.

A lo que íbamos, nuestra querida hoja parroquial laica está escandalizada de que no puedan realizarse abortos en la Sanidad Pública —no, no tiene nada que ver con el diario de Zapatero—, que hay una serie de gente que decidió dedicarse profesionalmente a cuidar la vida de los demás, y los muy canallas, acogiéndose espuriamente a su conciencia reconocen que la vida humana comienza al principio —si, ya sé que es una tontería, una obviedad, si comienza es que es al principio; pues no me lo pregunten a mí, que hay quien dice lo contrario—.

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