InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Anti-magisterio

22.10.15

No tenemos la menor intención de arrepentirnos de decir lo mismo que Cristo

Parece que algunos padres sinodales están empeñados en que los que usamos exactamente las mismas palabras que Cristo para referirnos a los divorciados vueltos a casar, debemos poco menos que pedir perdón, peregrinar de rodillas a algún santuario designado al efecto y sellar nuestras bocas para no volver a cometer semejante acto contrario a la misericordia… del propio Cristo.

Es decir, quienes llamamos adúlteros a los que Cristo llama adúlteros, somos poco misericordiosos. Quienes, junto con el ofrecimiento del perdón del Señor, decimos “vete y no peques más” a los que han caído en el adulterio, somos poco menos que ilusos que pensamos que la gracia de Dios capacita al hombre para vencer el pecado

Algún padre sinodal ha tenido incluso la osadía de decir que no se puede llamar adúltero a la persona que ha sufrido un divorcio, sin culpa de su parte, y se ha vuelto a casar. O sea, ese “pastor” de la Iglesia cree que Cristo no tenía razón al decir que con culpa o sin culpa, quien se casa con un divorciado comete adulterio (Luc 16,18).

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21.10.15

La fidelidad a Cristo no debería ser objeto de votación

A falta de que nos confirmen oficialmente lo ocurrido ayer, parece ser que en las votaciones acontencidas en los círculos menores del sínodo sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar, el “NO” a esa propuesta heterodoxa ha alcanzado las tres cuartas partes de los votos, mientras que uno de cada cuatro padres sinodales ha votado “SÍ", ha votado a favor de ir contra las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia tal y como aparecen en la Biblia, en el Catecismo y en la totalidad de los documentos magisteriales de los últimos siglos.

Supongo que muchos fieles se sentirán muy felices de que la verdad haya vencido. Bien, aparte de que falta esperar confiadamente en lo que diga el Papa, que en cuanto tal tiene autoridad sobre el sínodo -aunque no sobre la Escritura y la Tradición- y tiene el ministerio de confirmarnos en la fe -que es la que es-, creo evidente que el mero hecho de que se vote algo así es un escándalo para cualquiera que ame de verdad a Dios y su Revelación.

Porque, estimados hermanos, ¿desde cuándo puede votarse si la Iglesia ha de ser fiel a Cristo? ¿en qué cabeza católica cabe tal cosa? ¿qué será lo siguiente? ¿un sínodo sobre la Santísima Trinidad en el que se vote sobre la divinidad del Espíritu Santo? ¿uno sobre Jesucristo en el que se discuta si el Hijo es de la misma sustancia que el Padre?

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19.10.15

Examinad si los espíritus vienen de Dios

Siendo conscientes de que estamos en medio de una gran batalla espiritual (Efe 6,10 y ss), donde el enemigo principal no es de carne y sangre sino Satanás y sus huestes (otra cosa es que se valgan de seres humanos a su servicio), toca ejercer el discernimiento que Dios da a sus santos -más nos vale crecer en santidad para enterarnos de lo que está en juego- para no ser engañados. El campo donde tiene lugar esta batalla es, hoy en día, la propia Iglesia, cuyo asalto es evidente para cualquiera que tenga cierta sensibilidad espiritual. Quien no esté de acuerdo, se puede ahorrar la lectura de lo que sigue.

Dice el apóstol san Juan:

Queridos míos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. En esto podréis conocer el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo.
Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha.
Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el Espíritu de la verdad y el espíritu del error.

1 Jn 4,1-6

Por simplificar un poco, dado que hoy nadie pone en duda la encarnación de Cristo -sí su plena divinidad-, tendremos que fijarnos en la otra pista que nos da el apóstol. Los que son del espíritu del anticristo hablan según el mundo y el mundo los escucha. Da igual que adornen su lenguaje con palabras espirituales y supuestamente impregnadas de la misericordia divina. Lo que buscan, y consiguen, es el aplauso del mundo, cuyo príncipe, Satanás, sigue obrando para la perdición de los reprobros. No en vano, nos advierte san Pablo que 

Esos tales son falsos apóstoles, obreros tramposos, disfrazados de apóstoles de Cristo; y no hay por qué extrañarse, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Siendo esto así, no es mucho que también sus ministros se disfracen de ministros de la justicia. Pero su final corresponderá a sus obras.

2ª Cor 11,13-15

Debemos reparar en el hecho de que los ministros de Satanás tienen toda la apariencia de ser apóstoles de Cristo. Es decir, no hablamos de presidentes de gobierno, políticos, personas de relumbre social, etc. No, hablamos de personas que se presentan como ministros religiosos. Y más concretamente como ministros de Cristo.

Bien, ahora que la Iglesia está envuelta en una gran polémica sobre la institución familiar, con un sector del episcopado pidiendo que se dé la comunión a los divorciados vueltos a casar, otro sector oponiéndose a semejante posibilidad y un sector aún mayor -y peligroso- que esos otros dos del que no sabemos si sube, baja o se queda en medio, respondamos a estas preguntas elementales:

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10.10.15

Pastores a los que les estorba Cristo. Nos estorban ellos

He de reconocer que, a pesar de lo que hemos visto en estos dos últimos años, me parecía imposible que algún padre sinodal tuviera el valor de plantear en el sínodo la vuelta a la ley mosaica sobre el divorcio. Ya hubo un obispo español que amagó con ese tema, aunque luego intentó salir del paso asegurando que no había pretendido decir lo que dijo.

