InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cultura de la muerte

14.11.09

La Iglesia, los políticos y el aborto

Siguen produciéndose reacciones airadas a las declaraciones de monseñor Martínez Camino sobre la situación eclesial de aquellos políticos que, considerándose a sí mismos católicos, votarán a favor de la nueva ley del aborto. Hasta ahora, la única corrección recibida por el portavoz de la CEE de parte de uno de sus compañeros de episcopado ha venido del arzobispo de Burgos, monseñor Gil Hellín, quien aunque afirma que Camino tiene razón en lo que afirma sobre la negación de la comunión a los políticos pro-abortistas, manifiesta no estar de acuerdo con el calificativo de herejía. No entraré en ese jardín aunque parece claro que si a esos políticos se les pudiera calificar de herejes, entonces la pena canónica sería la excomunión. Y la pena de excomunión va mucho más allá de la prohibición de comulgar, porque se extiende hacia el resto de sacramentos. Es más, un excomulgado no puede recibir siquiera sepultura cristiana. Que la inmensa mayoría de los medios ignoren ese hecho no es óbice para que los que nos dedicamos al negociado de la información socio-religiosa sí tengamos la obligación de saberlo y decirlo.

El caso es que un mes antes de que Martínez Camino dijera lo que ha dicho, en InfoCatólica publicamos un artículo -vuelve a estar en portada- de monseñor Demetrio Fernández, obispo de Tarazona, en el que llegaba a la misma conclusión. Cito del mismo:

¿Pueden acercarse a comulgar quienes defienden el aborto?
–No. Uno no puede acercarse a comulgar si defiende el aborto en cualquiera de sus formas, porque está en oposición frontal con la enseñanza y la disciplina de la Iglesia, que defiende la vida en todas sus etapas.

Nótese que la pregunta y su respuesta se refieren no sólo a los políticos sino a cualquiera que defienda el aborto. Por ejemplo, eso incluye a los pocos eclesiásticos que se han mostrado a favor de la legitimidad del aborto en cualquiera etapa a partir de la fecundación. Y eso me vale para decir que si un sacerdote se manifieste a favor de cualquier tipo de legislación pro-abortista, no tiene la menor lógica que pueda celebrar misa si no puede comulgar. Pero eso es, de momento, tema aparte.

Tanto monseñor Demetrio Fernández como monseñor Martínez Camino no hacen sino seguir las indicaciones que el Papa Benedicto XVI dio en la Sacramentum Caritatis. El punto 83 de dicha exhortación apostólica dice así:

Coherencia eucarística
83. Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana. Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.

Es decir, don Demetrio y don Juan Antonio han cumplido con su deber. En todo caso habría que preguntarse por qué el resto de los obispos no hacen lo mismo cada uno en su diócesis. Es decir, lo ideal sería que todos los prelados escribieran una carta dirigida a los fieles en términos similares a los expuestos por el auxiliar de Madrid y el ordinario de Tarazona. Sé que unos cuantos se han manifestado en estos días, pero no creo que sea mucho pedir que lo hagan de forma concreta en sus propias diócesis.

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12.11.09

Los perros aborteros ladran, la Iglesia cabalga

Era de esperar. En cuanto monseñor Martínez Camino ha dicho lo que es de sentido común, a saber, que no se puede ser católico y votar a favor del aborto, y que quienes así lo hagan no pueden comulgar, los políticos españoles han salido como una jauría de perros rabiosos a lanzar dentelladas contra el portavoz de la Conferencia Episcopal. Y eso que don Juan Antonio se ha referido solo a la futura ley. Si hubiera ido más allá, quedaría meridianamente claro que su advertencia va también contra los que estando en el gobierno no sólo no hicieron nada para acabar con el aborto, sino que lo facilitaron enormemente al aprobar la píldora RU-486, que tiene nombre de procesador antiguo pero es un arma de destrucción masiva de seres humanos recién concebidos. Es decir, si el obispo auxiliar de Madrid tiene razón, y sin duda la tiene, el primero que no podría comulgar sería el señor Aznar. Y con él, todos los que aprobaron en Consejo de Ministros la distribución de dicha píldora. Incluido el catoliquísimo señor Trillo, por entonces ministro en el gabinete aznaril. Tampoco creo que queden en buen lugar la señora Aguirre y el señor Gallardón. La primera gobierna una comunidad autónoma que financia abortos con dinero público. Y el alcalde de Madrid dispuso que la píldora del día después se dispensara gratuitamente en sus centros de salud.

El caso es que la Iglesia tiene perfecto derecho a decir lo que el portavoz de nuestros obispos ha dicho. A nadie se le obliga a ser católico. Pero nadie puede obligar a la Iglesia a dar la Eucaristía a quienes públicamente apoyan el mayor holocausto que la humanidad ha conocido y conocerá. Los políticos que de verdad sean católicos, y me huelo que me sobran dedos en las manos para contarlos, tendrán que optar entre su obediencia al partido o su obediencia a la moral católica. En otras palabras, tendrán que optar entre obedecer a Dios o a los hombres. Si optan por obedecer a los hombres que promueven matanzas herodianas en el útero materno, no tienen lugar en la Iglesia de Cristo. Así se claro, así de simple, así de lógico. En realidad no es que la Iglesia les eche. Se van ellos solos.

