Lo que va de una cabeza cortada al elogio de un artista.
Mateo 14,3-1
Pues Herodes había hecho prender a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano; porque Juan le decía: "No te es lícito tenerla". Quiso matarle, pero tuvo miedo de la muchedumbre, que le tenía por profeta. Al llegar el cumpleaños de Herodes, bailó la hija de Herodías ante todos, y tanto le gustó a Herodes, que con juramento le prometió darle cuanto le pidiera, y ella inducida por su madre: Dame - le dijo -, aquí, en la bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. El rey se entristeció, mas por el juramento hecho y por la presencia de los convidados ordenó dársela, y mandó degollar en la cárcel a Juan el Bautista, cuya cabeza fue traída en una bandeja y dada a la joven, que se la llevó a su madre.
Sin duda eran otros tiempos. El mayor profeta de todos los tiempos, precursor del Mesías, no tenía pelos en la lengua. Llamaba al pan, pan y al vino, vino. Al adulterio lo llamaba adulterio y no buscaba justificación alguna a lo que no la podía tener. Y le importaba poco que el adúltero fuera una persona importante. Tampoco le importó que su vida corriera peligro por decir la verdad sobre la condición pecadora de los poderosos de su tiempo.
Marcos 10,2-12
Llegándosele fariseos, le preguntaron, tentándole, si es lícito al marido repudiar a la mujer. El les respondió y les dijo: ¿Qué os ha mandado Moisés? Contestaron ellos: Moisés manda escribir el libelo de repudio y despedirla.
Díjoles Jesús: Por la dureza de vuestro corazón os dio Moisés esta ley; pero en el principio de la creación los hizo Dios varón y hembra; por esto dejará el hombre a su padre y su madre, y serán los dos una sola carne. Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
Vueltos a casa, de nuevo le preguntaron sobre esto los discípulos; y El les dijo: El que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera contra aquélla; y si la mujer repudia al marido y se casa con otro, comete adulterio.
Eran otros tiempos. El mismísimo Verbo de Dios hecho carne estaba endureciendo las exigencias morales requeridas para ser fieles a Dios. El divorcio, permitido por la ley mosaica, pasaba a ser proscrito por la moral evangélica. Cristo tampoco se andaba con contemplaciones y con medias tintas. Llamaba adúlteros a los cónyuges que se separaban y se volvían a casar. Eso sí, como se demuestra por el caso de la mujer adúltera que iba a ser apedreada, Cristo ofrece el perdón a los adúlteros, para justo a continuación pedirles que no pequen más.
1ª Cor 6,9-11
¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los ebrios, ni los maldicientes, ni los rapaces poseerán el reino de Dios. Y algunos esto erais, pero habéis sido lavados; habéis sido santificados; habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.
Eran otros tiempos. El apóstol de los gentiles enseñaba la verdad revelada por Dios a sus discípulos. El apóstol de la gracia advertía que la vida de pecado no era compatible con la salvación. No escondía el hecho de que el adulterio era un pecado tan grave que quien lo cometía no tenía entrada en el Reino de Dios. Es más, sus palabras no eran mera teoría. No figuraban en un códice de leyes enterrado con otros libros en una estantería llena de polvo. No, el apóstol de Cristo ponía por obra la disciplina que se requería para los casos de inmoralidad sexual pública y notoria:
1ª Cor 5,1-5
Es ya público que entre vosotros reina la fornicación, y tal fornicación, cual ni entre los gentiles, pues se da el caso de tener uno la mujer de su padre. Y vosotros, tan hinchados, ¿no habéis hecho luto para que desapareciera de entre vosotros quien tal hizo? Pues yo, ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, he juzgado ya cual si estuviera presente al que eso ha hecho. Congregados en nombre de nuestro Señor Jesús vosotros y mi espíritu, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, entrego a ese tal a Satanás, para ruina de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
Lo bueno del caso es que el pecador amonestado y excomulgado llegó a arrepentirse de sus pecados (2ªCor 2,1-11). Es decir, la disciplina produce buenos frutos en los hijos de Dios, si es que en verdad son buenos hijos.
