La Cuaresma, deporte del Espíritu, por Monseñor Jiménez Zamora

Obviamente no puedo traer a "Cor ad cor" todas las cartas que los obispos escriben estos días sobre la Cuaresma, pero a menos que surja algún imprevisto en forma de noticia merecedora de ser comentada, dedicaré dos o tres días a copiar los textos cuaresmales de algunos prelados españoles. Sin duda el lector habitual de este blog encontrará algo que le pueda ayudar a vivir mejor y más santamente este tiempo litúrgico.

Inaugura esta serie Monseñor Jiménez Zamora, obispo de Osma-Soria, diócesis de la que fue sacerdote durante 24 años hasta su ordenación como obispo el 17 de julio del 2004.

La Cuaresma, deporte del Espíritu

Con el rito significativo de la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas iniciamos los cristianos la Cuaresma. Un tiempo litúrgico fuerte, un momento de gracia, una llamada a la verdadera conversión del corazón.

La razón de ser de la Cuaresma es la preparación de la celebración de la Pascua. De la misma manera que nos preparamos a conciencia para una prueba deportiva o para una operación quirúrgica, a fin de que "en el momento de la verdad", respondamos adecuadamente, así también los cristianos nos preparamos cuidadosamente para llegar "en forma" a la meta de la Pascua. Durante la Cuaresma, tras el gozo de habernos purificado en ella, anhelamos la solemnidad de la Pascua dedicándonos, entre tanto, a la alabanza divina y al amor fraterno, para que por la fuerza salvadora de los sacramentos pascuales (bautismo, eucaristía, penitencia) podamos llegar a ser en plenitud hijos de Dios (cfr. Prefacio I de Cuaresma).

Durante los cuarenta días de la Cuaresma, la Iglesia propone a los fieles cristianos la conversión del corazón, a través de los clásicos ejercicios cuaresmales: la oración, el ayuno y la limosna.

Oración. Esta "cuarentena" es una llamada a la oración, a la escucha de la Palabra de Dios. Orar es abrirse al viento del Espíritu, que es libertad. Es pedir también que nos libre de trampas y ataduras para ser libres. Es huir de la dispersión, encontrarse consigo mismo para encontrar la propia identidad. La falta de libertad nos viene muchas veces, porque vivimos alienados, no nos conocemos, ni nos poseemos, nos dejamos arrastrar por las modas y el ambiente. Y llevamos tanto ruido interior, que estamos aturdidos y no nos escuchamos a nosotros mismos y tampoco a Dios.

Ayuno. El abstenerse de la comida o la bebida tiene como fin no sólo el equilibrio necesario, sino también el desprendimiento de lo que se podría definir como actitud consumista. No es la renuncia por la renuncia, sino para el mejor desarrollo de sí mismo, para vivir mejor los valores superiores del espíritu, para el dominio de sí mismo. A través del ayuno y la abstinencia, se nos invita a luchar contra el consumo que impone el mercado y contra los instintos, siempre insatisfechos, de la gula. No importa sólo la literalidad del ayuno, sino el ejercicio liberador del espíritu. Se trata de que seamos dueños de nosotros mismos y que no nos esclavicen las pasiones y las cosas.

Las normas de la Iglesia obligan a los católicos a guardar ayuno y abstinencia el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo; y abstinencia, los viernes de Cuaresma.

Limosna. Es una expresión de la caridad cristiana. Nos recuerda la necesidad del compartir con los pobres y necesitados. La limosna, bien entendida en la línea de la tradición bíblica, no tiene nada de humillante ni para el que da ni para el que recibe. Nace del amor y se convierte en amor. Por eso se mide no por el precio y la cantidad, sino por el corazón. Quizás se dé muy poco, porque no se posee más, pero se está dando todo, porque se da a sí mismo. Entonces se supera la tacañería y se hace comunión; se rompe el egoísmo y se convierte en comunicación cristiana de bienes.

El Papa Benedicto XVI, en el mensaje de la Cuaresma de este año 2007, titulado "mirarán al que traspasaron" (Jn 19, 37), nos invita a mirar a "Cristo crucificado que, muriendo en el Calvario, nos ha revelado plenamente el amor de Dios". Al final de dicho Mensaje, nos hace esta recomendación. "Que la Cuaresma sea para todos los cristianos una experiencia renovada del amor de Dios que se nos ha dado en Cristo, amor que por nuestra parte cada día debemos "volver a dar" al prójimo, especialmente al que sufre y al necesitado. Sólo así podremos participar plenamente en la alegría de la Pascua".

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Osma-Soria

2 comentarios

  
sofía
Está bien la carta. Me propongo acabar especialmente con la dispersión y el ruido interior. Supongo que el espíritu de "silencio" supone también menos visitas a internet. Pero vendré a leer las cartas, aunque me deje ya de discusiones y tonterías. No se lleva y no sé si pega, pero voy a desearos al blogger y visitantes una feliz cuaresma bien aprovechada.
26/02/07 6:54 PM
  
Luis Fernando
Feliz y provechosa cuaresma, Sofía.
26/02/07 8:41 PM

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