InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cultura de la vida

12.01.10

Creo que es un grave error proponer un referéndum sobre el aborto

Hace unas cuantas semanas que desde diversas asociaciones civiles favorables a la cultura de la vida se está lanzando la idea de que hay que pedir la realización de un referéndum sobre la futura ley del aborto. Para ello se dan varias razones, algunas de las cuales fueron expuestas ayer desde Profesionales por la Ética. Todos los argumentos a favor del referéndum son muy respetables pero yo tengo dos, que creo bien fundamentados, en contra de dicha propuesta:

1- La dignidad de la vida humana no puede depender, de ninguna de las maneras, del resultado de unas urnas. Forma parte de ese tipo de valores pre-democráticos, que están muy por encima de cualquier constitución, ley o disposición creada por los hombres.

2- La posibilidad muy real de la victoria de la postura pro-abortista, daría una legitimidad “democrática” muy superior a la que tendrá una ley aprobada por el parlamento. En un país donde casi uno de cada siete embarazos acaba en aborto provocado, la aceptación social mayoritaria del aborto es ya un hecho, por mucho que haya un sector importante de la población que entienda que eso es una salvajada. No confundamos el éxito de algunas manifestaciones, por otra parte muy destacable, con la voluntad mayoritaria de los españoles.

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5.01.10

¿Piensan los Cristianos Socialistas que los demás somos imbéciles?

Yo entiendo que debe ser difícil ser católico de verdad y pertenecer a un partido que está llevando a cabo un programa de ingeniería social radicalmente contrario a la moral y a la cosmovisión católica. Ahora bien, no creo que sea tan difícil el no tomar al personal por imbécil, por estúpido, por gilipuertas. Y sin embargo, eso es lo que acaba de hacer uno de los portavoces de Cristianos Socialistas, un tal Jordi López Camps. El tío va y dice que la nueva ley del aborto “no reconoce el derecho al aborto; es decir, no reconoce el aborto como derecho, porque entra en conflicto con el derecho del ‘nasciturus’. Ni en la exposición de motivos ni en la propia ley se dice que el aborto sea un derecho; se habla del derecho de una mujer a interrumpir su embarazo, no de que el acto en sí del aborto sea un derecho. El matiz es diferente“. Ahí queda eso, sabueso. Tócate las narices. Y si no te lo crees, revientas.

Lo que es evidente es que estos “cristianos socialistas” son muy socialistas y nada cristianos. Un cristiano jamás puede estar a favor de la nueva ley del aborto, por mucho que lo disfracen de “derecho de la mujer a interrumpir su embarazo“. Pero estos mercenarios de la política pretenden presentarse a sí mismos como católicos. Es por ello que, como llevo diciendo desde antes de que se reabriera la polémica sobre el aborto en España, creo que la Iglesia debería de ir más allá. No basta con que se les niegue el acceso a la comunión eucarística a los políticos católicos que votan esas leyes. Habría que cambiar el Código de Derecho Canónico y decretar su excomunión. Ellos, al dar razones para que la conciencia de muchos se corrompa, hacen mucho más daño a la causa de la vida que los particulares que abortan. Si se excomulga a la mujer que aborta, que se excomulgue al político que afirme que eso es un derecho. Y una vez excomulgados, ya no cabe duda alguna sobre si pueden comulgar o no. Ahora bien, eso sólo lo puede decidir Roma.

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4.01.10

¡Bono, santo súbito!

¡Bono es grande! ¡Bono es único! ¡Bono es de los nuestros! ¡Bono es nuestra bandera! ¡Deberían ponerle un altar! (no es coña, no… ¡¡LEAN!!). ¡Viva Bono! Y…. ¡Qué malos son los que condenan a Bono! ¡Qué irresponsables son nuestros obispos! ¡Cobardes! ¡Qué gentuza son los ultra-católicos, carcas, tridentinos y cavernícolas!…. la izquierda eclesial ha salido en tromba a defender a su profeta de la Carrera de San Jerónimo. Están dispuestos a dar la cara por él, a atacar a quienes osen negarle la comunión, a darle ellos mismos la comunión aunque el mismísimo Papa lo prohíba, a lo que sea. Desde sacerdotes como el padre Ángel -¡otra vez!- o Pedro Miguel Lamet al periodismo eclesial de extrema izquierda. Incluso desde el blog de las dos mentiras en su título, se defiende a Bono, se ataca a los obispos y, faltaría más, a quienes les apoyamos. Incluso hay una monja que le postula como sucesor de Zapatero al frente del PSOE, lo cual lo mismo disgusta a ese prohombre del catolicismo socialista gallego llamado José Blanco. Sólo falta que el abad montillesco vuelva a decir que lo mismo Bono tiene razón en votar a favor de la nueva ley del aborto.

Pues ya lo ven, señores obispos. Esto es lo que hay. Esta es la cosecha de lo que se plantó décadas atrás. Este es el verdadero rostro de la secularización interna de la Iglesia. Sacerdotes, periodistas y pseudo-católicos que aseguran que el modelo ideal de político católico es quien les llevó la contraria en la cuestión del matrimonio gay y se la lleva al votar sí a la nueva ley del aborto. Y si ustedes osan ir más allá de lo acostumbrado e insisten en que eso no puede ser, en que no se puede ser católico y votar a favor del aborto, toda esa retahíla de desechos del catolicismo post-conciliar se les echa encima cual leones hambrientos sueltos sobre los mártires por la verdad.

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¿Dónde habrá comulgado Bono?, ¿dónde comulgará?

