InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Anti-magisterio

2.12.09

El Papa y los eruditos de la nada

Hace ya dos años y medio -¡cómo pasa el tiempo!- escribí un post al que titulé “El Jesús histórico y los eruditos de la nada”. Empezaba diciendo:

“Quien parte del apriorismo de que no existen los milagros difícilmente puede aceptar la historicidad de los que hizo Cristo, incluida su propia resurrección".

Y añadía:

“…si ustedes, señores eruditos de la nada, niegan que Cristo dio la vista a los ciegos, hizo hablar a los mudos, limpió la lepra a los leprosos, resucitó a los muertos y resucitó Él mismo, nieguen también que dio el Sermón del monte, que nos enseñó el padrenuestro, que habló por parábolas y que, en definitiva, predicó el evangelio. Eso de tomar sólo lo que les encaja en sus mentes racionalistas no es racional, no es serio, no es ciencia".

Pues bien, ayer el Papa Benedicto XVI les dio una soberana lección a los miembros de la Comisión Teológica Internacional. En una homilía dirigida no sólo a ellos, de hecho más bien creo que pensaba en teólogos de otro perfil, sino a todos los habidos y por haber en el mundo mundial, el Santo Padre puso los puntos sobre las íes. Por ejemplo, afirmó esto:

“Se pesca en las aguas de la Sagrada Escritura con una red que permite sólo una cierta medida para los peces, y todo aquello que está más allá de esta medida no entra en la red y, por lo tanto, no puede existir. Y así, el gran misterio de Jesús, del Hijo hecho hombre, se reduce a un Jesús histórico, realmente una figura trágica, un fantasma sin carne y hueso, uno que ha quedado en el sepulcro, está corrompido, es realmente un muerto. Se trata de un método que “sabe pescar ciertos peces pero excluye el gran misterio porque el hombre se hace él mismo la medida y tiene esta soberbia que, al mismo tiempo, es una gran necedad, que absolutiza ciertos métodos que no son aptos para las grandes realidades (…) Es la especialización que ve todo los detalles pero ya no ve la totalidad”.

Al leer las palabras del Papa no he podido por menos que acordarme de lo que dijo el teólogo Torres Queiruga en una entrevista concedida a Tempos Dixital este mismo año:

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27.11.09

El libro de Pagola, regalo envenenado de Uriarte a Munilla

Monseñor Uriarte ha prestado su último “servicio” a la Iglesia en Guipúzcoa. El mismo ha consistido en desobedecer las instrucciones claras, precisas y hasta contundentes que recibió de Roma en el sentido de no permitir que saliera a la luz la edición “corregida” del Jesús de Pagola, al menos no sin haber sido antes revisada por la Comisión para la Doctrina de la Fe de la CEE. Pues nada, ni repajolero caso. Dicha edición va con su “imprimatur". Un imprimatur que de poco va a servir si, como todo parece indicar, la Congregación para la Doctrina de la Fe toma cartas en el asunto y abre expediente al teólogo vasco. De hecho, según mis fuentes, y puedo asegurar que son absolutamente fiables, las correcciones llevadas a cabo por Pagola no alteran apenas en nada los errores teológicos que fueron mostrados por la comisión de la CEE.

Pero eso ya a monseñor Uriarte le importa un pimiento. Él dejará de ser obispo de San Sebastián el próximo 9 de enero. E incluso si, como posiblemente se esté intentando desde España, se produce una reacción “urgente” de Roma pidiendo la retirada del libro, lo más seguro es que el prelado vasco se haga el sordo y mire para otro lado. De tal manera que el marrón le caerá a monseñor Munilla. Es más, estoy convencido de que esa, y no otra, era la intención de Uriarte. La jugada es clara: si Munilla se carga el libro, aparecerá ante los enemigos internos y externos de la Iglesia como el obispo inquisidor que se enfrenta al teólogo más destacado de su nueva diócesis. Y si no hace tal cosa, habrá quien diga que tiene miedo a hacer lo que tiene que hacer.

