InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Anti-magisterio

15.03.19

Los obispos alemanes y Roma

La mayoría de los obispos católicos alemanes han decidido que van a debatir sobre una serie de temas que afectan no solo a la Iglesia en Alemania sino a toda la Iglesia Católica. Así lo ha asegurado el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal alemana (CEA).

Al parecer quieren debatir sobre el celibato sacerdotal, la moral sexual y el poder (supongo que más bien el ejercicio del mismo).

Para ello van a implementar tres foros de discusión, presididos por tres obispos, que abordarán esas cuestione. Concretamente habrá un foro sobre el celibato, a cargo de Mons. Felix Genn; otro sobre la moral sexual, a cargo de Mons Franz-Josef Bode; y otro sobre poder y participación -de los seglares, se entiende- a cargo de Mons.Wiesemann.

Habrá quien piense que no tiene nada de malo que los obispos de una nación quieran debatir sobre esos asuntos. Grave error. Me explico:

- La Iglesia Católica no funciona, o al menos no debería funcionar, como las iglesias ortodoxas, solo en clave nacional. De hecho, a diferencia igualmente de los ortodoxos, y de los anglicanos, en la Iglesia Católica existe una autoridad sobre todos los obispos, sean de donde sean y se “organicen” como se organicen: el Papa.

- Hay cuestiones doctrinales que por su misma naturaleza no pueden ser objeto de debate. Por ejemplo, ya pueden todos -no será el caso- los obispos alemanes ponerse de acuerdo en que las relaciones sexuales fuera del matrimonio y/o las relaciones homosexuales son aceptables, que eso solo implicará que han dejado de ser católicos.

Lo verdaderamente indignante de este asunto es que todo el mundo sabe lo que quieren y lo que van a plantear. De hecho, el propio cardenal Marx, en su rueda de prensa, se ha mostrado partidario de acabar con el celibato obligatorio para el clero de rito latino y del cambio en la moral sexual católca.

Es más, entre los “expertos” que han participado en la Plenaria de la CEA figura Eberhard Schockenhoff, quien no hay aspecto de la moral sexual católica que no quiera cambiar. Y el cardenal ha dicho de su exposición que el debate sobre dicha moral «lo presentó muy bien». No contento con ello, añadió que «la mayoría de los obispos» pensaban que «hay una necesidad de cambio» en la moral sexual de la Iglesia.

Cabe preguntar que si la mayoría están a favor del cambio, ¿a cuento de qué organizar la pantomima de un supuesto “camino sinodal” del que ya sabemos el resultado?

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6.03.19

Cuando a cardenales y obispos les da igual lo que enseña la Iglesia

En abril del año pasado, el cardenal Schönborn, arzobispo de Viena, tuvo a bien decir que la ordenación de mujeres como diaconisas, presbíteras y obispas -¿obispesas?- es algo posible si lo decide un Concilio ecuménico.

Días atrás, el arzobispo de Gatineau (Quebec, Canadá), Mons. Paul-André Durocher, ha sugerido exactamente lo mismo. Tras desear que se apruebe la ordenación de diaconisas, dice lo siguiente sobre la ordenación de mujeres como sacerdotisas:

El problema en ese nivel es que el Papa dijo que no se podía cambiar el que las mujeres no pueden ser sacerdotes. La única forma de lograr ese cambio sería mediante un Concilio ecuménico de todos los obispos sobre ese tema, y eso no sucederá en mucho tiempo“.

Bien, ahora lean ustedes estos párrafos finales de la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis, de San Juan Pablo II, Papa:

Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.

Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.

Caben dos posibilidades:

1- Que el cardenal Schönborn y el arzobispo Durocher no sepan leer o no tengan capacidad de asimilar lo que leen. No parece posible que sea así, pero…

2- Que al cardenal Schönborno y el arzobispo Durocher les importe un pimiento lo que la Iglesia ha definido de forma infalible. Sí, he dicho infalible, pero no solo lo digo yo.

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26.09.18

Impunidad, descaro y el 11-S de la Iglesia

Son incontables las noticias que hemos dado en los últimos años sobre declaraciones y actuaciones escandalosas por parte de instituciones e individuos, mayormente sacerdotes, de la Compañía de Jesús. Empezando por el actual Prepósito General, el P. Arturo Sosa, que tuvo el cuajo de asegurar que había que reinterpretar a Jesucristo respecto a la indisolubilidad del matrimonio y «discernir» lo que realmente dijo, ya que en aquella época «nadie tenía una grabadora». Más de un año y medio después de semejante barbaridad, ni se ha desdicho de la misma ni nadie con autoridad sobre él le ha pedido que rectifique.

La última noticia escandalosa protagonizada por jesuitas llega de México. La Universidad de la Compañía de Jesús en Guadalajara acoge un evento proabortista. No va a ser un debate en el que haya dos bandos, uno provida y otro proabortista. Las tres ponentes son favorables al derecho al aborto. (Actualizado: la noticia ha sido aún más escandalosa)

¿Cómo es posible que siquiera se atrevan a organizar algo así, haciendo publicidad de ello, en una universidad que se dice católica? Pues porque saben que gozan de absoluta impunidad. Y cuando los perversos son conscientes de que nada ni nadie pondrá freno a sus perversiones, no solo las cometen, sino que presumen de cometerlas.

Algo parecido ocurre con otro «insigne» jesuita, el P. James Martin. Si alguien podía dudar hace años de la existencia de un lobby gay en la Iglesia, es evidente que ya no cabe dicha duda. Existe y es promocionado abiertamente desde sectores muy destacados de la jerarquía. Y el P. Martin presume de ello. ¿Cómo no habría de hacerlo? Sería absurdo.

