Reunionitis. Porque es bueno que nos veamos
No se me confundan. Un servidor no tiene problema ninguno en reunirse una y mil veces si la cosa tiene su interés. Tan sencillo como plantear un tema concreto realmente importante, sacar unas conclusiones y aplicarlas. Mil reuniones. Todas. Jamás he rechazo una reunión así.
Lo que yo creo que rechazamos todos, unos abiertamente, otros con disimulo y murmuración, es eso de convertir los encuentros, medios se supone para algo, en fin en sí mismos. Reunión el martes a tal hora y en tal sitio. Vale. ¿Orden del día? Bueno, lo importante es que nos veamos. Muy bien. ¿Y hablamos de? Pues por ejemplo del calendario de próximas reuniones y de algún tema que veamos interesante. Perfecto. Algo se nos ocurrirá. ¿Sacaremos conclusiones? No es necesario, lo que hace falta es hablar y que tomemos conciencia de la situación. A veces se llega a algo concreto con el compromiso de que luego cada cual haga lo que buenamente pueda o le parezca.
Esto es nuestra Iglesia, esto son nuestras diócesis, arciprestazgos, parroquias: tenemos reunión el martes. Vale. Pues habrá que ir. Habrá que ir. Una ilusión enorme.
Yo creo que la cosa no debería ser tan complicada. En primer lugar, necesitamos dejar claros los objetivos finales, que ya es aclarar, porque no sabemos si nuestra misión es la salvación de las almas, la contribución eclesial al mantenimiento de las tradiciones populares, la ayuda a los pobres o lo que sea. Y una vez definidos los objetivos, analizamos posibilidades y tomamos decisiones que se supone deben ser asumidas, respetadas y llevadas a cabo de forma unánime.
Si no estamos de acuerdo en los objetivos finales, mal empezamos. Si además de esto cada cual emplea los medios que le parezcan oportunos y los compromisos se traducen en que cada cuál sabrá, las reuniones se convierten en nada con sifón, café con pastas y almuerzo solidario. Al menos, nos vemos.
24 comentarios
Reunirnos PORQUE así parece que se hace y/o al menos se constanta que formamos parte de una estructura jerárquica
A un barco sin rumbo todos los vientos le son desfavorables
Su Ave María, padre.
¿No estará exagerando?
Esas reuniones que nos cuenta en el post son maravillosas, no se llega a nada pero por lo menos se puede dialogar de nada sin tener que confesar sacramentalmente y pedir indulgencia plenaria, a veces he pensado si no debería de ponerme en la lengua unos guijarros para no hablar como aconsejaban los Padres del desierto.
Mi experiencia con ustedes los sacerdotes párrocos es que el sacerdote por el hecho de ser ordenado en superior al laico en todo y siempre lleva razón, y si no la lleva, se le aplica el artículo 1 de las leyes eclesiásticas que dice que el sacerdote párroco siempre lleva razón, y en caso de desacuerdo con los laicos, lo que tiene que hacer el sacerdote párroco es pegar 4 bocinazos al laico y asunto concluido. Así pues, yo ya cuando veo un sacerdote párroco me cruzo de cera.
Un amigo mío trabaja en una compañía desde hace años y todos los lunes tiene una reunión, que ocupa toda la mañana. A veces no saben ni qué decir y más bien les parece que empezar la semana perdiendo tiempo valioso, más bien los atrasa con las tareas pendiente.
A mí me sucede todo lo contrario. Trabajo en una compañía que, por política y protocolo interno, considera las reuniones una pérdida de tiempo. Si uno quiere proponer o exponer un asunto, envía un mensaje breve al responsable y si el responsable quiere enterar, consultar o involucrar a otros, pues simplemente les comparte el mensaje. Así va quedando registro de la intervención de cada uno. Si la cosa se complica, entonces puede ser necesaria una videoconferencia o una llamada grupal. Y si la cosa verdaderamente lo amerita, pues se hace una reunión. Es decir, la reunión se evita a toda costa, pero se deja la posibilidad de convocarla en caso de que esté claro que es absolutamente necesaria. Me parece una buena política.
Ahora bien, durante la pandemia, en que estábamos todos trabajando desde casa, sorprendentemente convocaban a un grupo a una reunión presencial en el edificio. Lo extraño de la convocatoria, era que no había tema ni agenda. Cuando llegábamos, en vez de orden del día, había café. refrescos, bocadillos y dulces. Es decir, la compañía que considera las reuniones una pérdida de tiempo y trata de evitarlas a toda costa, también consideraba importante que nos viéramos las caras de vez en cuando.
La sabiduría popular nos enseña que tanto se peca por exceso, como por defecto. En este asunto, como en todos, el mejor camino es la moderación.
