La perversión de una madre. La destrucción de una civilización.
Se había quedado embarazada de gemelas. Todo iba bien hasta que los médicos detectaron que una de ellas venía con alteraciones cromosómicas. No sabemos cómo habrían afectado al desarrollo de la criatura pero el caso es que, imbuida de esa mentalidad nazi que elimina todo lo que no sea "genéticamente perfecto", su madre decidió matarla. Y, por supuesto, allí estaba el criminal legal de bata blanca de turno dispuesto a cumplir los deseos de la madre asesina. Pero, ¡oh hados del destino!, en el momento de la ejecución las criaturas cambiaron de posición y el arma de destrucción masiva que se usa en estos casos quitó la vida a la gemela sana. La pobre, como muchas víctimas del terrorismo, estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero claro, ¿en qué otro sitio podría estar? ¿acaso es normal que el seno materno sea una cámara de ejecución? ¿acaso es lógico que en Occidente la mayor causa de mortalidad sea simplemente el haber sido concebido? ¿acaso no es una perversión satánica el que se permita que la fuente de la vida, el útero de la mujer, sea un campo de exterminio?
Por supuesto, la predestinada a morir por el deseo de su madre no se libró de su mala suerte. Una vez eliminada la hermana sana, no se iba a dejar viva a la enferma. Por tanto, también ella fue ejecutada. Dos por el precio de uno. En la segunda ejecución ya no había posibilidad de error. Sólo había una vida que eliminar y por mucho que la criatura corriera a esconderse en algún recoveco de la placenta, su cuerpo había de ser despedazado, como de hecho lo fue. "Niña enferma aniquilada, trabajo bien hecho. Puede usted regresar a su casa en paz, señora" diría el galeno asesino.