El PP y el aborto, o la elección entre la silla eléctrica y la guillotina
Rajoy ha dicho en la Ser que no le gusta la actual ley del aborto, pero ha vuelto a manifestar que está de acuerdo con la que teníamos antes. Lo cual no debe sorprender a nadie porque es lo que dijo en el programa “Tengo una pregunta para usted” de TVE. Y además, es evidente que no sólo Rajoy sino todo el PP estaba la mar de a gusto con la ley aprobada por el PSOE en tiempos de Felipe González. En los ocho años de gobierno de Aznar no sólo no la derogaron sino que además dieron un paso más en la cultura de la muerte al aprobar la píldora abortiva RU-486, que tiene nombre de procesador de ordenador antiguo pero mata tantos o más seres humanos concebidos como las clínicas abortivas.
Es cierto que la actual ley empeora no poco la situación legal del aborto, ya que pasa de ser un delito despenalizado en unos supuestos a considerarlo como un derecho de la madre. Aunque los supuestos de marras se convirtieron en un coladero, la anterior ley podía ser útil para poner coto en parte a la salvajada del aborto si hubiera un gobierno que se tomara en serio la aplicación estricta del texto legal. Y mucho más si se quita el supuesto de condiciones socio-económicas y/o psicológicas de la madre. Dado que en España son muy escasos los abortos producidos tras una violación y que no abundan los que tienen como causa las malformaciones del feto, el número de intervenciones para poner fin a la vida humana en el seno materno quedarían reducidas a unos pocos cientos al año. Lo cual seguiría siendo una barbaridad -quien acepta matar a un inocente acepta matar a millones-, pero no tan enorme como lo que hemos padecido en las últimas dos décadas.