InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Magisterio

28.05.10

Lo de Pagola va más allá de un libro y un teólogo concreto

- Pero hombre, ¿otra vez escribiendo sobre el famoso libro de Pagola?

- Pues sí, ya ve.

- ¿No es lo suyo una obsesión enfermiza? ¿qué le ha hecho a usted el bueno de don José Antonio?

- No es nada personal. Y de tener alguna obsesión (RAE: Idea que con tenaz persistencia asalta la mente), el objeto de la misma no es ni el teólogo vasco ni su “Jesús. Aproximación histórica", sino esto: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina (adtende tibi et doctrinae). Persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1ª Tim 4,16).

- Pero oiga, ¿quién le ha puesto a usted de guardián de la ortodoxia? ¿no se da cuenta de que es un simple fiel sin estudios teológicos universitarios?

- “¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?“, dijo Caín al Señor, refiriéndose a Abel. Por supuesto que sí, que todos somos guardianes de nuestros hermanos. Además, el Concilio Vaticano II dice lo siguiente:

Los laicos, como todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia, de los sagrados pastores, de entre los bienes espirituales de la Iglesia, ante todo, los auxilios de la Palabra de Dios y de los sacramentos; y han de hacerles saber, con aquella libertad y confianza digna de Dios y de los hermanos en Cristo, sus necesidades y sus deseos. En la medida de los conocimientos, de la competencia y del prestigio que poseen, tienen el derecho y, en algún caso, la obligación de manifestar su parecer sobre aquellas cosas que dicen relación al bien de la Iglesia. (Lumen Gentium, 37)

En realidad, los artículos que escribo sobre estos temas tienen por objeto precisamente el de contribuir, en la medida de mis posibilidades, a lo que creo que redunda en bien de la Iglesia. Lo podré hacer mejor o peor, pero a día de hoy no he recibido ni una sola queja de nuestros pastores. Más bien todo lo contrario.

- Pero..

- Pero nada. Vamos al meollo de la cuestión que voy a tratar en este post.

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12.04.10

¿Nuevos dogmas marianos?

Al menos dos prelados asiáticos, Monseñor Ramón Argüelles obispo de diócesis filipina de Lipa y Monseñor Malayappan Chinnappa arzobispo Madras-Mylapore en la India, han asegurado que la promulgación de nuevos dogmas marianos ayudaría en la evangelización de Asia. El arzobispo cree que el reconocimiento de la función de María en el plan de Dios para redimir al mundo junto a Cristo “favorecería el diálogo interreligioso y la sana evangelización“. También ayudaría al ecumenismo, al aclarar que María tuvo una función subordinada, aunque especial, con Jesús y que “los católicos no adoran a María, sino que la veneran a la luz de su cooperación única con el Señor“.

Permítaseme analizar esta cuestión desde una cuádruple perspectiva: la ecuménica, la del diálogo interreligioso, la relacionada con la evangelización de Asia y la meramente doctrinal.

Nuevos dogmas marianos y ecumenismo

Ni al que asó la manteca se le puede ocurrir que la promulgación de nuevos dogmas ayudará al ecumenismo. Vamos a ser muy claros. En relación con los protestantes, los actuales dogmas marianos son ya un muro infranqueable para llegar a una unión eclesial efectiva. La mayoría de los protestantes no aceptan, ni aceptarán el dogma de la virginidad perpetua de María -curiosamente aceptado por Lutero, Calvino y Zwinglio-, ni el de la Inmaculada Concepción, ni el de la Asunción. Por tanto, muchísimo menos aceptarían un posible dogma que declarara a María como corredentora. Y menos aún el de María como mediadora de todas las gracias. De hecho, la promulgación de esos dogmas no sólo no ayudaría a que los protestantes entendieran que los católicos no adoramos a María, sino que les llevaría a ratificarse exactamente en lo contrario.