Pero yo creo que, precisamente, monseñor Munilla no tiene que encargarse de este asunto, aunque también es cierto que si lo hace, sería la forma más contundente de dejar bien claro que a él nadie le marca el paso. En todo caso, el que ha dado el imprimatur al libro no es él sino Uriarte. Y si se tiene que censurar a Pagola y al obispo que le apoyó, esa es tarea de la Santa Sede. Lo que un obispo rebelde hace, no lo tiene que deshacer su sucesor sino la Sede Apostólica, que para eso está. Roma debe facilitar las cosas al nuevo obispo de San Sebastián, quien debería encontrarse con el asunto resuelto incluso antes de tomar posesión.

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30.10.09

Pepe Bono, apóstol del socialismo

Don José Bono es un político ciertamente interesante. Presidente de Castilla La Mancha durante seis legislatura consecutivas, estuvo en un tris de convertirse en el secretario general del PSOE pero, no sé si para bien o para desgracia de España, le ganó José Luis Rodríguez Zapatero. Como bien sabrá el lector español, luego fue ministro de defensa para, tras una breve ausencia de la política nacional, ocupar el tercer cargo de mayor relevancia institucional en este país: presidente del Congreso de los Diputados.

Si Bono fuera un político socialista más, ateo, agnóstico o católico no practicante, sus declaraciones no dejarían de ser unas más entre tantas. Pero muy al contrario, el manchego se presenta a sí mismo como cristiano y católico. De hecho, es conocida su amistad personal con altos jerarcas de la Iglesia Católica, alguno de los cuales ha declarado que es un gran político.

La trayectoria católica de Bono es, cuanto menos, peculiar. Cuando el zapaterismo se dedicó a poner en marcha su fábrica de ingeniería social, Bono se dedicó a administrar el nihil obstat católico-progre. Por ejemplo, apoyó el matrimonio gay aludiendo a que a Dios no le importaba gran cosa lo que los hombres hacían de cintura para abajo, argumento teológico de altura como todo el mundo puede comprobar. Y fue él quien contribuyó no poco a la escandalera mediática que provocó que el cardenal arzobispo de Madrid decidiera que podían seguir siendo sacerdotes de su archidiócesis los curas de Entrevías, cuyos abusos litúrgicos y sus desviaciones doctrinales tuvieron como “castigo” el pasar de regir una parroquia a dirigir un centro pastoral, con los mismos fieles, el mismo lugar de culto, etc.

De entre todos los obispos españoles habidos y por haber, el único que le ha plantado cara públicamente a don José Bono fue el por entonces obispo de Mondoñedo-Ferrol, hoy emérito, monseñor Gea Escolano. Fuera de él, ni cardenales, ni arzobispos, ni obispos, titulares o auxiliares, han sido capaces de decirle en la cara o públicamente que sus opiniones chocan radicalmente contra la fe de la Iglesia.

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20.10.09

Los obispos catalanes nos dicen lo que ya sabíamos, ¿y ahora qué?

La Tarraconense ha publicado una nota en la que se afirma que el documento “Consideraciones sobre el embrión humano” del Insituto Instituto Borja de Bioética no es conforme a la doctrina católica. Pero cualquier fiel mínimamente formado sabe que si un documento se muestra favorable, con matices, a la futura ley del aborto, el mismo no puede pasar el filtro de la doctrina (no fe) de la Iglesia.

El problema es que el Instituto Borja de Bioética sigue siendo dirigido hoy por los mismos que publicaron ese documento, a saber, sacerdotes religiosos que viven en sus diócesis. ¿Piensan ustedes hacer algo respecto a ellos, exigiéndoles alguna retractación pública, reclamando a sus superiores, o denunciándolos a la comisión episcopal de los religiosos o a la de la doctrina de la fe? Como pueden figurarse, esto es lo que esperan de ustedes los fieles católicos escandalizados tan gravemente por el documento del Instituto.