Rezo su Ave Maria.
En fin, don Jorge, esto va en línea con lo de la periferia, la Iglesia en salida, tender puentes y el olor a oveja. Flatus vocis una detrás de otra. Doña Rafaela sí sabe lo que son reuniones fructíferas: aquellas en las que la jefa reparte las faenas a las que no son jefas y pone el plazo del que disponen para realizarlas.
Ave María, gratia plena, Dominus tecum...
Creo que lo que pretendía la empresa es comprobar que el personal no está de vacaciones en las Bahamas, es una forma de fichar presencialmente, pero de forma elegante, con bocadillos, refrescos,...
Esta debe ser la razón de que los ermitaños se reunieran en conventos. La experiencia del monte Carmelo
La fe no la aprendieron los discípulos por correspondencia. Fue un vivir juntos, convivir, es como superaron las dificultades y consiguieron la unidad.
Convivir, para estar disponible para el otro para superar las caídas de mano del otro, porque es necesario conocerse.
Siempre me ha parecido muy dura la vida de un cura en un pueblo apartado, cuando las comunicaciones y los desplazamientos eran difíciles.
Porque no es sólo aprender los mismos principios y la misma doctrina, se trata de aprender a vivirlos con el otro. Sin el otro no se puede ejercer la caridad, con el otro se ejercen la mayoría de las virtudes, porque no es cuestión de saber es sobre todo cuestión de practicar.
Solo para eso merecen la pena las reuniones. Sin eso las reuniones pierden mucho sentido.
Conocerse para amarse, para comprenderse para ayudar y dejarse ayudar.
Y encima no puedes decir que lo que tu sientes, al ver el panorama, son ganas de salir corriendo.
En fin!
-¿De qué habéis hablado?
-Sustancialmente, de nada.
-¿No tenéis nada claro?
-Sí. La fecha de la próxima reunión.
Estoy segura de que ese púlpito está guardado en alguna parte esperando que San Vicente venga y reclame, entonces será mi turno.
Gracias padre Jorge
Dios te salve María...
Nos reunimos para ver por qué nos reunimos…
Y como quiero seguir aprendiendo agradecí la invitación de un amigo a un retiro de un grupo cristiano que no conocía.
Me sorprendió la cantidad de gente que acudió, el orden, el silencio y la claridad de ideas de quien daba el retiro. Pero sobre todo el testimonio que, al final, compartieron varios jóvenes, con sinceridad y sin pudor.
Esta impresión se confirmó en un viacrucis en un parque de Madrid.
Están comprometidos, incrustados en la sociedad.
Familias que acogen niños, otros que se dedican a la educación, alguno a la política, también al periodismo, de una manera que a mi me parece heroica y que a un ateo le parecerá locura.
Se reúnen, creo que todas las semanas, en grupos donde comparten sus experiencias, se animan, cogen fuerzas y se sienten acompañados. No están solos, viven en Comunión.
A veces hacen reuniones internacionales muy numerosa.
Mi amigo me ha prestado un libro de Mikel Azurmendi, El Abrazo.
Al leer este libro, estoy leyendo a mi amigo, pues él le había leído y le tiene subrayado y con algún comentario. Son así, sencillos, francos entregados, acogedores, res petiosos.
Este libro hace esta interesante consideracion:
"A causa de Cristo han optado por carbonizarse de amor, morirse a sí mismos y abrazarse a la belleza del resucitado.
Acojen, sirven, guían y van al encuentro. Porque sí. Porque es maravilloso empotrarse en Cristo. O sea encristiarse. O sea enamorarse de Cristo.
¿Es esto cristianismo? No lo sería si el cristianismo constituyese únicamente doctrina, o sea solo teología y Moral.
Están a millas luz de aquellos cristianos... armados de moral...combatiendo al otro para extender la Fe..."(pag.65)
A si nos ven, porque así nos manifestamos, los que debemos estar unidos para que el mundo crea
Somos diferentes, pero si respetamos, si nos queremos, si vivimos nuestra Fe y la dejamos vivir al otro a su manera, las millas luz, pasarán a ser solo metros y luego milímetros.
Para estos las reuniones son vitales, porque cuando se reúnen se creen que allí está Cristo, como lo prometió.
Esto es. La mejor manera de saber para qué, como y cuando reunirnos es..... Encontrarnos (cultura del encuentro y eso....)
El tema es tener paciencia.
Estamos "corrigiendo " casi 2000 años de déficit de reuniones: el fractal de las mismas se está desarrollando. Cuando culmine, llegará *LA Reunión Final", aquella donde por fin, tomaremos conciencia de la situación de la Iglesia en el mundo.
Y si no, se convocará otra reunión. Tranquilos.
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