En relación con los ortodoxos, la cosa es diferente pero no menos peliaguda. Por ejemplo, los ortodoxos celebran la Fiesta de la Dormición de María. Es decir, creen en la doctrina de la Asunción aunque no la tienen catalogada como dogma. No creo que tuvieran el más mínimo problema en aceptar que María es corredentora aunque tengo mis dudas de cuál sería su postura sobre la doctrina de María como mediadora de todas las gracias. Pero los ortodoxos verían mal que el Papa hiciera uso de su autoridad apostólica para proponer nuevos dogmas. Si la Iglesia Católica promulga cualquier nuevo dogma sin tener en cuenta a los ortodoxos, éstos lo tomarán probablemente como una afrenta al diálogo ecuménico.

Y me temo que quien diga lo contrario, no conoce bien ni a protestantes ni a ortodoxos. Al menos a los primeros yo sí les conozco bien. Fui uno de ellos y sé perfectamente lo que piensan sobre estos temas y por qué lo piensan.

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22.02.10

Es hora de que los católicos sean católicos

Buenas perlas las que nos ha regalado Monseñor Demetrio Fernández en la entrevista que le hemos realizado para InfoCatólica:

El gozo de la comunión eclesial es la fuerza invencible para la evangelización. Es hora de superar dialécticas añejas de disenso y de crítica eclesial, y de vivir de manera visible y sin fisuras la comunión con el Papa, con su magisterio, con la disciplina de la Iglesia. Y la comunión con el obispo propio…

… Los carismas, viejos o nuevos, o se viven con fervor o se enquistan. La vida consagrada necesita una profunda reforma. Hay signos muy esperanzadores de ello.

… La opinión pública en la Iglesia se ha convertido para algunos en plataforma de disenso contra el Magisterio. Los obispos hemos de velar por la sana doctrina, porque nos va en ello la salvación eterna, la nuestra y la de los fieles encomendados. Y debemos proponer, denunciar y si llega el caso corregir. Creo que los obispos podríamos hacer más en este campo tan importante.

… Y los seglares católicos que trabajan en la política han de llevar la luz y la sal del Evangelio adonde se elaboran las leyes.

… Si un movimiento es eclesial encaja en todas partes, también en la parroquia. Cuando un movimiento pierde su eclesialidad, se convierte en una secta.

Aunque ya dijo Cristo que no era conveniente echar perlas a los cerdos, porque esos bichos las pisotean, los fieles católicos entienden perfectamente de qué nos está hablando este obispo. Le entienden incluso aquellos que se sienten aludidos por sus palabras pero están dispuestos a recibir la corrección de un buen pastor.

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1.02.10

El problema de la democracia

En el anterior post, uno de los comentaristas me preguntaba:

“¿Qué sistema estás proponiendo? ¿Una dictadura cristiana? ¿Una teocracia? ¿el retorno a la `monarquía católica´?”

Pues bien, he encontrado un texto del Siervo de Dios Pío XII, Papa, que sirve para describir lo que yo querría. Otra cosa es que lo vea posible en las actuales circunstancias. El texto está sacado del Radiomensaje “Benignitas et Humanitas” para la Víspera de la Navidad de 1944:

El problema de la democracia

Además —y es tal vez el punto más importante— los pueblos, al siniestro resplandor de la guerra que les rodea, en medio del ardoroso fuego de los hornos que les aprisionan, se han como despertado de un prolongado letargo. Ante el Estado, ante los gobernantes han adoptado una actitud nueva, interrogativa, crítica, desconfiada. Adoctrinados por una amarga experiencia se oponen con mayor ímpetu a los monopolios de un poder dictatorial, incontrolable e intangible, y exigen un sistema de gobierno, que sea más compatible con la dignidad y con la libertad de los ciudadanos.

Estas multitudes, inquietas, trastornadas por la guerra hasta las capas más profundas, están hoy día penetradas por la persuasión —al principio tal vez vaga y confusa, pero ahora ya incoercible— de que, si no hubiera faltado la posibilidad de sindicar y corregir la actividad de los poderes públicos, el mundo no habría sido arrastrado por el torbellino desastroso de la guerra y de que, para evitar en adelante la repetición de semejante catástrofe, es necesario crear en el pueblo mismo eficaces garantías.

