Brasil: los católicos continúan descendiendo, evangélicos y sin-religión aumentan
«Por ejemplo, algunos departamentos de la NASA estaban renovándose por medio de la instauración consciente de rutinas organizacionales que impulsaban a los ingenieros a arriesgarse más. Cuando los cohetes no tripulados explotaban tras el despegue, los jefes de departamento aplaudían y todos entendían que, aunque su división hubiera fracasado, al menos lo habían intentado. Con el tiempo, el control de misiones se fue llenando de aplausos por cada artilugio costoso que explotaba. Se convirtió en un hábito organizacional.»
Recuerdo la impresión que me produjo este ejemplo que cuenta el premio Pulitzer Charles Duhigg en su libro «El poder de los hábitos». Duhigg es de esos periodistas meticulosos anglosajones, incluso había nota al pie. ¿Cómo era posible que algo tan fascinante no fuese más conocido? Corriendo a la nota llego al principio una pequeña decepción, a modo casi de desmentido:
«En una conversación para corroborar información, O’Neill subrayó que estos ejemplos de la NASA y la Agencia de Protección Ambiental (EPA), pese a ser ilustrativos, no se apoyan en sus descubrimientos o experiencias. Por ello, se han investigado de forma independiente.»
Luego pensé que Duhigg no debía ser católico. De haberlo sido, en lugar de ese rocambolesco ejemplo habría utilizado la experiencia pastoral post-Vaticano II. Podría sustituir «cohetes que explotaban» por almas que se perdían y los aplausos por frases del tipo «menos pero más auténticas», o algo parecido.
Creo que Brasil es un ejemplo paradigmático de muchas de las probaturas realizadas en la Iglesia desde el final del Concilio Vaticano II a la actualidad. Dios quiera que las pachamamas sean los últimos «artilugios costosos». El precio no son cohetes.
Acaban de publicarse los datos del censo brasileño de 2022. Ojo, no es una encuesta, son datos censales. Y no pueden ser más desalentadores:
- De 2010 a 2022, según datos del Censo Demográfico, se observó una reducción en el porcentaje de católicos (representan el 56,7% en 2022) y un aumento de evangélicos (26,9%, eso sí, sin distinguir denominaciones) y personas sin religión (9,3%). En 2010, los católicos representaban el 65,1% de la población de 10 años o más, los evangélicos el 21,6%, mientras que las personas sin religión representaban el 7,9% de los declarantes.
- Entre los católicos, la disminución fue de 8,4 puntos porcentuales (pp) respecto a 2010. La proporción de evangélicos y de aquellos sin religión en el país creció, respectivamente, 5,2 pp y 1,4 pp.
En los 70-80 todavía el 90% del país era católico. La Teología de la Liberación estaba en pleno apogeo. Después se hizo buena la expresión «la ‘Iglesia’ optó por los pobres y los pobres por los evangélicos», y el declive se aceleró. Porque no es que las experiencias pastorales y el continuo aggiornamiento detuviesen un proceso de secularización masiva, más bien se insertaron en una dinámica de cristianos que dejaron de ser católicos. Por motivos variados, pero, entre ellos que no se les hablaba de Dios (el PEW ya desglosaba algunos motivos hace una década).
Desde luego no dudo de la buena voluntad de muchos. Suponer que aquello era la Arcadia feliz es un despropósito, tanto como atribuir la situación actual «al Vaticano II», así, a lo bruto. Pero no puede decirse sin un cierto sonrojo que estamos en una primavera, y aunque solo fuese por justicia, los profetas de calamidades merecen una disculpa.
No parece descabellada la necesidad de pedir reevaluar la pastoral y no seguir «lanzando cohetes» al ritmo de «hay que implantar el Concilio», sea lo que sea lo que eso signifique en sus cabezas, habitualmente una excusa de quien no se ha leído los textos…, o que sí se los ha leído y por eso prefiere un fantasma.
Aunque estos datos y experiencias sean de Brasil se pueden extrapolar a otras latitudes, donde son incluso peores.
Ayer fue Pentecostés, quizá antes de lanzarnos a proponer sea bueno considerar lo que decía Benedicto XVI sobre la actitud de los apóstoles esperando al Espíritu Santo:
[…], notemos una importante actitud de fondo: frente al peligro, a la dificultad, a la amenaza, la primera comunidad cristiana no trata de hacer un análisis sobre cómo reaccionar, encontrar estrategias, cómo defenderse, qué medidas adoptar, sino que ante la prueba se dedica a orar, se pone en contacto con Dios.
Eso sí, quien tenga que hacer planes que aproveche la ocasión para «replantearse» cosas.
16 comentarios
Hasta que no seamos críticos ante esta contaminación, y salgamos de ella, no habrá solución a la descristianización.
Também em dias de semana.
Li sobre essa pesquisa , mas , verdadeiramente achei de uma falácia imensa.
Creio q precisas se informar melhor…
Monseñor Pedro Casaldáliga CMF
Y el Siervo de Dios, Monseñor Dom Helder Câmara
Y ojalá fuera "teología": son unos cuantos artículos de revistas, mal digeridos; unos palabros impronunciables, unos cuanto tópicos muy del gusto del mundo y tranquilizadores de conciencia, y ya está. Aderezado con "pobres", "justicia", "mundo".
No hay ni pensamiento. Ni fe. Son los últimos efectos de la teología de la liberación. El mundo está en 2025, y ellos anclados en los 70'.
Y todos contentos.
Menos mal que surgen unas nuevas generaciones más claras en la fe.
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