Pues bien, esta semana un cardenal de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, S..E.R. José Luis Lacunza, ha dicho esto en pleno sínodo:

Moisés dio su consentimiento a la gente (para divorciarse). Hoy la “dureza de corazón” se opone a los planes de Dios. ¿Podría Pedro no ser tan misericordioso como Moisés?

En circunstancias normales, en cualquier otro sínodo o concilio de la historia de la Iglesia, una afirmación de esa naturaleza habría provocado que buena parte de los asistentes se levantaran escandalizados. En este sínodo, lo que han hecho parte de los padres sinodales de habla española ha sido votar para que dicho cardenal sea el relator de uno de los círculos menores (sic). A lo que se ve, solo un padre sinodal defendió ante el resto la fe de la Iglesia: el patriarca melquita Gregorio III Lahman.

¿Y qué dijo el patriarca? Lo obvio. Que Cristo había corregido a Moisés y que los que justificaban el divorcio eran los fariseos. Concretamente, entre las causas por las que una de las escuelas farisaicas lo admitían figuraba el hecho de que la mujer sirviera una comida quemada. Pero eso es lo de menos.

No es solo ese cardenal el que parece estar molesto con las palabras de Cristo enmendando la plana a Moisés. Ayer hemos leído la entrevista que el director de Religión Digital, José Manuel Vidal, hizo hace unas semanas -y publica ahora, por razones obvias- a Mons. José Rodríguez Carballo, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Lean ustedes, lean:

Qué espera del sínodo. Al final ¿las aguas se pacifican?

Se levantó mucha polvareda. Algunos llegaron a decir, que el papa ponía en peligro la indisolubilidad del matrimonio.
He leído un poco todo lo que ha salido de la primera etapa del sínodo, lo que el papa dice sobre la familia. Y es la misma doctrina. Lo que cambiará, y eso espero, será nivel pastoral. La Iglesia no puede cerrar los ojos ante una realidad que nos toca de cerca. Basta mirar a la gente de nuestro alrededor. Cuántos matrimonios rotos. Cuántas personas sufren por no poderse acercar al sacramento de la confesión y de la comunión.
Este verano tuve la oportunidad de conocer a una persona que sufría por esto. Un hombre que está unido a una mujer divorciada. Viendo cómo se llegó a ese divorcio, tal vez la culpa no la tenían las dos personas, sino una. Por qué condenar a un inocente, a que tenga que vivir al margen de los sacramentos de la Iglesia. Aquí sí que podrá haber alguna novedad. Pastoral, vuelvo a decir, no doctrinal.

A ver, monseñor,¿qué parte no entiende usted de estas palabras de Cristo?:

Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada por su marido, comete adulterio. (Luc 16,18)

¿Y qué parte no entiende usted de este canon dogmático de Trento?:

Canon VII sobre el sacramento del matrimonio.

CAN. VII. Si alguno dijere, que la Iglesia yerra cuando ha enseñado y enseña, según la doctrina del Evangelio y de los Apóstoles, que no se puede disolver el vínculo del Matrimonio por el adulterio de uno de los dos consortes; y cuando enseña que ninguno de los dos, ni aun el inocente que no dio motivo al adulterio, puede contraer otro Matrimonio viviendo el otro consorte; y que cae en fornicación el que se casare con otra dejada la primera por adúltera, o la que, dejando al adúltero, se casare con otro; sea excomulgado.

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8.10.15

Y de estos fieles, ¿quién se ocupa pastoralmente?

En el último post de Bruno, una catequista hace una pregunta que me han hecho bastantes veces por email y por mensajes privados de redes sociales. Si no siempre de forma literal, sí muy aproximada:

Le pregunto a Luis Fernando o a quien me pueda ayudar: soy catequista; ¿qué debo enseñar? ¿ que hay que estar en estado de gracia para comulgar o que hay que hacer “un camino penitencial” (por ejemplo, hacer unos meses de oración y tener paciencia y luego sí, puedes comulgar) ¿Enseño que en pecado mortal no se puede comulgar, o digo que ya no hay pecados objetivamente malos, y que Dios es tan misericordioso que con tu “penitencia” subjetiva, ya es basta?

Pido que me ayuden, porque estoy pensando en dejar de impartir la Catequesis. Muchas gracias.

En otro comentario añade:

Estoy super angustiada con estos posibles cambios porque veo cada vez más cerca la disociación entre doctrina y praxis, cosa que me parece tremendo a la hora de transmitir la fe. Tal vez me falta fe, fortaleza, alma martirial. Tal vez deba empezar a pensar seriamente en que estos cambios dramáticos me pedirán el testimonio de la propia vida. No sé si coinciden conmigo. Gracias, nuevamente.

Esta es mi respuesta:

Rosita, enseña la fe católica. Es más, si, Dios no lo quiera, cambian algo esencial de la misma, sigue enseñando lo que te ha sido transmitido. Que el mismo Dios que permitiera tal cosa sería el encargado de que, a su debido tiempo, vuelvan las aguas a su cauce.

Y, al menos mientras te dejen hacerlo, no dejes la catequesis. Los niños y los jóvenes no tienen culpa. Dios quiere y te concede que tú les protejas.

He dicho, digo y diré, que el mero hecho de que se discutan algunas de las cosas que se están discutiendo es un escándalo, causa grave daño espiritual a multitud de fieles y deja la Iglesia herida gravemente. Y ya no sé qué es peor. Si el daño que causan los malos intentando cargarse la fe de la Iglesia o el silencio y la tibieza de muchos de los supuestamente “buenos", que intentan vendernos la moto de que todo va muy bien, que hay buen rollete, espíritu de comunión, etc. 

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