InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Benedicto XVI

7.11.10

Lo que ocurre en el Valle de los Caídos le da la razón al Papa

España se ha convertido en el primer país de Europa donde, desde la caída del muro de Berlín y el comunismo, un gobierno prohíbe la celebración de una Misa en un templo católico. Ayer ocurrió semejante afrenta en el Valle de los Caídos. Los fieles que asistieron a la Misa de los monjes benedictinos vieron como la Guardia Civil se lo impedía. Y hoy los monjes han tenido que celebra la liturgia en plena calle, ante doscientas personas.

Todo esto ocurre al mismo tiempo que el Papa visita España. Si alguien piensa que esto es casual, yo no. Es evidente la provocación de un gobierno enemigo de la cruz, del evangelio y de la Iglesia. A Zapatero y Rubalcaba -éste, masón, es el responsable más directo de lo que ha pasado-, se les ve el tridente en la mano y el rabo rojo detrás de sus espaldas. Estoy convencido que cerca de ellos debe de oler a azufre.

Por tanto, el Papa tiene toda la razón del mundo al decir que el avance brutal del laicismo que tiene lugar hoy en España está relacionado con lo que pasó en este país en los años treinta del siglo pasado. Por el momento no queman iglesias. Se conforman con cerrar aquella sobre la que tienen cierto control institucional.

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6.11.10

La vergüenza de un cardenal que permite a los antipapistas usar una Basílica

El Papa llega hoy a Santiago de Compostela. Mañana visitará Barcelona. Pues bien, la Basílica de Santa María del Pi en la Ciudad Condal fue usada ayer por quienes no quieren el modelo de papado que existe en la Iglesia Católica para reivindicar precisamente sus ideas heterodoxas.

El responsable máximo de lo ocurrido tiene un nombre: S.E.R Lluís Martínez Sistach, cardenal arzobispo de la archidiócesis de Barcelona. El mismo que a sus vicarios les dijo, nada más llegar como pastor a esa iglesia local, que no se podía mover una sola hoja en la diócesis sin que él lo supiera o lo aprobara, ha permitido que toda una basílica se convierta en símbolo de la falta de comunión de parte de su iglesia con el Papa. El cardenal podrá decir lo que quiera a partir de ahora, pero todo el mundo recordará que con él, precisamente con él, se ha demostrado que el cisma en la Iglesia es un hecho visible.

Porque claro, no pretenderá el señor cardenal que nos creamos sus discursos de comunión con el Santo Padre a la vez que mira para otro lado cuando los que no quieren el papado y piden, entre otras lindezas, que la Iglesia reconozca las relaciones homosexuales, llenan un templo emblemático de su archidiócesis.

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5.11.10

Viene nuestro dulce Cristo en la tierra

Recuerdo nítidamente el día en que, al poco de regresar a la fe católica, leí en un foro evangélico una crítica al catolicismo por considerar que el Papa, tal y como dijo Santa Catalina de Siena, es nuestro “dulce Cristo en la tierra". Todavía influenciado por mi pasado anticatólico, dije que tal tratamiento me parecía una barbaridad y que no era lo mismo ser Cristo que ser su Vicario. Gracias a Dios, tuve que tragarme mis necias palabras cuando otros hermanos católicos me mostraron un simple versículo de la Escritura. Está en el libro de Gálatas. Según testimonia San Pablo, los cristianos de aquella iglesia local le recibieron tal que así: “Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús” (Gal 4,13-14).

Al fin y al cabo, ya había dicho Cristo que “el que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió” (Mt 10,40). Por tanto, mañana los católicos debemos recibir a Benedicto XVI como si viniera el mismísimo Cristo. Todo lo que hagamos por mostrarle nuestro cariño y nuestro afecto será poco.

