Ser el marido de una santa
No yo, malpensados —o sí, ahora que recapacito—. El Sábado Santo (de 2010) moría a los 97 años Pietro Molla, esposo de Santa Gianna Beretta.
Conocí la historia Gianna hace ya muchos años gracias a Galsuinda, veterana internetera, que tenemos la suerte poder leer en los blogs de InfoCatólica. Me llamó la atención la fotografía de esa señora con su hijo en brazos que presidía su página.
Gianna era pediatra, una mujer que supo «conciliar» la vida profesional y la personal, y por supuesto con la vida interior, esa siempre es ‘conciliable’. Madre de cuatro hijos, deportista y amante de la música. Supongo que vivir en Milán debe ser como vivir en Salzburgo, lo de la música: pura ósmosis.
A los 39 años, esperando al cuarto hijo, le diagnosticaron un cáncer de útero. Necesitaba una intervención quirúrgica. Antes de ser intervenida, suplica al cirujano que salve, a toda costa, la vida que lleva en su seno, y se confía a la oración y a la Providencia. La criatura se salva. Da gracias al Señor y pasa los siete meses antes del parto con incomparable fuerza de ánimo y con plena dedicación a sus deberes de madre y de médico. Se estremece al pensar que la criatura pueda nacer enferma, y pide al Señor que no suceda tal cosa. La mañana del 21 de abril de 1962 da a luz a Gianna Emanuela. El día 28 de abril, también por la mañana, entre indecibles dolores y repitiendo la jaculatoria «Jesús, te amo; Jesús, te amo», muere santamente.
Así lo relata su marido:
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