InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Obipos

16.09.09

Lo que va de los obispos españoles a los hispanoamericanos

Llevo año y medio dedicado a la interesantísima tarea de buscar noticias eclesiales por tierra, mar y aire para luego publicarlas. Y en todo este tiempo he llegado a una serie de conclusiones sobre algunos temas, que quisiera compartir con los lectores de este blog.

Por ejemplo, en relación a la lucha contra la cultura de la muerte y la ingeniería social de corte masónico que se está introduciendo tanto en España como en Hispanoamérica, los obispos españoles han pasado de estar a la cabeza del pelotón a quedarse descolgados y con pinta de no poder volver a contactar con el mismo. Algunos recordamos el papel de buena parte del episcopado español, con el cardenal Cañizares como cabeza visible, a la hora de criticar durante la legislatura pasada esas políticas nefastas para la sociedad española. Rotunda es el calificativo que cabría aplicar a la postura de la Iglesia en España contra el matrimonio gay, contra la EpC, contra la ofensiva mediática a favor de la eutanasia, etc, etc. Pero eso hoy, ya es historia.

Algo ha cambiado, en mi opinión de forma muy ostensible, en la actitud de la jerarquía católica de este país en relación a todos esos temas. La literalidad de los documentos o declaraciones episcopales sigue mostrando, como no puede ser de otra manera, la oposición a lo que hoy es ya una realidad: la victoria del laicismo zapateril. Pero se ha dejado atrás la garra, el vigor profético, la intensidad y yo diría que hasta las ganas por seguir plantando cara a los enemigos del alma de España. Concepto este que sé que puede sonar raro, pero muchos me entenderán lo que quiero decir con él. La sensación de que se conforman con cubrir el expediente es cada vez mayor.

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26.08.09

Lo de Notre-Dame puede ser una oportunidad inmejorable

Cuando los responsables de la Universidad católica de Notre-Dame decidieron conceder el honoris causa al presidente Obama, no se imaginaban que la ola de indignación entre los obispos norteamericanos creciera hasta convertirse en un tsunami que puede acabar llevándoselos por delante. Pocos espectáculos tan impresionantes, y a la vez edificantes, se han visto en la iglesia norteamericana como el de la catarata de condenas, lamentos y peticiones de rectificación por parte de decenas de obispos a las autoridades de esa universidad. Pero puede que la guinda del pastel sea la que acaba de poner el obispo, monseñor John M. D’Arcy, de la diócesis, Fort-Wayne-South Bend, donde está alojada Notre-Dame.

Si ya de por sí el nombre de la diócesis nos trae aromas del Far West y las películas de John Wayne -por cierto, converso al catolicismo en su lecho de muerte-, la aparición de monseñor D´Arcy se asemeja a la de esos buenos sheriffs que, contoneándose mientras mostraban las culatas de sus revólveres, avisaban de su intención de limpiar el pueblo o la ciudad de forajidos. Ya sé que esa no es una imagen especialmente evangélica, pero a mí me hace gracia.

Hablando ya en serio, las preguntas que el obispo de Forte-Wayne hace a los mandamases de Notre-Dame son absolutamente pertinentes y deben ser hechas a todas las instituciones educativas católicas del mundo. Las repito:

“¿Cuál es la relación de la universidad católica con el obispo local? ¿Ninguna relación? ¿El obispo es alguien que, ocasionalmente, celebra la Misa en el campus? ¿Alguien que se sienta en el estrado en una graduación? ¿O el obispo es el docente en la diócesis, el responsable por las almas, incluyendo las almas de los estudiantes – en este caso, los estudiantes de Notre Dame? ¿Acaso la responsabilidad del obispo de enseñar, gobernar y santificar termina en la puerta de la universidad?”

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11.07.09

Monseñor Cardoso le gana el pulso a monseñor Fisichella, que DEBE rectificar

La Congregación para la Doctrina de la Fe se ha visto obligada a publicar una nota por la que se aclara que no ha cambiado la doctrina de la Iglesia Católica sobre la ilicitud de provocar un aborto en cualquier circunstancia. Esto es como decir que la Real Academia de la Lengua española se ha reunido en sesión extraordinaria para informar al mundo mundial que El Quijote fue escrito por Cervantes. Lo normal, en un caso así, es que todos se pregunten qué autoridad mundial ha puesto en duda semejante hecho para que la RAE haya tenido que aclarar lo que para todos es evidente. Está claro que los académicos no se reunirían si quien hubiera puesto en duda la autoría cervantina del Quijote fuera alguien encerrado en un hospital para pacientes que sufren desarreglos psíquicos o psiquiátricos.

Es por ello que toca preguntar a qué viene esta nota de la CDF. La respuesta está en un artículo que publicó en L´Osservatore Romano monseñor Fisichella, Presidente de la Pontificia Academia de la Vida, criticando la actuación de monseñor Cardoso, arzobispo emérito de Recife (Brasil) al anunciar la excomunión de los médicos que habían provocado el aborto de una niña de 9 años embarazada de gemelos. El artículo de Fisichella llevaba por título “A favor de la niña brasileña".

