InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Anti-magisterio

4.06.15

Satanás se ríe ahora, pero venceremos por Cristo y en Cristo

Al cardenal Kasper le parece fabuloso que Irlanda haya aprobado el “matrimonio” homosexual. Le parece igualmente necesario que la Iglesia reconozca las cosas buenas en las uniones homosexuales prolongadas. Pide además que se supere la, según él, discriminación injusta contra ellos. Y, faltaría más, reclama a la Iglesia que adopte un nuevo lenguaje. Es más, avisa que esa cuestión será central en el próximo Sínodo.

A mí no me cabe la menor duda de que Satanás está partiéndose de risa en estos momentos. Ni en su sueño más onírico llegó a pensar que alguna vez la Iglesia Católica asistiría al espectáculo de que en un sínodo, -o mejor dicho, en dos sínodos- se discutiría siquiera sobre la aprobación, siquiera sea parcial, de algo que se acerca mucho a la abominación desoladora descrita en la Escritura. Los textos sobre la homosexualidad en la Biblia y en la Tradición son tan claros y contundentes que solo alguien que desprecie la Revelación puede plantear cualquier reconocimiento a unas relaciones contrarias a la ley natural y que Dios considera abominables.

Por otra parte, el argumento del cardenal Kasper para admitir el resultado del referendo en Irlanda valdría igual para aceptar el aborto, la eutanasia y cualquier barbaridad que surgiera de “la voluntad del pueblo". Para ese “príncipe” -ay, ay, ay- de la Iglesia, lo que importa de verdad es lo que diga el mundo,no lo que Dios haya dispuesto.

Satanás se carcajea de que el cardenal Pell tuviera razón al indicar en octubre pasado que:

«La comunión para los divorciados vueltos a casar es para algunos padres sinodales -muy pocos, ciertamente no la mayoría- solo la punta del iceberg, el caballo de Troya. Ellos quieren cambios más amplios, el reconocimiento de las uniones civiles, el reconocimiento de las uniones homosexuales. La Iglesia no puede ir en esa dirección».

Lucifer disfruta viendo como se cumplen las profecías de la Virgen en Akhita sobre su obra dentro de la Iglesia:

La obra del demonio infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos.

Eso lo tenemos ya delante de nuestros ojos. Y recordemos que en junio de 1988, Joseph Cardinal Ratzinger, por entonces Prefecto de la Congregación para la  Doctrina de la Fe, impartió el juicio definitivo sobre los eventos y mensajes de Akita, juzgándolos confiables y dignos de fe. Quien luego ha sido Papa con el nombre de Benedicto XVI, observó que Akita es una continuación de los mensajes de Fátima.

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8.04.15

Son un insulto a la memoria de San Ignacio de Loyola

El pasado domingo de Resurrección, publicamos un artículo de Mons. José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, en el que el obispo se limitaba a recordar que es doctrina católica -y de paso de ortodoxos y protestantes evangélicos (no liberales)- algo tan elemental como que Jesucristo resucitó de verdad y que tal hecho, además de ser un dogma de fe, es historico. Además, arremete contra los que niegan dicha historicidad.

Decía el obispo:

Algunos teólogos, en su intento de conseguir que la fe cristiana esté plenamente integrada en los parámetros de la cultura contemporánea, pretendieron realizar una reinterpretación de la resurrección, de forma que la fe cristiana en la resurrección de Jesucristo no implicase la historicidad del sepulcro vacío, la revivificación del cadáver, ni las apariciones de Jesucristo resucitado a los apóstoles. Todo eso no serían más que construcciones literarias de los evangelios. Para estos autores, la resurrección de Cristo se reduce a la experiencia subjetiva de que Jesús vive dentro de nosotros, y de que inspira nuestra existencia.

Pues hete aquí que el “teólogo” José María Castillo se ha enfadado con el prelado vasco. Y no ha tenido mejor idea que escribir otro artículo diciendo que tal resurrección no es un hecho histórico sino, ojo al dato, meta-histórico. Así lo explica:

El obispo Munilla se ha puesto nervioso porque algunos se atreven a decir que la resurrección de Cristo no es un hecho histórico. Los entendidos en historiografía discuten lo que se debe entender cuando hablamos de un “hecho histórico". Sea cual sea la postura que cada cual adopte en esa discusión, lo que parece que se puede afirmar con seguridad es que un hecho se puede considerar como histórico cuando ese hecho sucede dentro de la historia. Lo que le ocurra (o le pueda ocurrir) a un ser humano después de su muerte, eso ya no está, ni puede estar dentro de la historia, sino más allá de la historia.En tal caso, ya no estamos hablando de lo “histórico", sino de lo “meta-histórico“. Por supuesto, puede haber personas (y las hay en abundancia) que, por sus creencias (religiosas, filosóficas o de otra índole), están persuadidos de que un difunto vive, ya sea en el cielo, junto a Dios, en la eternidad o en alguna otra modalidad que los humanos podemos imaginar o idealizar. Pero, cuando esto sucede, ya no estamos hablando de la historia, sino de lo que trasciende la historia. En otras palabras, una cosa es “lo histórico” y otra cosa es “lo trascendente". Que puede ser “real", pero no es “histórico".

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25.03.15

Respecto al pecado mortal del adulterio

Como ya he comentado en alguna ocasión, las palabras “pecado mortal” parecen haber sido arrancadas del lenguaje habitual de multitud de pastores y fieles. Sobre todo si dicho pecado tiene algo que ver con el sexto mandamiento del Decálogo. Siempre se ha dicho que la Iglesia parecía obsesionada con dicho pecado, pero ahora parece que la obsesión consiste en restarle importancia.

