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23.04.08

La maldad enseña su verdadero rostro

Se llama Observatorio de Bioética y Derecho y pertenece a la Universidad de Barcelona. Pero podría llamarse perfectamente Promotora de Asesinatos crueles a Inocentes sin Derechos. Y es que los “observantes” de ese engendro están por la labor de llevar a España hacia la más repelente de las pesadillas.

Efectivamente, no hay mayor perversión de la bioética y el derecho que alentar el aborto incluso hasta el momento anterior al nacimiento del feto. Hay que ser de una naturaleza moral totalmente entregada al mundo de las tinieblas para afirmar que un ser humano es objeto de derechos justo después de nacer y no cinco minutos antes de asomar su cabeza en este mundo. Hay que ser hijo del mismísimo Satanás para considerar que puede ser ético el asesinar a un bebé que está a punto de respirar con sus propios pulmones, por el único delito de venir con malformaciones o de ser motivo de peligro para la salud mental de su madre.

Pues bien, eso y más son esos expertos que se refugian bajo el amparo de una universidad para lanzar su ponzoña en nuestra sociedad. Y además tienen la poca vergüenza de querer apartarnos del debate a los que tenemos decencia, moral y fe religiosa. Estos siervos a sueldo de la Muerte afirman que “la discusión pública sobre el aborto no debe introducir criterios procedentes de concepciones religiosas, sobre el bien o la vida ideal, apropiadas para imponerse a uno mismo voluntariamente, pero no materia de corrección moral interpersonal que pueda imponerse a los demás. Ello significa que no es posible debatir, deliberar o dialogar sobre temas controvertidos en el campo de la bioética, como el aborto, si no se aceptan normativamente los valores de cientificidad, laicidad y pluralismo democrático”. Sólo les falta pedir que nos metan presos a los que osamos plantear públicamente nuestra opinión sobre lo que es el aborto. Creo que es cuestión de tiempo que lo hagan.

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3.04.08

Gallardoneando

Como la Iglesia Católica no tiene suficiente preocupación con la que le puede caer encima tras la renovación del proyecto zapateril para los próximos cuatro años, ahora se las va a tener que ver también con la versión pepera de dicho proyecto. Respondiendo al portavoz de la todavía existente Izquierda Unida, la concejala de Urbanismo del Ayuntamiento que gobierna Gallardón, ha decidido cambiar el proceso de adjudicación de terrenos públicos para la edificación de centros de culto religioso. A partir de ahora las diferentes confesiones religiosas presentes en la capital de España puede que tengan que competir entre sí para lograr las concesiones municipales.

En principio, y aunque a pesar del crecimiento de la población musulmana y –en menor grado- protestante en Madrid, la Iglesia Católica siendo muy mayoritaria tanto en número de fieles nominales como practicantes, no hay desde la parte católica ninguna oposición a que a las otras confesiones se les puedan conceder terrenos, o cualesquier otro tipo de bienes, para garantizar la libertad religiosa efectiva de sus fieles. Pero no hay razón alguna para que eso se produzca a costa de la retirada de supuestos “privilegios” de la propia Iglesia. Y sobre todo, lo que no tiene ninguna lógica es que para justificar el palo al catolicismo, se apele a un inconstitucional laicismo de Estado. Y eso es lo que doña Pilar Martínez ha hecho. La Constitución sanciona la aconfesionalidad del Estado español, que es muy diferente a la laicidad. Incluso para una concejala del PP debería de ser fácil de entenderlo.

El Partido Popular, tanto si le gusta como si no -que más bien es que no-, es receptor de la mayor parte del voto de católicos practicantes de este país. Que no todos los católicos votan al PP no lo discute nadie. Que el PP nunca volverá al poder sólo con el voto católico, no admite réplica. Pero, aunque quedan cuatro largos años –o no- para las próximas generales, más claro aún es que el PP jamás podrá poner otro presidente de gobierno en La Moncloa si se dedica a espantar a ese sector de votantes que tiene la bendita manía de ir a misa los domingos y fiestas de guardar. Si una parte importante del Partido Popular quiere jugar a ser tan laicista o más que el PSOE o la mismísima Izquierda Undida, apaga y vámonos. El laicismo zapateril, señores míos, no ocupa el espacio del centro político, sino el de la izquierda radical. Pero viendo al Gallardón de la Revista Zero, de la financiación del Día del Orgullo Gay y de la distribución gratuita de la píldora del día después, uno no tiene muy claro –o quizás demasiado claro- si existen fronteras reales entre el PSOE y el PP en este tipo de asuntos, que tan sensibles son para aquellos que somos tan políticamente incorrectos que osamos creer en Cristo y su evangelio.

Luis Fernando Pérez Bustamante