El caso, escribió Fisichella, “ha ganado difusión en las páginas de los diarios sólo porque el arzobispo de Olinda y Recife se ha apresurado a declarar la excomunión para los médicos que la han ayudado a interrumpir el embarazo“, cuando por el contrario, “antes que pensar en la excomunión“, la niña “debía en primer lugar ser defendida, abrazada, acariciada” con esa “humanidad de la que nosotros, hombres de Iglesia, debemos ser expertos anunciadores y maestros“. Pero, decía el prelado italiano, “no ha sido así“. Y no contento con ello, añadía: “A causa de la más que joven edad y de las condiciones precarias de su salud, la vida [de la niña] estaba en serio peligro a causa del embarazo en curso. ¿Cómo actuar en estos casos? Decisión ardua para el médico y para la misma ley moral. Opciones como ésta […] se repiten cotidianamente […] y la conciencia del médico se encuentra sola consigo misma en el acto de verse obligado a decidir qué es lo mejor que se debe hacer“. Al final del artículo Fisichella se dirigía directamente a la niña: “Estamos de tu parte. […] Son otros los que merecen la excomunión y nuestro perdón, no los que te han permitido vivir“.

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22.06.09

Hay que dar un voto de confianza a Fellay

Desde que Benedicto XVI “osó” levantar la excomunión a los obispos lefebvristas, el espectáculo al que hemos asistido los que queremos el bien mayor para la Iglesia ha sido bastante deprimente. A través de declaraciones más o menos claras, algunos obispos europeos han demostrado que la medida del Papa no les ha gustado. Y da la sensación de que harán todo lo que esté en su mano para que fracase la posibilidad de que se produzca la reintegración de los obispos de la FSSPX a la plena comunión con la Iglesia. Por otra parte, es también evidente que algunos sectores del lefebvrismo se sitúan en posiciones incompatibles con la condición de futuros fieles de la Iglesia Católica. Son los que piensan que Roma se tiene que convertir al lefebvrismo, que ellos identifican como la Tradición con mayúscula. Porque una cosa es que el más alto magisterio de la Iglesia responda a las dudas legítimas que hacen los obispos lefebvristas sobre el Concilio Vaticano II y el magisterio posterior al mismo y otra, muy distinta, que pretendan torcer el brazo de toda la Iglesia hacia sus posturas sobre ambos asuntos.

Desde un primer momento ha quedado claro que no es casual que monseñor Bernard Fellay sea el máximo responsable de su Fraternidad. Se ve que es el más sensato de los cuatro obispos de la FSSPX. Sin apartarse de las líneas maestras del lefebvrismo, su tono conciliador y su prudencia hacen de él la persona ideal para conducir el proceso desde su “bando”. Del resto de obispos lefebvristas, salvo quizás Galarreta, lo mejor que se puede decir es que cuanto menos abran la boca, mejor.

Entre las dificultades que se están presentando figura la futura ordenación sacerdotal en Alemania de varios seminaristas de la Fraternidad. Roma ya ha dicho que las mismas son ilegítimas, pero tanto el tono del comunicado como lo que se sabe del diálogo discreto de miembros de la curia con Fellay está muy lejos de la amenaza de volver a las excomuniones que ha lanzado el obispo de la diócesis alemana donde se van a llevar a cabo las ordenaciones. Y si finalmente Roma envía un observador al acto, estaremos ante un nuevo gesto, ¿y van?, del Papa ante los lefebvristas.

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15.06.09

Hoy se aborda lo de Torres Queiruga en la comisión para la doctrina de la fe

Este martes empieza la nueva reunión de la Permanente de la CEE, pero hoy tendrá lugar la jornada de trabajo de la comisión episcopal para la doctrina de la fe, presidida por el arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez. La semana pasada causó bastante conmoción en determinado sector de la Iglesia, la filtración de que dicha comisión tendría ya preparada para su publicación una nota en la que quedaría de manifiesto la inconformidad con la doctrina católica de parte de la obra del teólogo gallego Andrés Torres Queiruga. Por lo que me cuentan el mosqueo que hay por la filtración es considerable, pero estas cosas pasan cuando se recurre al fax para anunciar a los miembros de la comisión cuál es el orden del día. El email, sobre todo si va encriptado, lo lee sólo el interesado. El fax, cualquiera. A ver si toman nota para futuras convocatorias, señores míos.

En vista de las críticas furibundas que se han lanzado ya contra la comisión, conviene saber para qué existe la misma. Lo leemos en la propia web de la CEE:

La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe tiene la misión de procurar que lo que se diga en la Iglesia, de palabra o por escrito (la doctrina), sobre el Evangelio salvador de Jesucristo responda de verdad a ese Evangelio tal y como lo entiende la Iglesia, la Esposa de Cristo a la que asiste el Espíritu de la verdad. Dicho de otra manera: la misión de la Comisión doctrinal es promover la ortodoxia y velar por ella.

Ser cristiano no consiste sólo en conocer sin errores la doctrina cristiana. El cristianismo no es principalmente una doctrina. Es el modo nuevo de vida hecho posible por Jesucristo, el Hijo de Dios crucificado y resucitado. Y ser cristiano es vivir en la libertad que nos da la unión con Cristo por el amor a su persona y la obediencia a su palabra. Pero ¿cómo sería posible la vida cristiana si no conociéramos bien sus secretos? La doctrina es importante porque hay que conocer la fe, la caridad y la esperanza para poder vivir con fe, caridad y esperanza. La ortodoxia (la doctrina verdadera) y la ortopraxis (el modo de vida bueno y justo) van estrechamente ligadas entre sí de muchas maneras.

En vista de cuál es la misión de dicha comisión, caben dos posibilidades:

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