Esos ex que siguen incordiando
Siempre he tenido claro que cuando uno se va de una parroquia o una diócesis lo mejor que puede hacer es desaparecer de ahí. Y si por circunstancias sigues viviendo como obispo o párroco emérito dentro de la misma parroquia, hacerlo sin entrar para nada, sin meterte para nada en la actividad del sucesor.
También están los obispos o sacerdotes que acabaron su ministerio pastoral en su lugar correspondiente, fueron trasladados de diócesis o de parroquia pero convencidos de que sin ellos no pueden vivir en lo que fueron sus anteriores destinos. Todos conocemos casos y nunca para bien.
Imaginen ese sacerdote que sigue en contacto con sus parroquias anteriores, se sigue reuniendo con aquellos grupitos que tuvo en su momento y de paso, a distancia pero con fuerza disfrazada de sutilidad, mangonea, sugiere, dicta en la parroquia y malmete más arriba. Pasa poco, pero pasa.
La inmensa mayoría de los curas vivimos nuestros traslados desde aquello que enseñaban nuestros mayores: “cuando dejes una parroquia, no vuelvas; si no te quieren ¿para qué vas a volver? y si te quieren, haces sombra al compañero”. Uno estuvo el tiempo que le tocó, trabajó con mayor o menor acierto, y llegado el momento se incorpora a un nuevo destino pastoral. La única vinculación que ese sacerdote debe tener con su parroquia anterior es seguir rezando por ellos.
¿Y si hay gente que te aprecia, gente que quisiera seguir a tu lado? Es verdad que en la parroquia anterior uno puede dejar feligreses que con el tiempo se convirtieron en grandes amigos. No hay por qué romper esa amistad, pero sabiendo que una cosa es la amistad y otra el mangoneo parroquial. También puede suceder que alguien quisiera continuar una dirección espiritual. Vale. Pero solo eso, que no hace daño.
Lo que es dañino es que el cura anterior, a través de sus grupitos nunca destetados, proponga unas cosas, boicotee otras, imponga sus líneas y siempre sin dar la cara. Imaginen ese nuevo párroco que va descubriendo cómo su antecesor más o menos lejano en el tiempo, le marca los tiempos, vigila su acción o incluso deja caer ante el obispo algunas cosillas como el que no quiere la cosa, pero eficaces.
¿Y esto ocurre mucho? No. Pero sucede. En ocasiones son obispos, en ocasiones, sacerdotes. En cualquier caso, introlerable.
He conocido algún caso. Y puedo asegurarles el sufrimiento de ese nuevo párroco que vive en libertad vigilada por aquél antecesor, que tuvo sus luces y sus sombras pero se sigue creyendo imprescindible párroco en la sombra.
42 comentarios
No mire sólo para un lado (el presbiteral) mire también por el lado de los fieles que muchas veces se sienten traicionados por una frialdad del que se va. Yo esto lo he visto muchas veces.
Hay que saber irse, sin molestar al que viene, pero también sin romper bruscamente con los que se quedan.
Un fuerte abrazo
Ave María
Pero lo malo, malísimo, es que está torpedeando el trabajo del nuevo párroco, e impidiendo que pueda realizar bien su trabajo, o incluso que lo pueda realizar y todo esto acompañado de un gran sufrimiento y por su puesto, humillación de cara a sus feligreses.
Habría que preguntarse, ¿qué hace ante esta situación el obispo? Él tendría que hablar con el antiguo sacerdote y decirle como hermano, ni puedes ni quiero que hagas esto, si alguien tuviera algo que corregirle, le corregiría yo que para eso soy su hermano y su obispo.
Y esto es verdad que pasa y pasa más que lo que debería de pasar, atención feligreses, muchas veces somos culpables de que se puedan producir estas situaciones. Penosas situaciones. A ver si cuando lleguemos al Juicio de Dios nos vamos a enterar de pecados de materia grave que no sospechábamos que pudiéramos tener, nosotros que teníamos las llaves del cuarto de la fregona, que fregábamos el despacho del párroco y nos creíamos lo más de lo más, y fíjate por donde, ahora vamos a tener 50 años más en el purgatorio, nosotros que nos creíamos tan santos...
