InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

12.01.12

A Izquierda Unida le molesta lo obvio

Hace unos días el Papa recibió, como es habitual al principio de cada año, a los embajadores acreditados ante la Santa Sede. Y, como es igualmente costumbre, les pronunció un discurso en el que abordó un abanico de temas que forman parte de la preocupación tanto del Santo Padre como de toda la Iglesia.

En dicho discurso, Benedicto XVI osó referirse a la institución familiar. Dijo que la familia está “fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer. No se trata de una simple convención social, sino más bien de la célula fundamental de toda la sociedad. Consecuentemente, las políticas que suponen un ataque a la familia amenazan la dignidad humana y el porvenir mismo de la humanidad“.

Tanto el lobby gay como sus corifeos políticos han puesto el grito en el infierno -lo del cielo no va con ellos- por esas palabras. Izquierda Unida, ese partido que en las últimas elecciones apenas ha obtenido la mitad de diputados que obtuvo el PCE a pesar del desplome histórico del PSOE, ha aprovechado la ocasión para volver a pedir que se rompan los acuerdos de España (estado) con la Iglesia (Vaticano).

Es decir, para el partido de la extrema izquierda española -uy, perdón… quise decir estatal-, que el Papa diga lo que la Iglesia viene diciendo desde muchísimos siglos antes de que existiera esa peste negra del comunismo, es causa de que todo un país rompa sus acuerdos con la Santa Sede.

Lo cierto es que Benedicto XVI no mencionó siquiera el matrimonio homosexual. Habló de políticas que suponen un ataque a la familia, pero sin mencionar cuales. Obviamente todos los que tenemos amor por la verdad sabemos que llamar matrimonio a algo que por su propia naturaleza jamás puede serlo, es un ataque a la institución familiar. Pero también lo es el convertir el matrimonio civil en un contrato sin valor alguno que puede romperse y tirarse a la papelera como un kleenex lleno de mocos. O sea, exactamente como ocurre en España con la ley del divorcio express.

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10.01.12

Carmen Bellver y el sentido común ante los pseudo-católicos

El pasado 30 de diciembre, el teólogo Benjamín Forcano publicó un artículo en Religión Digital -y supongo que en otros medios de la izquierda religiosa- en el que arremetía contra la Misa de las Familias que se lleva celebrando desde hace años en la madrileña plaza de Colón. El título del artículo ya lo decía todo: “Colón, pensamiento integrista sobre la familia cristiana".

Cualquier católico practicante medianamente formado sabe que lo que en Colón se celebra es ni más ni menos que la institución familiar tal y como la enseña la Iglesia Católica desde hace siglos. Quien acusa a los obispos y fieles de Colón de integristas, en realidad está acusando a la Iglesia entera, pues es de todo punto imposible ser católico sin aceptar el modelo de familia cristiana que la Iglesia Católica enseña y defiende. Este punto es más importante de lo que parece. La discusión no se plantea dentro de la comunión eclesial, ni dentro de la Iglesia Católica. Es una discusión entre quienes son fieles a Cristo y su Iglesia y los que de forma notoria y pertinaz se situan fuera del catolicismo.

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22.12.11

Exitazo del Foro de Curas de Vizcaya

La semana pasada se anunció a bombo y platillo en la prensa vasca, y en bastantes medios del resto de España, la convocatoria a un encuentro denominado “Las tres horas de Gernika por la paz“, convocado por el Foro de Curas de Vizcaya. Días antes los periódicos vascos publicaron artículos en los que se señalaba la supuesta poca colaboración de los obispos de las diócesis vascas con el proceso de paz. Y, por supuesto, como contrapunto se ponía como ejemplo a ese foro de sacerdotes que nació para ser una especie de contrapeso al nombramiento de Mons. Mario Iceta como obispo de Bilbao. Así, podemos leer en su web lo siguiente:

La Iglesia católica está viviendo una auténtica vuelta al pasado. Hay un olvido real y muy llamativo de las orientaciones del Concilio Vaticano II, al que en muchos ambientes se le considera responsable de las dificultades eclesiales y evangelizadoras que todos constatamos. Esta involución está causando una falta de credibilidad de la Iglesia institucional.

La ola restauracionista ha ido llegando también a nuestra diócesis. Expresión de ello es el abandono de lo que supuso la Asamblea Diocesana, el estilo de gobierno diocesano de los últimos tiempos, y la elección de D. Mario Iceta. Pensamos que, ahora mismo, la llamada “corrección del rumbo de la diócesis”, que todos los analistas nos venían anunciando, ha entrado en su fase definitiva.

Etc…

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20.12.11

Los obispos de Illinois y el sentido común

Me reconocerán ustedes que lo que ha ocurrido en Illinos es algo a lo que no estamos acostumbrados los católicos en el resto del mundo. Por ejemplo, y sin salir de España, ¿alguien se imagina a los obispos de las diócesis presentes en una comunidad autónoma española reuniéndose con el presidente de dicha comunidad para leerle la cartilla? ¿alguien se imagina al Primado de España llamando al orden a un presidente castellano-manchego -sea del partido que sea- y diciéndole que no puede ir por la vida presumiendo de católico y apoyando políticas contrarias a la fe católica? Yo tampoco. Es decir, yo tampoco me lo imagino.

Y sin embargo, es lo que ha acontencido en Estados Unidos. Pat Quinn es gobernador de Illinois por el deseo de los ciudadanos de ese estado. Miembro del partido demócrata, es más fiel a las posturas de su partido que a la enseñanza de la Iglesia sobre los temas que forman parte de los principios no negociables planteados por Benedicto XVI. Esos principios, cabe recordarlo, son predemocráticos. Es decir, no deben ser alterados por mayorías política logradas en las urnas. Si no hay derecho a la vida, no cabe derecho alguno. Si por una votación se puede legalizar una barbaridad -y el aborto lo es-, la democracia se convierte en un régimen totalitario. Y si eso no lo entiende un católico, es que no ha entendido nada.

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11.12.11

La osadía del cardenal Rouco

Es Cardenal y Arzobispo de Madrid. Y además, por voluntad de la mayoría de los obispos españoles, presidente de nuestra Conferencia Episcopal por cuatro trienios, algo sin parangón, no ya en España sino creo que en el mundo entero. Para colmo, es uno de los principales “culpables” de que la Iglesia en este país recibiera las gracias propias de un evento como la Jornada Mundial de la Juventud.

Por tanto, para lo bueno y para lo malo -que “haberlo haylo", pero hoy no toca- Su Excelencia Reverendísima D. Antonio María Rouco Varela es el referente principal de la Iglesia en España de principios del siglo XXI. Hay otros cardenales y obispos destacados, sin duda, pero él ha brillado con luz propia. De hecho, dada su presencia en el dicasterio donde se ayuda al Papa a elegir obispos, creo que el cardenal gallego es también en buena parte responsable de que los nombramientos episcopales para las diócesis españolas hayan mejorado bastante las cosas en relación a lo que había antes. Por supuesto, esto último es opinable, pero como en este prado nos conocemos todos, se entiende bien lo que quiero decir.

El caso es que al cardenal Rouco se le ocurrió decir en la homilía que predicó en la Misa con motivo de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción que sería bueno que “la conciencia guiada por la Ley de Dios, iluminada por el evangelio de Cristo, animada por su gracia y por su amor, un elemento y un órgano decisivo en el comportamiento no sólo personal y privado nuestro, sino en el comportamiento, en la acción y en las actividades públicas que nos afectan a todos".

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