Además, como sucesor de Pedro y, por tanto, pastor del rebaño del Señor, el Papa viene a confirmarnos en la fe. Pero no en una fe cualquiera, ni en una fe hecha a imagen y semejanza de los valores de un mundo que está alejado de Dios. No, señores, no. La fe en la que Benedicto XVI nos confirma es la fe católica, la fe de la Iglesia, la fe de aquella que es “columna y baluarte de la verdad (1ª Tim 3,15). Una fe que no tiene nada que ver con la que profesan aquellos que aprovechan la llegada del Papa para confirmarse en sus heterodoxias. Y es que de la misma manera que la visita del Papa nos es de bendición a los que somos fieles al magisterio, su presencia parece excitar la rebelión espiritual y eclesial de quienes ni siquiera tienen el valor y el coraje suficiente como para dejar una Iglesia cuya fe no comparten. Opera en ellos el mismo espíritu que anidaba en Coré y los suyos cuando se enfrentaron a Moisés (léase Num 16 y Jud 11 y ss).

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2.11.10

¿Vendrá el Papa con la Guardia Suiza para imponernos la verdad?

Según se acerca la visita del Papa a Santiago de Compostela y Barcelona, vamos asistiendo a una serie de movimientos socio-político-religiosos ciertamente interesantes. Hoy destaca la noticia de que el nacionalismo político-sociológico-eclesial se ha gastado un buen dinero (¿de dónde habrá salido?) para, aprovechando que el Papa llega a Barcelona, hacer propaganda en Italia de la idea de que Cataluña es una nación. Están la mar de felices al saber que el Santo Padre piensa hablar en catalán tanto en la Misa de la Sagrada Familia como en el resto de actos que tengan lugar en la Ciudad Condal. Lo que no sé es si les gusta tanto el hecho de que el Papa también hable en castellano, idioma materno de más de la mitad de los ciudadanos residentes en esa comunidad autónoma y/o “nación sin eficacia jurídica” (Tribunal Constitucional dixit).

Sin embargo, lo que más me llama la atención hoy son las declaraciones de Celestino Corbacho, ex-ministro de trabajo y próximo nº3 del PSC para las próximas elecciones catalanas. El ministro del paro -decir que lo ha sido de trabajo es faltarle el respeto a los desempleados-, ha asegurado a la Cadena Ser que “la cúpula de la Iglesia ha intentado muchas veces imponer sus criterios en contra de la voluntad soberana del pueblo“, en referencia a su oposición al matrimonio gay o a la ley del aborto.

La cosa suena muy contundente. Cualquiera que no supiera lo que ha pasado en este país en los últimos seis años pensaría que la cúpula de la Iglesia ha ocupado las instituciones y ha movilizado a sus ejércitos para forzar la voluntad del pueblo español. Parece como si la ley del matrimonio gay y la nueva del aborto se hubieran aprobado gracias a la intervención del ejército español, que se habría desplegado delante del Congreso y del Senado para impedir que hordas de obispos interrumpieran las deliberaciones e impidieran la votación de los excelentísimos representantes del pueblo soberano.

De hecho, parece evidente que si alguien ha impuesto algo al gobierno del que ha formado parte el señor Corbacho, no ha sido ni el cardenal Rouco ni el resto de obispos de la CEE. Fueron la Unión Europea y Obama quienes recientemente impusieron a Zapatero un cambio en su política económica para disminuir el déficit del Estado.

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20.10.10

Un consistorio previsible con una agradable sorpresa para la Iglesia en España

Lo bueno de escribir a toro pasado de los acontencimientos es que uno se evita hacer el ridículo. Y en relación al próximo consistorio del 20 de noviembre, en el que el Papa creará a 24 nuevos cardenales, 20 de ellos electores, algunos comentaristas de la actualidad religiosa en España confundieron, algo típico en ellos, sus deseos con la realidad, anunciando capelos que, por el momento, no se han concedido.

Los vaticanistas “fetén” han estado más acertados, pero en todo caso a mí nunca me ha interesado gran cosa el terreno de la futurología eclesial. En España el que ha tenido mejores fuentes en los últimos años ha sido el bueno de Paco Pepe, pero últimamente parece que el cardenal Re anda menos locuaz con la Cigüeña de la Torre.

En definitiva, no ha habido sorpresas entre los nuevos cardenales. Están los que tocaba que estuvieran por sus cargos en la curia. Y de fuera de la curia, pues tampoco parece que haya ninguna gran sorpresa. Yo esperaba que el capelo cardenalicio le tocara al arzobispo de Nueva York en vez de al de Washington, pero ya habrá tiempo de que Mons. Dolan sea cardenal. Tan solo tiene 60 años.

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