La verdadera pregunta es que si alguien que predica claramente contra la doctrina católica es invitado por cardenales, arzobispos y obispos a dar charlas y es invitado, ni más ni menos, que a todo un Encuentro Mundial de las Familias organizado por la Santa Sede, ¿en base a qué se puede afirmar que la propia Iglesia respeta sus enseñanzas?

Esto no es de ahora. Hace justo cuatro años, en pleno sínodo extraordinario sobre la Familia, el cardenal Pell advirtió:

«La comunión para los divorciados vueltos a casar es para algunos padres sinodales -muy pocos, ciertamente no la mayoría- solo la punta del iceberg, el caballo de Troya. Ellos quieren cambios más amplios, el reconocimiento de las uniones civiles, el reconocimiento de las uniones homosexuales»

De hecho, la famosa frase del papa Francisco «si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?», era en el contexto de una pregunta sobre el lobby gay dentro de la propia Iglesia.

Parece evidente que están en el proceso de cambiar la doctrina por la vía de los hechos. Estamos en plena demolición del edificio de la fe católica. Recientemente Mons. Ganswein dijo que la nueva crisis de los abusos sexuales y su encubrimiento -que no tiene nada de nueva, dicho sea de paso- era el 11-S de la Iglesia. Puede que a nivel mediático así sea, pero a nivel doctrinal, el 11-S de la Iglesia fueron los dos sínodos sobre la Familia -primer avión- y la exhortación apostólica Amoris Laetitia -segundo avión-. Tras semejante ataque, las dos torres de la fe católica, doctrina y moral, no pueden hacer otra cosa que colapsar. Podrá tardar más o menos pero, si Dios no interviene por medios ordinarios o extraordinarios, caerá. Y arrastrará consigo no unos pocos miles de almas, sino a millones y millones, de forma que quede en evidencia la razón por la cual nuestro Señor Jesucristo preguntó si habría fe en la tierra cuando Él regresara.

Mucho se ha especulado sobre cuál podría ser el “katejon” que será retirado para que se manifieste el hombre de perdición, tal y como profetiza San Pablo en 2Tes 2,7. Mi sugerencia es que tal papel lo ha ocupado la Iglesia docente, que lleva en plena retirada desde hace décadas, en un proceso que se ha acelerado vertiginósamente en este pontificado. Pero sólo Dios sabe si tal cosa es así.

Cristo, ven pronto. Cuéntanos, Señor, entre tus elegidos.

Luis Fernando Pérez Bustamante

25.07.18

Usan Amoris Laetitia para destruir las verdades de Humanae Vitae

Javier de la Torre, seglar y director de la Cátedra Bioética de Comillas (*), nos ha “obsequiado” con un artículo sobre la encíclica Humanae Vitae en el 50 aniversario de su publicación. O más bien un artículo CONTRA la Humanae Vitae y su autor.

Empieza diciendo:

Hay que recuperar la grandeza de Pablo VI pero reconociendo que no todo fue por igual de grande en Pablo VI.

Casi podría decir que es en lo único con lo que estoy de acuerdo con don Javier, pero con la particularidad de que lo que él cree que no fue grande en ese pontificado, es aquello en lo que yo creo que Pablo VI fue precisamente grande. Sin que ello, por cierto, tape las no pequeñas carencias del papa Montini.

Sigo citando:

III-HV nos pone delante la cuestión importante de la tradición viva de la Iglesia y si, a veces, esa tradición es más una losa, un peso y una carga en algunas cuestiones. La tradición de la Iglesia es la historia del Espíritu en la Iglesia (Congar), un espíritu que no está quieto y que en cada época nos ayuda a discernir en la cultura lo que es más adecuado y más consonante con nuestra fe en Jesucristo.

El Espìritu Santo es el comodín perfecto de los herejes pasados y modernistas presentes. Sirve para justificar cualquier cosa. Cuando algo de la fe católica les parece una losa, un error, una carga, o lo que sea, se sacan al Espíritu de la manga para cambiarlo. 

Ni que decir tiene que eso se acerca mucho a la blasfemia contra el Espíritu Santo, pues le hacen cómplice de sus herejías.

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7.05.18

Sin temor de Dios

Asi dice el Señor:

Todos se extraviaron, a una se han pervertido; no hay nadie que haga el bien; no hay ni siquiera uno.
Una tumba abierta es su garganta, con sus lenguas urden engaños; veneno de áspides bajo sus labios; su lengua rebosa malicia y amargura… no hay temor de Dios ante sus ojos.
Rom 3,12-14;18

Informamos hoy en InfoCatólica que el cardenal primado de Bélgica ha apuntado a un «cambio de paradigma» en la enseñanza oficial de la Iglesia con respecto a los actos homosexuales. También ha asegurado que no tiene «absolutamente nada» en contra de las uniones homosexuales, siempre y cuando se lleven a cabo en un contexto donde «la honestidad, la firmeza y la lealtad son fundamentales». Y por ello propone que la Iglesia celebre para esas uniones una oración de acción de gracias. O sae, que se dé gracias a Dios por la celebración pública de una unión pecaminosa nefanda.

Cada vez es más evidente que en gran parte de la Iglesia actual, Cristo ha dejado de ser respetado. La prueba es que prácticamente nadie de la jerarquía saldrá a decirle nada ni a ese señor ni a otros que dicen lo mismo o parecido que él. Tenemos que ser algunos pocos seglares los que lo hagamos. Y, claro, los malos de la película somos nosotros por decir esto.

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