Pues fíjese D. Jorge hasta dónde llega el tema, resulta que en mi parroquia geográfica, había un párroco que no llegué a conocer ya que llevo pocos años viviendo en la Comunidad de Madrid, pero que algunos feligreses, los señores y señoras de la parroquia que tienen las llaves del cuarto de la fregona y tal, que el anterior párroco QPD, era una maravilla, le querían muchísimo, hasta tienen cuadros con su foto en algunos salones parroquiales; el párroco actual es parco en palabras, nada simpático, no tiene don de gente, etc, etc. ... Madre mía, pobrecitos párrocos. Ojito feligresía, que a lo tonto a lo tonto... nos podemos estar cargando el apostolado del nuevo párroco, y si hacemos esto, el Señor no nos va a dejar sin castigo por mucho que tengamos las llaves del cuarto de la fregona.
Este es un caso real contado por el propio párroco contado por el nuevo párroco arriba indicado (del comentario anterior) mientras tomaba unas cervecitas con algunos de sus feligreses entre los que me incluyo.
Nos contaba que en la antigua parroquia de la que también era párroco, un grupito de feligreses habían ido a hablar con el obispo sobre algunas cosas que hacía el párroco, y oh maravilla, como resulta que el obispo no quiere problemas con los feligreses, había pensado que el que tenía que cambiar era el párroco y no los feligreses. Al final el párroco se negó a cambiar y al primer hueco disponible fue trasladado de párroco a una nueva parroquia. Estos son los que cantan en las misas dominicales: "alabaré, alabaré, alabaré, alabaré..." ¿Y a quién alaba? Ahhh!!! Misterio.
Así las cosas, no me extraña que cada vez haya menos sacerdotes, porque si te ordenas sacerdote puedes acabar de párroco. Y como acabes de párroco, prepárate. Te van a comer con patatas. Luego algunos feligreses serán juzgados por el Señor, pero primero te habrán comido con patatas.
Peor si se lleva también la línea blanca, los muebles, y hasta las bombillas.
No es general, pero pasa demasiado.
Entre las muchas cosas que admiro de los sacerdotes está su voluntad de servir. Especialmente porque los sacerdotes están dispuestos a servir pero no pueden elegir dónde servir ni como servir.
La Iglesia no es una organización humana que busca la eficiencia, sino un pueblo con misión sobrenatural que actúa de manera distinta a como el mundo lo haría. Por eso a veces ocurren situaciones que desde el punto de vista humano resultan inexplicables. Un cura realiza una gran labor que da grandes frutos y lo transfieren a otro sitio sin grandes posibilidades de acción. Al que es estudioso e inteligente le asignan tareas menores y al que tal vez no es tan estudioso ni inteligente lo ponen a dar clases. A veces pareciera que los ponen a servir precisamente en los lugares en que les será más difícil hacerlo y en las tareas para las que tienen menos habilidades. Cuando un discípulo de San Felipe Neri regresó a su lado después de haberse graduado Doctor en la Sorbona, el Santo le asignó la tarea de pelar patatas en la cocina. En una organización humana, esto no tendría sentido, pero en la Iglesia ese es el método, servir sin poder escoger dónde ni cómo. La mies es mucha y los trabajadores pocos. Hay que hacer lo que lo pongan a hacer en donde sea sin arrugar la cara. Los curas que se apegan a un puesto o un destino y se niegan a desligarse cuando han sido trasladados, tal vez han perdido de vista el hecho de que no son indispensables, que la Iglesia existía antes que ellos y que seguirá existiendo después de ellos. Qué la cabeza del cuerpo de la Iglesia es Cristo y que a la acción de la Iglesia la rige el Espíritu Santo. El trabajo del cura es servir en lo que le asignen y donde lo pongan.
Rezo su Ave María.
Ese es el ejemplo que nos deja el gran San Pablo y la Palabra de Dios.
Gracias a ese esfuerzo de seguir pastoreando desde lejos a comunidades de las que ya no era pastor, tenemos grandes enseñanzas. Dios quiso que todos los cristianos de la historia aprendieran de ellas.