Don José Bono Martínez, presidente del Congreso de los Diputados y, por tanto tercero en el rango protocolario del Estado tras el Rey y el presidente del Gobierno, lleva años empeñado en ser una especie de apóstol laico de los progre-eclesiales. Siempre que los socialistas dan un paso adelante en su política de ingeniería social, ahí aparece Pepe Bono a dar su imprimatur y nihil obstat con argumentos del tipo “Cristo es bueno pero los obispos son unos carcas". Lo hizo con la ley del matrimonio entre homosexuales, cuando llegó a soltar una de sus grandes máximas teológicas, digna de aparecer en alguno de los manuales de moral que se han estudiado en los seminarios en la era postconciliar: “A Dios no le importa mucho lo que se haga de cintura para abajo".

Pero claro, cuando ha intentado hacer lo mismo con la nueva ley del aborto, la cosa se ha puesto más peliaguda porque la Iglesia, con razón, está empeñada en que los católicos, sobre todo si presumen de serlo públicamente, no pueden apoyar con su voto leyes que faciliten ese holocausto que se produce en las clínicas abortivas. Y, se ponga como se ponga el señor Bono, una ley que hace que el aborto pase de ser un delito a un derecho, es una salvajada. Que la ley anterior también lo era, ninguno que se llame cristiano lo pone en duda. Pero la nueva ley empeora objetivamente el derecho a la vida en este país.

Y precisamente por eso, los obispos españoles han tenido que recordar lo que la Iglesia ha dictaminado sobre los políticos católicos que votan a favor del aborto. A saber, que no pueden recibir la comunión eucarística. Es importante recordar que esa disposición no se le ocurrió a Monseñor Martínez Camino ni al cardenal Rouco. No, esa norma viene de Roma y, por tanto, es de obligado cumplimiento en todo el mundo. Los obispos españoles faltarían a su deber si no lo recordaran.

El caso es que a Bono le importa un pimiento -por no decir otra cosa más gorda- lo que la Iglesia diga o deje de decir y ha confesado a El Mundo que ya ha comulgado tras votar a favor de la ley abortista. Y que piensa seguir haciéndolo. Lo que no nos dice es dónde ha comulgado y dónde piensa hacerlo en el futuro. Se me ocurren varias posibilidades:

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1.01.10

2010, ¿año de transición?

El año 2010 de la era cristiana acaba de dar su primer paso. Quedan por delante 365 días cuyo “contenido” ignoramos, aunque deseamos que sean buenos para la Iglesia, para nuestras familias y para nuestras respectivas naciones. De momento, tenemos todo un Año Santo compostelano por delante, fuente de gracia abierta para saciar la sed de Cristo de un país que desgraciadamente no parece ser muy consciente de estar sediento. Allá para agosto tendrá lugar, precisamente en Santiago, el Encuentro Internacional de la Familia, que servirá para dar testimonio, una vez más, del papel fundamental que debe jugar en el futuro esa institución creada por Dios. Los que me conocen saben mi poca querencia hacia este tipo de encuentros especiales, jornadas, semanas, etc, pero si la Iglesia cree que valen de algo además de para decirnos los unos a los otros lo mucho que creemos en lo que creemos, pues adelante con ellos. Se ha sugerido la posibilidad de que el Papa visite Santiago para esos días. No sería un viaje muy agotador para quien, no lo olvidemos, está ya en una edad en la que más le vale que se tome con mucha calma sus salidas fuera de Roma. En cualquier caso, si viene, bienvenido sea.

El año 2010 será el de la nueva ley del aborto. Se va a legalizar lo que lleva años siendo una realidad: el aborto libre. Con el agravante de que se lo considerará como un derecho. El plan de ingeniería social zapateril va llegando a su estación de término, aunque todavía le queda un buen trecho por recorrer. Yo sospecho que Zapatero pisará el acelerador si ve que puede perder las próximas elecciones. De ser así, tras el aborto llegará la eutanasia y, sobre todo, el pisoteo definitivo del derecho los padres a elegir el tipo de educación para sus hijos. Creo que aquellos que se pusieron de perfil ante la EpC van a comprobar aquello de que “Roma no paga traidores". Y no hablamos de la Roma eclesiástica, precisamente. Ésta, curiosamente, acoge en su seno a esos traidores, conformándose con llamarles la atención de vez en cuando.

La nueva ley de libertad religiosa está también llamando a la puerta. Y no precisamente a la puerta abierta ayer por Monseñor Julián Barrio. Me temo que la libertad religiosa en manos de Zapatero y sus correligionarios sea algo así como la democracia en manos de Stalin o Hitler o el Catecismo en manos de Masiá, Tamayo y Castillo. Probablemente pretenderán meter la fe católicas en los templos para encerrarla allí con un candado de siete llaves. No hay más que ver la actividad de esos grupejos de indeseables que llamándose iglesia de base o coordinadora de mil nombres van marcando el camino al gobierno. Son la avanzadilla del totalitarismo laicista dentro de la Iglesia. Iglesia que, vuelvo a decir, parece incapaz de hacer gran cosa para librarse de esas escamas muertas. Escamas que no sólo la afean externamente, sino que hacen que se extienda por la misma un olor a pescado podrido muy desagradable. Necesitamos determinación en los pastores y en los fieles para tirar la basura al vertedero y para perfumar luego la Iglesia con el incienso de la sana doctrina y la fidelidad plena a Cristo y su evangelio. Si no hacemos tal cosa, estamos atados de pies y manos para combatir la buena batalla de la fe.

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