Me produce enorme tristeza que se esté dando en la Iglesia la imagen de que el pecado del adulterio o el de la fornicación ha de tener un tratamiento especial, en plan “bueno, no está bien, pero no os obsesionéis, que tampoco es para tanto” o llamándolo simplemente “situación irregular".

¿Cómo que no es para tanto? ¿Acaso no escribió San Pablo que ese tipo de pecados son especialmente graves?:

Huid de la fornicación. Todo pecado que un hombre comete queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. 

¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? 

Habéis sido comprados mediante un precio. Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo. 
1ª Cor 6,18-20


El apóstol nos pide que huyamos de ese pecado, ¿y nosotros nos ponemos a discutir sobre si los que VIVEN en él que pueden acercarse a comulgar al altar como si tal cosa? ¿a cuento de qué?

No piensen ustedes que esto es cosa solo de los prelados alemanes o de algún obispo cuasi-apóstata. El otro día el cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, hizo unas declaracions a TV3 de las que se hace eco Europa Press de la siguiente manera:

… Martínez Sistach, se mostró convencido de que se hallarán soluciones para que separados y divorciados católicos vueltos a casar puedan comulgar y vivir su fe de forma normal, aunque dejó claro que no se cambiarán cuestiones doctrinales.

Recordó, asimismo, que el Papa Francisco está preocupado por esta cuestión, y por ello la abordó en dos sínodos, uno de ellos extraordinario. Y explicó que los divorciados que se han vuelto a casar o se han juntado con otra persona son miembros de la Iglesia, no están excomulgados y la comunidad cristiana les debe ayudar y acoger.

“Tengo la esperanza de que se encontrarán caminos, algún camino que ayudará si no a una solución total, sí a una solución de misericordia y fidelidad“.

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11.02.15

Es otro evangelio, por tanto, anatema

Aquellos que predican contra la Escritura y afirman que vivir en adulterio no es siempre pecado… 

Aquellos que predican contra las palabras de Cristo y dicen que no son adúlteros quienes se han vuelto a casar tras divorciarse de un matrimonio unido por Dios. ..

Aquellos que predican que la misericordia divina consiste en que Dios puede ser cómplice del pecado y no busca la conversión… 

Aquellos que predican que hay algo de positivo cuando dos cristianos viven amancebados, fornicando sin pasar por el sacramento del matrimonio…

Aquellos que predican que puede haber algo bueno en el pecado nefando, abominable a los ojos de Dios, consistente en mantener relaciones sexuales estables entre personas del mismo sexo…

Aquellos que predican sobre la gracia como el heresiarca Lutero, indicando que la justificación consiste en una especie de contrato legal por el cual el hombre se mantiene igual de pecador que antes de ser justificado, sin necesidad de cambio de vida… 

Aquellos que predican que se puede profanar lo más santo de la fe católica, comulgando en pecado mortal… 

Aquellos que predican que se puede conceder la absolución a quienes no tienen intención de abandonar una vida de pecado…

Aquellos que predican contra todo lo que la Iglesia de Cristo ha enseñado durante veinte siglos…

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¡Qué se habrá creído ese cardenal censor!

Allá por el año 2003, concretamente un 20 de enero, la comisión episcopal para la doctrina de la fe de la Conferencia Episcopal Española, publicó una nota sobre el libro “Dios y Jesús. Hacia una nueva comunidad”, del teólogo Juan José Tamayo. En la misma se decía:

La aportación del autor no es sino una versión renovada del antiguo error arriano: negación de la divinidad de Jesucristo, presentación de Jesús como un mero hombre, negación del carácter histórico y real de la resurrección, y de ésta como dato fundamental de la fe cristiana. Las conclusiones a las que llega Don Juan José Tamayo Acosta son incompatibles con la fe católica.

Y además se recordaba: 

Ante la repetida comparecencia de Don Juan José Tamayo Acosta en los Medios de Comunicación, mediante artículos periodísticos, entrevistas y publicaciones, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, considera, además, necesario informar de que en la actualidad, el citado autor carece de misión canónica para enseñar teología y no ejerce la docencia en ningún Centro Superior de la Iglesia. Advertimos cómo el autor, en los últimos años, ha seguido en sus publicaciones teológicas y manifestaciones públicas una trayectoria que le aparta de la comunión eclesial, lo cual es incompatible con la condición de teólogo católico.

Es por ello que el cardenal Sistach ha prohibido dos veces (1 y 2) el uso de una parroquia católica de su archidiócesis para que el señor Tamayo pronuncie una conferencia. Don Juan José es perfectamente libre de opinar lo que le apetezca sobre cualquier tema, pero la Iglesia no acepta ni su arrianismo ni sus constantes ataques a la fe católica. Así que es lógico que un obispo no quiera que su diócesis colabore en la difusión de las múltiples herejías de ese teólogo arriano.

Ante semejante realidad, resulta sumamente aberrante que Catalunya Cristiana, semanario oficial de la archidiócesis de Barcelona que se distribuye además en el resto de diócesis catalanas, haya tenido el descaro de ir a entrevistar a Tamayo y darle una página entera. No cabe la menor duda de que semejante acto es una provocción directa al cardenal Sistach. Además, pública y notoria. “¿Usted le censura?, ¡Nosotros le ponemos mesa, mantel, focos y espacio en nuestro medio!".

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