Por otra parte me consta que en la Diócesis de Madrid y creo, aunque no lo sé, que en la de Getafe, los Obispos/ Arzobispo emplean un tono conciliador con sus sacerdotes en los traslados (con los buenos/magníficos sacerdotes, se sobreentienden; con los malos/ pésimos no. Que haberlos haylos. Sólo faltaría). Por lo que los traslados son pactados, aunque eso sí, con la decisión final del Obispo/ Arzobispo.
Yo conozco dos casos de primera mano. Uno no puedo contarlo por respeto al sacerdote y al Obispo auxiliar.
Pero el otro hace referencia a nuestro querido D. Jorge y él lo ha contado muchas veces:
Bien con Osoro o bien con alguno de sus auxiliarez y con el beneplácito del Arzobispo, ya jubilado; a Dios gracias sean dadas, pactó como destino parroquial tres pueblos serranos de la Sierra Norte de Madrid, para bien de los feligreses de dichas parroquias y alegría, regocijo e instrucción espiritual de todos los feligreses de S. José de la Sierra.
Muchas gracias, padre.
Ave María.
Si el sacerdote se sacrificó por sus fieles, dió fruto etc es inevitable que haya cosechado grandes amistades y por lo tanto es natural que mantenga esas amistades aunque ciertamente no de la misma manera porque la distancia es un hecho pero ir a visitar a esas almas que se amó tanto es lo natural.
A menos que el sacerdote haya tomado su ministerio como un funcionario del gobierno y por supuesto así es fácil desaparecer.
Con los amigos y exfeligreses hoy en día es muy fácil mantener el contacto: móvil, wasa, email y hasta redes sociales si ambos las tienen. Amén de los blogs.
Resulta que D. Jorge especifica y recomienda en el post mantener el contacto, incluso presencialmente, con los amigos hechos en los anteriores ministerios.
Asquito de trolles, al menos nos obligan a razonar y ser listos con nuestras respuestas.
Ave María.
Los sacerdotes suelen decir "mi parroquia" y no "la parroquia a la que sirvo" y esto, demuestra algo.
Nos decimos cristianos pero somos mucho nosotros mismos, con nuestros gustos, nuestros métodos, nuestros... que en realidad son los míos.
En el catecismo del P. Astete se enseñaba que cristiano es quien tiene la fe de Jesucristo, que profeso en el bautismo y está obligado a su santo servicio.
Esto requiere pensar en cristiano, y renunciar fundamentalmente a mis gustos, métodos etc.
La Iglesia tiene una liturgia para rendir culto y debería tener una manera de hacer.
Eso requiere un poco renunciar.
Es cierto que cada párroco tiene su carisma y también debe tenerse en cuenta que casa parroquia puede tenerle o algo parecido.
Pero se debe actuar para que en la parroquia todos se sientan cómodos entre iguales.
Cuando un sacerdote llega a una parroquia se nota el cambio, unos lo hacen como cuando llega un elefante a una cacharreria, la mayoría más discretamente.
A lo largo del tiempo he visto como algunos feligreses que "estaban muy metidos" desaparecen cuando hay un cambio de párroco. Y como a otros se los desaparece.
Todo esto se ve, y se debe procurar que no ocurra.
Pero también es verdad que la mayoría de las beces todo ocurre de manera correcta.
Poco a poco a medida que somos más cristianos, más como Cristo.
Hoy, con obispos y párrocos más o menos alejados de la fe católica, su estabilidad puede ser una relativa bendición o una terrible condena.
El Señor le bendiga y su pariente San Juan el bautista.
Le rezo su Ave María
Me consta que suceden otras cosas en la parroquia, incluso en el obispado, pero me son ajenas. Yo soy de Misa, y, por supuesto, del Día del Juicio al que espero no faltar.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que, aunque no hubiera Cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera Infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Ave María.
Recuerdo que uno de éstos que se fué dijo que siempre se pregunta qué tal es el párroco pero no se le pregunta al párroco qué tal son los feligreses.
único idioma que nadie más que ellos sabían. No hablaban en francés o inglés, idiomas controlados por algunos feligreses, no, hablaban en alemán durante largo y tendido, hasta que un día su obispo lo trasladó a un pueblecito muy pequeño donde iba a estar solo, con el sacristán, y el gato.