Heb 13,4
El matrimonio sea tenido por todos en honor; el lecho conyugal sea sin mancha, porque Dios ha de juzgar a los fornicarios y a los adúlteros.
Eran otros tiempos. Quienquiera que escribiera la carta a los hebreos, ordenaba la castidad y fidelidad matrimonial pues sabía que Dios no pasaría por alto el pecado de fornicación y el de adulterio.
Ap 21,6-8
Díjome: Hecho está. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al que tenga sed le daré gratis de la fuente de agua de vida. El que venciere heredará estas cosas, y seré su Dios, y él será mi hijo. Los cobardes, los infieles, los abominables, los homicidas, los fornicadores, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros tendrán su parte en el estanque que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte.
Serán otros tiempos. Ya demasiado tarde para algunos, entre los que se encuentran precisamente los fornicarios. Entonces no habrá contemplaciones. No habrá miradas para otro lado. No habrá levedad en el castigo. Habrá una segunda muerte, que durará por toda la eternidad.
……..
Hoy. Código de Derecho canónco:
1184 § 1.
Se han de negar las exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento:
1 a los notoriamente apóstatas, herejes o cismáticos;
2 a los que pidieron la cremación de su cadáver por razones contrarias a la fe cristiana;
3 a los demás pecadores manifiestos, a quienes no pueden concederse las exequias eclesiásticas sin escándalo público de los fieles.
Esa es la ley canónica. Pero de la misma forma que en España tenemos leyes que no se cumplen, en la Iglesia ocurre lo mismo. La probable razón es que hay más temor al escándalo del mundo que al escándalo de los fieles, sobre todo porque estos fieles no han sido formados rectamente sobre la gravedad de determinados pecados. Pecados que son vistos con condescendencia por el mundo, que los promueve y hasta los alaba. Por ejemplo, y hecha la salvedad de que la gracia de Dios es tan inmensa que puede provocar el arrepentimiento interno en el último segundo de la vida, lo cual anularía cualquier ejemplo que se pueda poner, hoy puedes vivir treinta y cuatro años con tu mujer, divorciarte de ella y casarte con una joven treinta y cuatro años más joven que tú, vivir con esa segunda mujer hasta tu muerte, y si has sido en vida un personaje famoso te hacen un "peazo" funeral que tiembla el misterio, con todo un señor arzobispo presidiéndolo y ni más ni menos que dieciocho sacerdotes acompañando al prelado. Es más, como fueras muy famoso por ser artista, lo mismo hasta tienes la suerte de que todo un Papa alabe tu arte.
Por supuesto, ni una sola denuncia como la de Juan el bautista. Ni una sola verdad sobre el adjetivo que debe recibir, según Cristo, quien se separa de su mujer para casarse con otra. Ni una sola admonestación como la de San Pablo. Ni una sola referencia a la condición eterna de los que mueren en adulterio. Y mucho menos la aplicación de la ley que la Iglesia se ha dado a sí misma. No, no, eso no vende. Y quien osa señalar estas cuestiones es objeto del desprecio personal, del insulto, de la acusación de mal cristiano, de incluso las amenazas por parte de los que viven la mar de cómodos en un mundo donde el adulterio es el pan nuestro de cada día, donde se pisotea la gracia de Dios, donde al mal se le llama bien. Hoy, el "mal cristiano" no es el que se complace con el pecado, lo tapa y lo justifica, atribuyendo a Dios una capacidad de perdonar independientemente de la falta de arrepentimiento del pecador. No, hoy el "mal cristiano" es el que llama pecado al pecado, el que pide que la Iglesia lo denuncie, el que recuerda que sin santidad nadie verá a Dios y el que llama la atención sobre el hecho de que el infierno es una realidad más que posible para los que mueren sin haberse arrepentido.
Lucas 18,8
Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?
¡Quién sabe, Señor! ¡Quién sabe!
Ten piedad de nosotros.
Luis Fernando Pérez Bustamante
40 comentarios
No sé cómo se me pasó ese artículo. Creo que fue un día que estuve muy ocupada en otro sitio. Gracias.