Siendo tal la disposición de los ánimos, ¿hay acaso que maravillarse de que la tendencia democrática inunde los pueblos y obtenga fácilmente la aprobación y el asenso de los que aspiran a colaborar más eficazmente en los destinos de los individuos y de la sociedad?

Apenas es necesario recordar que, según las enseñanzas de la Iglesia, «no esta prohibido el preferir gobiernos moderados de forma popular, salva con todo la doctrina católica acerca del origen y el ejercicio del poder público», y que «la Iglesia no reprueba ninguna de las varias formas de gobierno, con tal que se adapten por sí mismas a procurar el bien de los ciudadanos» (León XIII Encycl. «Libertas», 20 de junio de 1888, in fin.).

Si, pues, en esta solemnidad, que conmemora al mismo tiempo la benignidad del Verbo encarnado y la dignidad del hombre (dignidad entendida no sólo bajo el aspecto personal, sino también en la vida social), Nos dirigimos Nuestra atención al problema de la democracia, para examinar según qué normas debe ser regulada para que se pueda llamar una verdadera y sana democracia, acomodada a las circunstancias de la hora presente; esto indica claramente que el cuidado y la solicitud de la Iglesia se dirige no tanto a su estructura y organización exterior —que dependen de las aspiraciones propias de cada pueblo—, cuanto al hombre como tal que, lejos de ser el objeto y corno elemento pasivo de la vida social, es por el contrario, y debe ser y seguir siendo, su agente, su fundamento y su fin.

Supuesto que la democracia, entendida en sentido lato, admite diversidad de formas y puede tener lugar tanto en las monarquías coma en las repúblicas, dos cuestiones se presentan a Nuestro examen: 1º) ¿Qué caracteres deben distinguir a los hombres, que viven en la democracia y bajo un régimen democrático? 2º) ¿Qué caracteres deben distinguir a los hombres, que en la democracia ejercitan el poder público?

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25.08.09

La verdadera ruptura

Los dos últimos posts de este blog han dado lugar a un debate muy interesante sobre si el Novus Ordo supuso una ruptura con la tradición litúrgica milenaria de la Iglesia. Se han aportado opiniones, citas y comentarios de destacadas personalidades de la Iglesia, entre ellas las del actual Papa cuando era cardenal. Se ha llegado a decir que aunque el N.O es válido, hubo ruptura, lo cual no deja de ser paradójico, porque si en algo tan fundamental como la misa se ha dado una ruptura con la tradición, me parece que cabría alguna duda legítima y razonable sobre su validez. Ni siquiera el Papa puede aprobar algo que suponga un quebranto con un pasado bimilenario. Por tanto, aunque entiendo que hay argumentos a favor de de considerar como rupturistas algunos elementos del N.O, soy partidario de no hablar de ruptura total con el rito en la forma anterior a la reforma. Digo esto siendo bien consciente de que mi formación litúrgica no me capacita para dar una opinión “autorizada", pero como no tengo otra, es la que doy.

En lo que sí creo que se dio una ruptura es en el tratamiento pastoral hacia los abusos litúrgicos. Ahí sí que se dio una ruptura radical con el pasado más inmediato. Aunque abusos los ha habido siempre -el que lo niegue, que se estudie lo que ocurría en tiempos de Trento-, es difícil encontrar un momento en la historia en que los mismos se hayan hecho con tanto descaro y desvergüenza como en el post-concilio. Y la actitud de los pastores ha sido de una laxitud total en la aplicación de su autoridad para acabar con dichos abusos. No es que no haya advertido contra los mismos. De palabra muchos lo han hecho. Pero luego, a la hora de la verdad, ¿cuántos presbíteros han sido apartados del sacerdocio por estas cuestiones? ¿hace falta que demos ejemplos bien recientes? ¿debemos recordar que un cardenal tan poco sospechoso de simpatizar con la heterodoxia como su E.R. D. Antonio María Rouco Varela ha permitido que los sacerdotes rosquilleros de Entrevías sigan haciendo lo que les viene en gana?

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