Esos grupos "selectos" no limpian el templo, no barren el arroz o los pétalos de las bodas, no pasan el cepillo, nunca leen, solo van a mesa puesta por los monaguillos.
A nuestra edad, que nos hemos trabajado el alcanzarla, hemos de rezar por esos jubilados para que les acierten la medicación y se dejen de vanidades y envidias.
Todavía somos jóvenes, pero los 75 tacos están a la vuelta de nada.
QDLB y a dar duro que siempre tiene mucha razón.
NB: Mi anterior párroco jubilado, no aparece nunca, pero sabemos dónde está celebrando y vamos a verlo y saludarlo siempre que podemos.
No... yo la verdad es que no... en estos rollos no voy a entrar.
Un párroco se debe a su parroquia, y bastante trabajo le debería de llevar eso como para estar pendiente de sus ex-parroquias u opinar constantemente desde las redes sobre la forma de hacer de otros sacerdotes u obispos con el animo de influir en ellos o los fieles
Razón no le faltaba, el templo podría haber salido entre llamas, gracias a Dios no pasó nada, pero que el seminarista tuviera esa intención... y que él tenga que llamar a la policía...
En fin...
Esta relación puede ser espiritual o de una buena amistad.
En mi caso mantengo una buena relación y mucho agradecimiento, a todos los parrocos que he tenido desde mi infancia, uno de ellos, con el que fui monaguillo, ya murió y le visitaba con mi familia.
Con uno de ellos tuve muchas diferencias y algún problema, ya está muy delicado y es con el que más relación tengo, le animo y alabo sus virtudes, que muchas tiene.
El problema es cuando este tipo de relación, incluye el ir con cuentos o noticias del funcionamiento de la parriquia con el nuevo cura.
Mal el decirlas y peor el escucharlas.
Aunque de las alturas estoy poco informado, creo que algunos recurrieron al Papa Venedicto para que desautorizara al Papa Francisco y no lo aceptó.
Un buen ejemplo a seguir que debe ser alabado.
Dicen que un cura nunca se olvida de sus antiguos ferigreses y de rezar por ellos.
También debemos corresponder los feligreses, aun en el caso que haya habido diferencias y sobre todo en estos casos en que el perdón debe imponerse y manifestarse
Los ejemplos a favor del trsslado ya los han referido varios comentaristas; pero también existen ejemplos de curas buenos, que han permanecido en la misma parroquia hasta su jubilación o su muerte. Sobre todo en entornos rurales.
D. Jorge González Guadalix, blogger, tiene todas las papeletas para terminar su ministerio en las parroquias que administra. ¿Alguie tiene queja?
No quiero dejar pasar la ocasión sin citar a D. Jesús Silva.Que solicitó al anterior del anterior Arzobispo de Madrid ser trasladado como párroco a alguna de las parroquias más conflictivas de Madrid. En concreto a la parroquia de Entrevías porque se había producido una vacante. D. Jesús Silva se encontraba ran ricamente instalado como adjunto en una parroquia de la zona noroccidental de Madrid, de la de feligreses ricos; para entendernos.
Aunque en principio el Arzobispo le negó el teaslado porque D. Jesús era muy joven y la zona de la parroquia muy peligrosa; Al poco tiempo se puso en contacto con él, con D. Jesús Silva, porque todos los sacerdotes con los que había contactado para dirigir la parroquia de Entrevías habían declinado el ofrecimiento por auténtico miedo.
D. Jesús Silva consiguió llenar la parroquia con fieles de todas las edades, a pesar de haber vivido alguna situación en la que su propia vida corrió peligro.
En fin, cómo se puede ver hay pros y contras que apoyan cualquiera de las dos opciones.
¡Ave María, padre!
Canon 522 y Canon 1748 hablan claro: la estabilidad del párroco es deseable, sí… pero no es un “matrimonio canónico” con la parroquia hasta que la muerte los separe. Cuando el bien de las almas lo requiere —y eso incluye el dinamismo pastoral— el obispo puede y debe actuar.
