InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cristo

9.04.17

Se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz

Segunda lectura del Domingo de Ramos

Jesucristo, siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y, mostrándose igual que los demás hombres, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Y por eso Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre; para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese: «¡Jesucristo es el Señor!», para gloria de Dios Padre.
Fil 2,6-11

Este domingo es el pórtico de la Semana Santa, en la que conmemoramos la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Es vital que entendamos la dimensión de lo acontecido hace veinte siglos. El Hijo de Dios, divino como el Padre y el Espíritu Santo, se hizo hombre, encarnándose de María la Virgen. Siendo Dios, quiso ser como nosotros para que pudiéramos participar de su naturaleza divina (2ª Ped 1,4).

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8.04.17

Os conviene que uno muera por el pueblo

Evangelio del sábado de la quinta Semana de Cuaresma:

Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: «¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».
Jn 11, 45-46

Es posible que Caifás fuera el peor Sumo Sacerdote en la historia de Israel. Era muy probable que sus motivaciones personales para apoyar la muerte de Cristo fueran perversas. Pero he aquí que el mismo Dios que hizo hablar a una burra para que se cumpliera su voluntad (Num 22), hizo hablar a ese Sumo Sacerdote indigno para que profetizara con verdad sobre el sacrificio redentor y expiatorio de nuestro Salvador.

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7.04.17

Siendo un hombre, te haces Dios

Evangelio del viernes de la quinta Semana de Cuaresma

Los judíos agarraron de nuevo piedras para apedrearlo. Jesús les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: «Yo os digo: Sois dioses»? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: «¡Blasfemas!» Porque he dicho: «Soy Hijo de Dios»?
Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad». Y muchos creyeron en él allí.
Jn 10,31-42

Parece evidente que los judíos en tiempos de Jesús tenían bastante claro que el Señor estaba declarando su divinidad. Que era hombre resultaba evidente. Pero pocos entendían que sus ojos estaban contemplando el cumplimiento de la profecía de Ezequiel:

Porque esto dice el Señor Dios. “Yo mismo buscaré mi rebaño y lo apacentaré“… “Voy a salvar a mi rebaño“.
Eze 34,11.22a

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6.04.17

¿Por quién te tienes tú?

Evangelio del jueves de la quinta Semana de Cuaresma:

En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi palabra jamás verá la muerte.
Los judíos le dijeron: -Ahora sabemos que estás endemoniado. Abrahán murió y también los profetas, y tú dices: «Si alguno guarda mi palabra, jamás experimentará la muerte». ¿Es que tú eres más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes tú?
Jesús respondió: -Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada vale. Mi Padre es el que me glorifica, el que decís que es vuestro Dios, y no le conocéis; yo, sin embargo, le conozco. Y si dijera que no le conozco mentiría como vosotros, pero le conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, se llenó de alegría porque iba a ver mi día; lo vio y se alegró.
Los judíos le dijeron: -¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abrahán?
Jesús les dijo: -En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán naciese, yo soy.
Entonces recogieron piedras para tirárselas; pero Jesús se escondió y salió del Templo.
Jn 8,51-59

Nueva declaración de Cristo sobre su divinidad. “…antes de que naciera Abrahán, Yo soy". Jesús es el Yo soy que sacó a Israel de la esclavitud en Egipto y quien les llevó a la tierra prometida. Así lo explica también san Pablo:

Pues no quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y por el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo.
1ª Cor 10,1-4

Dado que Cristo les estaba diciendo en la cara que era Dios, solo cabían dos actitudes: o que creyeran en Él o que le intentaran lapidar. Optaron por esto último pero no había llegado todavía la hora del sacrificio expiatorio de nuestro Señor.

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5.04.17

Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos

Evangelio del miércoles de la quinta Semana de Cuaresma:

Dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron: «Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió»
Jn 8,31-42

De poco vale creer en Cristo si no se permanece en su palabra. De poco vale ser liberados del pecado si luego dejamos a un lado al Salvador para regresar a la esclavitud de una vida alejada de los mandamientos de Dios.

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