Bien saben ustedes que no basta con señalar la verdad. Hay que erradicar el error, porque de lo contrario, muchos fieles débiles en la fe pensarán que esto es una cuestión de opiniones. Que ustedes opinan que el documento está mal, pero que al fin y al cabo no debe ser algo tan importante opinar lo contrario, ya que sus autores siguen tan felices como sacerdotes y religiosos, y continuan adelante en el IBB, a pesar de que lleven años mostrando que están apartados de la doctrina de la Iglesia en todo lo relacionado con la bioética.

También saben ustedes muy bien que en Roma ha causado impacto lo ocurrido con el “escándalo del IBB". Sospecho que desde la Santa Sede se esperaba algo más que una simple nota para señalar lo obvio. Si esos religiosos no estuvieran celebrando misas en sus diócesis, poco más podrían hacer. Pero no es fácil entender que algunos obispos en el mundo nieguen la comunión a los políticos católicos que se muestran favorables a la legislación pro-abortiva y en cambio otros permitan que esos sacerdotes celebran en sus diócesis la Santa Misa, a pesar de enseñar en abierta oposición al magisterio apostólico.

Creo que hablo en nombre de muchos al decir que esa Nota no nos basta. Que mientras los religiosos del IBB no se retracten en forma pública de las barbaridades que públicamente han afirmado y se comprometan a no volver a publicar nada que contradiga el Magisterio de la Iglesia, el escándalo en modo alguno se habrá superado. Y si ustedes no pueden o no estiman conveniente ir más allá, les rogamos que remitan el caso a la Santa Sede. Pero esto no puede quedar así.

Luis Fernando Pérez

15.10.09

Miret

Enrique Miret Madgalena ha fallecido esta semana a los 95 años de edad. Por cortesía y respeto he preferido esperar a que hayan pasado un par de días tras su entierro para escribir un post sobre esta figura del “progresismo eclesial". Pero la actualidad está tan animada últimamente, que o le dedico unas líneas a don Enrique ahora o no se las dedicaré nunca.

Desde su muerte he hablado al menos con dos personas que le han conocido personalmente. Ambas han coincidido en que era un hombre afable y de trato agradable. Resumiendo, era un buen tipo. Y yo me lo creo. Pero mi opinión no va a versar sobre su forma de ser sino sobre su forma de pensar y de escribir.

Miret ha sido llamado profeta por aquellos que consideran profetas a todos aquellos que, como norma de vida, se dedican a arremeter contra el magisterio de la Iglesia Católica. Da igual lo que afirmen esos personajes. Ya pueden decir barbaridades incompatibles con la fe de todo cristiano, que como le añadan una coletilla anti-jerarquía, pasan a ser los santones del progresismo eclesial. Mientras los católicos tenemos como santos y profetas a quienes verdaderamente lo son, estos hijos de la disidencia encumbran a sus santorales mediáticos a todos los que huelen a heterodoxia. Y cuando mueren, se dedican a hacer noticias y artículos que más se parecen a las hagiografías del medievo que al periodismo del siglo XXI.

A don Enrique recuerdo haberle visto varias veces en televisión. Si la memoria no me falla, llegué a verle en La Clave, dirigida y presentada por Balbín, allá cuando yo andaba entre la infancia y la adolescencia. La última vez de la que tengo certeza de contemplarle en la pantalla pequeña, compartió la misma con otros contertulios, entre los que se encontraba César Vidal. Recuerdo que Vidal le dejó dramáticamente planchado en relación a la veracidad histórica de los evangelios. Ver a un Miret balbuciente y sin respuesta a los argumentos de César me provocó no poca satisfacción.

No he leído ningún libro de Miret Magdalena, ni pienso hacerlo. No me hace falta tal cosa para saber que estoy ante alguien del que dudosamente se puede decir que haya profesado la fe cristiana, al menos en sus últimas décadas de vida. La hemeroteca del diario El Mundo recoge tres encuentros digitales (1,2,3) en los que respondió a las preguntas de los lectores. Merece la pena recoger aquí algunas de las preguntas y sus respuestas:

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