LOS MALDICIENTES TAMPOCO, bloger, tampoco entran en el Reino
kepa: tu tranquilo, el adulterio, la fornicacion etc son sólo ligeras debilidades, eso decias, no? asi que te dara igual, si te pasa eso pues tu ten una debilidad que no sera para tanto
Pero hágalo en el próximo mensaje porque es muy posible que me canse de su actitud y pase a borrar todo lo que escriba de entonces en adelante.
asi que maldecir SÓLO es decir la palabra MALDITO a alguien, segun el bloger MALDECIR no es decir-mal de alguien
borreme lo que quiera, yo creo que alguien le tiene que decir que hace mal con este blog y que es una lastima que haya quien se dedique a esto, cuando la iglesia y sus creyentes podian estar haciendo bien a tanta gente perdida y sin rumbo,necesitada de guia espiritual mansa, humilde, con misericordia
Lo peor de todo es que estas personas no valoran, no digo ya el matrimonio católico, sino ni siquiera la misma fe.
Conozco quienes se han casado en la iglesia después de convivir durante varios años (el tiempo necesario para resolver la nulidad de su anterior matrimonio).
Y parto del hecho de que es justo conceder la nulidad cuando de verdad no ha existido sacramento.
Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?
Sí, encontrará a Luis Fernando y le nombrará Juez Suplente del Valle de Josafat, para que envíe al báratro a todos los adúlteros, fornicadores, homosexuales, progres y demás patulea. En el Reino sólo entrará él, el hermano mayor del hijo pródigo, los que se ponían en los primeros puestos de la boda y el fariseo que rezaba delante en el Templo.
Sofía: admitir el divorcio como mal menor, como era en tiempos de Moisés, no sería posible, ya que Cristo lo excluyó expresamente.
Inmaculada: demasiado pocas nulidades se conceden. Por desgracia, la mayor parte de los matrimonios canónicos que se celebran actualmente son nulos. ¿Crees, si no, que la mayoría de la gente que se casa es consciente, por ejemplo, de que su matrimonio es para toda la vida?
No, ¿verdad? Es más, ¿me ha visto desear que alguien se condene? ¿o es que para ti afirmar que morir en pecado mortal es incompatible con la salvación es lo mismo que desear que la gente se condene?
Yo entiendo que a algunos os moleste que alguien quiera recordar lo que dice la Escritura. En el fondo os pasa como a Herodes. No soportaba que Juan el Bautista le señalara el pecado. Pero, ¿sabes cuál es la primera cosa que habría de hacer el Espíritu Santo según las palabras de Cristo?:
Jn 16,8
Y cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado
O entendemos que redargüir de pecado es el primer paso para redimirlo, o estaremos cerrando el camino de salvación al mundo. Y lo que queremos es que todo el mundo sea salvo, ¿no?
Yo al menos, sí.
Con eso digo todo.
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A mi me encanta la explicaciòn de los señores Nàcar y Colunga (y perdòn si es un poco larga):
"Una pregunta de los fariseos sobre la ley del divorcio da a Jesùs ocasiòn para insistir sobre la indisolubilidad del matrimonio (cf. 5,32). Los doctores judìos seguìan unos la escuela laxista de Hillel, y otros la rigorista de Sammai, que sòlo permitìa el divorcio en caso de infidelidad de la esposa, y los interlocutores quieren ver la opiniòn de Cristo sobre el particular. Pero el Maestro se remonta por encima de todas las interpretaciones y aun sobre las concesiones de la legislaciòn mosaica, y proclama que nunca es lìcito divorciarse, pues lo que "Dios uniò, el hombre no lo separe" (v.6), ya que "al principio no fue asì", ...
Y sobre la pregunta de si es legal una pareja que se casa a "solas" con Dios. Adàn y Eva estaban solos. Solo tenìan a Dios por testigo, ademàs que vivian en comuniòn plena con el Creador (algo que nosotros no tenemos). En cambio, ahora contamos con sus representantes en la tierra: los sacerdotes y con los brazos de Cristo: sus sacramentos.
Un abrazo
Es que en el sacramento del matrimonio los ministros son la pareja, el sacerdote es el testigo de la Iglesia. De ahí la duda que tiene Anido, y también yo.
Herme, no digo que sea un mal menor el divorcio para los cristianos, pero sí que lo es para la sociedad, en general, donde hay toda clase de personas, y algunas necesitarán madurar en su forma de ver las cosas.
