InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cristianos en la vida pública

16.01.13

Si don Demetrio llega a decir lo que el obispo de Peoria...

Hay que empezar por reconocer las cosas. Como ya nos adelantó Cristo (Jn 15,18-19), la Iglesia no suele llevarse bien con el mundo. Ciertamente es apreciada su labor asistencial, sobre todo en países donde el hambre y los conflictos bélicos oprimen a la población tiempos de crisis, pero también en las naciones del “primer mundo” cuando pasan por crisis económicas. En España son centenares de miles las personas ayudadas por Cáritas.

Pero cuando la Iglesia va más allá de dar de comer al hambriento y de beber al sediento y se dedica a su principal misión, que es predicar el evangelio y todo lo que el mismo comporta no solo para la vida particular de las personas sino para toda la sociedad, el rechazo es inmediato. Y cuando esa predicación se dirige hacia una sociedad postrada por la apostasía, como es la nuestra, es fácil que se pase del rechazo a la persecución. En esta Europa nuestra tan democrática y tan liberal, el Tribunal de Derechos Humanos acaba de dictaminar que los cristianos tenemos derecho a llevar un crucifijo en nuestro lugar de trabajo -manda narices que eso sea discutido-, pero no a ejercer la objeción de conciencia para poder ser fieles a Aquél que está en el crucifijo. En otras palabras, se nos permite exhibir símbolos de nuestra fe pero no actuar conforme a la misma. No estamos tan lejos de lo que ocurre en los países de mayoría musulmana, donde los cristianos son ciudadanos de segunda.

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18.12.12

Socialistas andaluces, anticlericales y mentirosos

La izquierda española está rabiosa porque un ministro del PP quiere que, por fin, se cumplan los acuerdos entre España y la Santa Sede en materia de educación religiosa. El artículo II de esos acuerdos es claro:

Los planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Grados de Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas edades, incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales.

Por respeto a la libertad de conciencia, dicha enseñanza no tendrá carácter obligatorio para los alumnos. Se garantiza, sin embargo, el derecho a recibirla.

Desde hace mucho tiempo, la asignatura de religión no se ha dado en esas condiciones. Por ejemplo, no computaba para la nota final.

Si alguien cree que dichos acuerdos son contrarios a la Constitución española, es que no se ha leído el artículo 27 de la misma. En su punto 3 dice:

Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.

Y el 4:

La enseñanza básica es obligatoria y gratuita.

Por tanto, como no nos creemos que no se hayan leído la Carta Magna, cuando en el PSOE andaluz afirman que “adoctrinar desde el punto de vista religioso a los niños es intolerable con la Constitución en la mano” están faltando a la verdad a sabiendas. O sea, están mintiendo.

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20.11.12

Sin hijos, sin moral, sin futuro

Una nación en la que se han matado antes de nacer a más de un millón y medio de seres humanos en el último cuarto de siglo, difícilmente puede tener un futuro que no sea el más profundo de los abismos. Una nación en la que la tasa de natalidad está muy lejos del nivel de reemplazo generacional, no puede tener otro futuro que no sea su envejecimiento y empobrecimiento a todos los niveles. Una clase política que alienta, promueve y legisla de cara a que se den ambas circunstancias no puede recibir otro calificativo que el de necia e irresponsable. Pero su necedad e irresponsabilidad está refrendada en las urnas por la gran mayoría de la población.

Hablamos, cómo no, de España, país que en su día fue verdaderamente católico y que hoy es uno de los que más alto aparece en la lista de los países apóstatas del cristianismo en Occidente. Que haya otros que estén peor o igual no es consuelo alguno.

Dice San Pablo que la paga del pecado es muerte. Pues bien, ese es el destino inexorable de España según acaba de advertir el Instituto Nacional de Estadística, que ha publicado un informe que pone los pelos de punta. Si la cosas no cambian, dentro de 40 años, por cada persona en edad de trabajar prácticamente habrá otra que no estaría en edad de hacerlo.

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19.11.12

¿Qué tiene Hungría que no tenga España?

Sin lugar a dudas (*), la participación del primer ministro húngaro ha sido lo mejor del XIV Congreso de Católicos y Vida Pública celebrado este fin de semana en Madrid. Viktor Orban no se anduvo por la ramas al hablar de la situación en Europa:

“La crisis europea no ha llegado por casualidad sino por la dejadez, el abandono de sus responsabilidades de los dirigentes que han puesto en tela de juicio justo las raíces cristianas, es decir, su fuerza motriz que han permitido la cohesión de Europa, la familia, el trabajo, el crédito…”

El resto de su intervención lo pueden leer ustedes en la noticia que hemos dado sobre la misma. Se da la circunstancias de que Orban no se dedica a teorizar sobre nada que no esté intentando llevar a la práctica. La nueva Constitución húngara obliga a “proteger la institución del matrimonio como una comunidad de vida basada en la decisión voluntaria de un hombre y una mujer“, y considera a la familia como “la garantía de la supervivencia de la nación". Además, declara que “la vida del feto deberá ser protegida desde el momento de la concepción“.

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15.11.12

Católicos y vida pública. Hora del cambio

El P. José María Iraburu ha escrito tres artículos (1, 2 y 3) sobre la desmovilización de los católicos en la acción política. Entre los muchos comentarios que ha recibido, no he leído ninguno que le haya refutado yendo a la cuestión de fondo. A saber, por qué no es posible que haya un partido político confesionalmente cristiano en España.

Una de las estrategias favoritas de los que quieren que todo siga igual es mantener el silencio ante los que proponen, desde el Magisterio de la Iglesia, un cambio que pueda llevar a un cambio efectivo de la orfandad política del catolicismo en España.

La idea de que tiene que haber católicos en todos los partidos que ejerzan influencia para hacer el bien lleva vigente en este país desde hace 30 y tantos años. Y ha demostrado que no sirve para nada. Literalmente para NADA.

Es lógico. En una partitocracia donde el que se mueve no sale en la foto, el político católico que quiere conservar su puesto opta por no moverse. Y si se mueve, le echan y se va a la nada. Solo desde un partido confesionalmente cristiano se podría ser libre para defender el modelo de sociedad que deseamos para nuestra nación.

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