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10.11.09

Ni Aznar podía llegar a más ni la UCAM y los prelados que la apoyan a menos

Pues sí señores. Ahí donde le ven, a don José María Aznar le han hecho catedrático extraordinario de la Universidad Católica de Murcia. Es más, la fundación FAES, fundada a mayor gloria del ex-presidente de gobierno, ha colaborado con la UCAM para crear la Cátedra de Ética, Política y Humanidades. Y todo ello ha recibido la bendición del cardenal Cañizares.

Si todo cesaropapismo es un error, el chalaneo eclesio-político de Murcia empieza a ser un híbrido entre lo ridículo y lo repugnante. Al menos a mí me repugna ver que desde las instituciones católicas se premia a un señor y a un partido que no movió un puñetero dedo para impedir que en este país el aborto fuera el pan nuestro de cada día durante los ocho años en que gobernó. A mí me da vergüenza y asco que a quien trajo la píldora abortiva a España se le haga catedrático extraordinario de una universidad católica. Y me produce espasmos de indignación el comprobar cómo se crea una cátedra de ética, política y humanidades fruto del maridaje adúltero entre dicha universidad y una fundación que se define a sí misma como un Think tank político que busca promover los valores del humanismo occidental (lo de cristiano quedaría mal, claro).

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2.11.09

Premiar al mal en nombre de la luz y la verdad

Hoy informamos de que la Federación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos de Sevilla (Fecapa) ha otorgado el premio «Lux et Veritas», en la categoría `A los mejores artículos de opinión´, al articulista peruano del ABC de Sevilla Fernando Iwasaki Cauti. Y de que será el cardenal Amigo quien le hará entrega del galardón. Pues bien, los lectores de InfoCatólica tienen buena memoria y uno de ellos nos ha enviado un dossier la mar de completito sobre el pensamiento del premiado. Y hete aquí que estamos ante un señor que apoya el aborto, el matrimonio gay, la laicidad en la escuela y, esto ya me lo imagino, cualesquier otro asunto relacionado con la ingeniería social zapateril.

El caso es que estos premios se conceden a “particulares e instituciones relacionadas con el ámbito educativo que se han distinguido, igualmente, por la defensa de la calidad de enseñanza para todos, la libertad educativa de las familias y por su testimonio a la hora de llevar al ámbito social y formativo el pensamiento cristiano“. Y claro, ¿quién mejor que un laicista y proabortista como Iwasaki para representar todos esos valores?

Vamos, es como si le conceden la Medalla de la maternidad cristiana a la ministra Aído, o el galardón al mejor católico del año a Pepe Bono. O como si a Masiá le dan el oscar a la ortodoxia y a los miembros del patronato del IBB les conceden la distinción vaticana “santos inocentes".

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30.10.09

Pepe Bono, apóstol del socialismo

Don José Bono es un político ciertamente interesante. Presidente de Castilla La Mancha durante seis legislatura consecutivas, estuvo en un tris de convertirse en el secretario general del PSOE pero, no sé si para bien o para desgracia de España, le ganó José Luis Rodríguez Zapatero. Como bien sabrá el lector español, luego fue ministro de defensa para, tras una breve ausencia de la política nacional, ocupar el tercer cargo de mayor relevancia institucional en este país: presidente del Congreso de los Diputados.

Si Bono fuera un político socialista más, ateo, agnóstico o católico no practicante, sus declaraciones no dejarían de ser unas más entre tantas. Pero muy al contrario, el manchego se presenta a sí mismo como cristiano y católico. De hecho, es conocida su amistad personal con altos jerarcas de la Iglesia Católica, alguno de los cuales ha declarado que es un gran político.

La trayectoria católica de Bono es, cuanto menos, peculiar. Cuando el zapaterismo se dedicó a poner en marcha su fábrica de ingeniería social, Bono se dedicó a administrar el nihil obstat católico-progre. Por ejemplo, apoyó el matrimonio gay aludiendo a que a Dios no le importaba gran cosa lo que los hombres hacían de cintura para abajo, argumento teológico de altura como todo el mundo puede comprobar. Y fue él quien contribuyó no poco a la escandalera mediática que provocó que el cardenal arzobispo de Madrid decidiera que podían seguir siendo sacerdotes de su archidiócesis los curas de Entrevías, cuyos abusos litúrgicos y sus desviaciones doctrinales tuvieron como “castigo” el pasar de regir una parroquia a dirigir un centro pastoral, con los mismos fieles, el mismo lugar de culto, etc.

De entre todos los obispos españoles habidos y por haber, el único que le ha plantado cara públicamente a don José Bono fue el por entonces obispo de Mondoñedo-Ferrol, hoy emérito, monseñor Gea Escolano. Fuera de él, ni cardenales, ni arzobispos, ni obispos, titulares o auxiliares, han sido capaces de decirle en la cara o públicamente que sus opiniones chocan radicalmente contra la fe de la Iglesia.

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