Estela: yo también tengo la nácar-colunga y me maravilló esa explicación que hace en función de la traducción, no de porneia, sino de me epi, que, al parecer, se puede traducir, en efecto, como "ni siquiera", en cuyo caso ya no hay tal excepción, sino una afirmación más sólida de la indisolubilidad. Me parece un razonamiento muy interesante, y que no suelo ver comentada en foros católicos o protestantes.
Por otra parte, como dice Hermenegildo, una vez Cristo establece una ley (como la del Amor al prójimo o al enemigo), lo que hubiese en el AT que difiriese de ello queda anulado.
Con todo, la tentación de acomodarse a la sociedad secularizada en vez de transformarla es muy grande y está presente continuamente, y continuamente caemos en ella. Mientras escribo estas líneas, oigo la publicidad de una radio presuntamente católica (episcopal) donde se emite un anuncio de una cadena de electrodomésticos cuyo eslogan es "la avaricia me vicia". En nuestra sociedad los pecados capitales son motivo de chanza. Suscribo la última cita de Luis en el el artículo de hoy, a pesar de las tonterías que puedan decir los erasmos y otros falsos profetas y lobos vestidos con piel de cordero.
Que dicho sea de paso, es la versión que más me gusta.
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Sofia, por eso digo que si nos remontamos al "principio", tal como se remonta Jesùs cuando le preguntan por la indisolubilidad del matrimonio, Adàn y Eva eran los ministros y Dios el testigo. Pero esto podrìa conducir a pensar que nosotros tambièn nos podemos casar "a solas" teniendo a Dios por testigo como Adàn y Eva. La evidente diferencia es que Adàn y Eva estaban realmente solos (el gènesis habla de una sola pareja en toda la creaciòn) y ademàs ellos vivìan en plena comun-uniòn con Dios, conversaban con El, lo podìan ver cara a cara, en cambio si alguno de nosotros lo vieramos, morirìamos en el acto. Moisès dijo al Señor: "Ensèname tu gloria" y el Señor respondiò: "Mi rostro no lo puedes ver, porque nadie puede verlo y quedar con vida". Pero ahora contamos con los administradores de los misterios de Cristo: los sacerdotes y con los brazos de Cristo: los sacramentos.
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Vigèsima tercera ediciòn
Madrid - MCMLXVII
Por otro lado, una vez leì (a un sacerdote) que en la iglesia primitiva al divorciado se le hacìa pasar por una especie de ritual para expiar su culpa y luego se le admitia en la comunidad. No sè si serà cierto pero de serlo seguramente se trataba de judìos casados segùn rito judìo y divorciados segùn la ley de Moisès que fue anulada por Cristo. No es nuestro caso ya que nos casamos por la Iglesia y el que se divorcia lo hace por la ley del hombre. Son contextos diferentes.
Leer las reflexiones de Sigrid Undset (Premio Nobel de Literatura) me ayudò a comprender mejor la belleza del sacramento del matrimonio. Creo que impresiona mucho porque era agnòstica, divorciada, y una de las primeras mujeres "emancipadas" de su època, y se convirtiò al catolicismo. Como dice ella "nuestro Señor me capturò -igual que a muchos otros como yo- para su redil directamente del salvajismo".
Link
El poligenismo no es aceptado por la Iglesia tal y como se encargó de recordar Pío XII.
Lo de Adán y Eva es corecto teológicamente, como dice LF. Además es un buen símbolo, concordante con lo que sabemos de la evolución: hace poco aún volvía a saber la noticia de que nuevos experimentos confrman que toda la especie Homo Sapiens tiene un sólo origen en África.
Así, como decía Pío XII, la humanidad tiene un sólo origen. Teológicamente lo representamos y aceptamos a través del Génesis y la historia de Adán y Eva.
Un abrazo.
Dios es AMOR (1 Jn 4, 8).
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Aladino, creo que el hombre desciende de una sola y ùnica pareja. El Gènesis los llama "Adàn y Eva". Como sea que se llamen, eran una sola pareja. La ciencia terminarà reconociendo lo que la Biblia siempre ha enseñado.
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