Porque lo que Urbel no entiende —o no quiere entender— es que no hay nada más pastoralmente estéril que un sacerdote convertido en mueble antiguo de sacristía, instalado en la rutina, y confundiendo su oficina con su herencia. Precisamente por eso, como bien enseña la Iglesia, es sano que tras 6, 9 o 12 años, el cura recoja sus bártulos pastorales y vuelva a ponerse en modo “misionero”. No para castigarlo, sino para revitalizar su celo apostólico.
¿Y qué hay del argumento romántico de “antes el cura moría en su parroquia”? Pues sí, y antes también las lavadoras se centrifugaban a manivela. Lo cierto es que el celo evangelizador no se mide en años de empadronamiento, sino en entrega diaria. El cura que rota con espíritu de servicio se configura más con Cristo misionero que el que se atrinchera como cacique espiritual de su comarca.
La Tradición no es nostalgia. Es fuego, no ceniza. Y a veces, el fuego necesita ser avivado con viento fresco… incluso si eso supone cambiar de banco y de feligreses.
¿O acaso creemos que todos tienen el mismo acceso a la gracia cuando el que predica lo hace con tono monocorde, o cuando el estilo pastoral del párroco solo conecta con un perfil concreto de feligresía? Dios, que es Padre de todos, quiere que cada alma reciba su porción de luz, y para eso a veces mueve piezas en el tablero parroquial.
Un cambio de párroco puede ser una sacudida providencial para despertar a los adormilados, para consolar a los distantes, o para desafiar a los cómodos. Y también —por qué no decirlo— puede ser una gracia para que algunos fieles, que no se abrían antes, de pronto descubran en un nuevo sacerdote la voz que necesitaban oír.
No se trata de complacer caprichos ni gustos humanos, sino de entender que el plan de Dios para cada alma es único, y que Él se vale de instrumentos distintos para tocar corazones diferentes. Así que cuando llega un nuevo párroco, en lugar de lamentar nostalgias, quizá lo sabio sería preguntarse: “¿Qué quiere decirme el Señor con este cambio?”
Al final, la parroquia no es el reino del sacerdote, sino un taller del Espíritu Santo. Y Él sí que sabe lo que hace.
Y de esa esclavitud sabemos por la segunda epístola de Pedro, que nos enumera tantas caídas y perdiciones, desde ángeles hasta profetas; yo añadiría que hasta concilios, seguro que los ha habido serviles y carentes de libertad. Es el libre albedrío cosa a proteger de muchos peligros, la libertad que Dios nos restituyó se puede perder muy facilmente fabricando de falsedades verdades que nos encadenen en el pecado.
Ave María.
También en la Igkesia.
La distribución de los parrocos debe ser muy compleja pues es muy diferente estar en una parroquia del centro de una capital o en una de un pueblicito pequeño y apartado.
El nivel de aceptación demuestra como influye en nuestra vida el ejemplo y la palabra de Jesucristo.
Es muy fácil decir o cantar en Latín o en castellano que "Cristo se hizo obediente por nosotros hasta la muerte y muerte de cruz" o que "Dios se humilló y se hizo hombre por nosotros".
Más difícil es aceptar que ese sacerdote tan dotado de talentos, al que conocemos, este destinado en un pueblecito !con lo que vale!.
Y con valores simplemente humanos lo juzgamos y promovemos o participamos en descalificaciones.
Bien está corregir los defectos con la intención de que se subsanen y para ello se hace en el sitio adecuado y de la manera adecuada.
Pero poco se arregla con resaltar los errores y darlos pábulo aún sabiendo que nada se arregla con ello y mucho se desconcierta y se desanima.
Y es que si nos decimos cristianos y actuamos como el mundo más bien somos mundanos qye cristianos. Y así nos verán
No se puede poner una vela a Dios y otra al mundo, o se esta en la procesión o tocando las campañas.
No es fácil, no. Para mi no lo es. Pero al menos reconocer y decir, para poco a poco...
El Santo Padre hizo poco caso a aquel enjambre de piadosos jesuitas molestos con que la verdad fuera expuesta públicamente. Yo creo que es de justicia seguir el ejemplo de Fray Daniello, y el que quiera quedar como Cagancho en Almagro que siga con la doctrina del zumo de adecuada, que también la venden en supositorios.
Ave María.
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